Juan Goytisolo, La saga de los Marx (1993), Barcelona, Galaxia Gutenberg (2013)
http://www.galaxiagutenberg.com/libros/la-saga-de-los-marx/
Fascinante y enriquecedora la manera en que Juan Goytisolo construye esta biografía de Karl Marx, de su familia, de su ideología y de lo que significó su puesta en práctica. Fascinante, digo, porque uno no puede dejar de asombrarse y divertirse y reflexionar, todo al mismo tiempo (seductoramente entremezclado y bien tejido en la multiplicidad de este texto). Texto una y otra vez bifurcado de prosa exquisita y cervantina, renovadora de la tradición, fascinación del tejido del que no atinamos más que a maravillarnos (oh, la perfecta e irónica y siempre eufónica construcción de frases).
La saga de los Marx se divide en cinco capítulos o partes; la primera nos presenta a Marx y su familia asistiendo al derrumbe del comunismo, con un manejo caprichoso y deliberado del tiempo y los escenarios (es recomendable abordar esta lectura con conocimientos sobre el asunto). Un exceso humorístico de imaginación que a partir de la segunda parte, donde entra en escena el escritor (cierto que es novela que muestra, novela teatral), es sistemáticamente referenciado y analizado y matizado y criticado en las restantes partes. Asistimos a la crítica del editor, a una película, a un debate televisivo, a cartas y entrevistas, a escenas, en fin, oníricas donde la ficción siempre es puesta en entredicho.
Opina el editor ("por qué esos largos párrafos sin puntuación?" "lo que me hace falta son Hechos!" "manda a paseo a los eruditos y profesores que hablan de Baudrillard y Bajtín y celebran tus cronotopos!"); reflexiona el autor ("a fuerza de escribir sobre él no te estarías identificando de forma abusiva con Marx?" "acabada la hoja, comprobaste aliviado que todo el diálogo había sido obra de la incurable manía de poner tu trabajo en solfa, de inquietarte de modo enfermizo por el futuro y, a fin de cuentas, de divagar"); se defiende el propio Marx ("la Contrainternacional gobierna hoy nuestro mundo con una solidaridad de intereses de la que la masa de desposeídos carece! ha barrido no solo al proletariado y los sindicatos sino al propio Estado nacional burgués, convertida en ese conglomerado multinacional de empresas que hoy controlan las telecomunicaciones, microelectrónica, ordenadores, biotecnología y robótica, aunadas, pese a su feroz competencia, en un mercado planetario común!"); critica el falocentrismo la feminista californiana ("refuerza los estereotipos sexistas y cimientos de la sociedad patriarcal!"); se lamentan los ex soviéticos de la caída de la utopía construida; las víctimas disidentes se muestran deseosas de los frutos del capital; se defiende Bakunin; el ácrata español añora la posibilidad frustrada del anarquismo; en definitiva, dan su punto de vista todas las personas que rodearon a Marx y su ideología...
Riqueza de posiciones, abanico de posibilidades, crisol de puntos de vista, todos respondidos y cuestionados.
Rescato un párrafo que quizá sintetice la tesis de esta (una y todas) novela(s):
"no sería más indicativo y profundo desenmascarar los mitos e instancias intermedias que operan entre el gran público y Marx, integrando en la obra los filtros a través de los que percibimos su elusiva y contradictoria personalidad? en vez que resignarse a aceptar la escritura como sierva de la tecnología, por qué no introducir los estereotipos y mediatizaciones de aquella en el ámbito de la novela, invirtiendo los papeles y subordinando las cotidianas irrupciones televisivas y sus mensajes subliminales a las reglas del campo de maniobras abierto por Cervantes?"
Publicada hace veinte años, no puedo sino pensar que sigue reflexionando sobre la actualidad. O quizá los cuestionamientos que expone sigan tan vigentes (o irresueltos) como entonces.
lunes, 14 de octubre de 2013
lunes, 7 de octubre de 2013
Samanta Schweblin y la respiración en pausa

http://www.megustaleer.com/ficha/H417480/pajaros-en-la-boca
Dícese del estilo limpio, transparente, comedido; dícese de una especialización del cuento, como si la voz dijera y al tiempo construyera, hacedora de esculturas, esos textos perfectos en los que generalmente encontramos un intruso absurdo o inverosímil según la lógica de la razón, que nos mete de lleno en una dimensión paralela en la que nos acomodamos sin reservas como pacto de ficción, la misma que nos mantiene en suspenso deseando que se resuelva en algún momento (respiración en pausa, mínimo parpadeo), porque nos gusta pero al mismo tiempo queremos regresar a esta nuestra dimensión, cosa que no siempre sucede, de modo que seguimos en estado de perplejidad y eso es lo bueno.
Dícese de una experta en la mecánica del cuento, de una que lo ha aprendido bien (ese cuento de taller de escritura, ese cuento fantástico de tradición tan argentina), del que agradecemos cada palabra, porque ninguna se echa en falta, y del que a veces, al menos en esta primera lectura, le pediríamos cierto riesgo que sí se vislumbra en piezas como "En la estepa", "Conservas", "Mi hermano Walter" , "Matar a un perro" o "La pesada valija de Benavides". De este último, por cierto, algo por debajo o quizá al costado de la página soplaba como un susurro constante: Del asesinato considerado como una de las bellas artes (Thomas de Quincey).
A la espera estamos de ese nuevo libro de cuentos al que podemos asomarnos con "Un hombre sin suerte", galardonado con el premio Juan Rulfo, que promete sumergirnos en un costado más realista y a la vez ambiguo (oh, la ambigüedad, oh, la perspectiva, me digo como un canto a Samanta-Astarté, y como deseo, porque es ahí donde queremos que la literatura nos lleve, o mejor, que se retire de golpe dejándonos con la aunténtica inquietud de todo lo cotidiano), y que linkeo aquí para comenzar a abrir apetito: http://www.espanol.rfi.fr/cultura/20121008-estos-son-los-33-cuentos-finalistas-de-la-30-edicion-0#comments
lunes, 30 de septiembre de 2013
Daniel Guebel o lo siniestro
Daniel Guebel, El perseguido (2001), Santander, El Desvelo Ediciones (2012)
http://www.eldesvelo.com/El-perseguido
En la línea Copi-Aira, para ubicarse, El perseguido nos narra una buena tunda de sandeces y sinsentidos cuyo único hilo conductor es la huida constante del protagonista, Ferretti, de las Autoridades que presuntamente vienen persiguiéndolo no se sabe desde cuándo. Golpes y retrocesos, sorpresas (cómo se agradecen) por descabelladas e hilarantes situaciones del todo absurdas o ridículas pero sobre todo encantadoras de la imaginación ("El secreto radica en llevar a cabo todo lo que se imagina"), efervescencias del subconsciente que le incitan a desdoblarse constantemente: clones, cambio de sexo, doble cinematográfico, hijo reflejo de sí.
Tentada estuve apenas terminada de someterla a una lectura de tipo psicoanalítica, o para ser más precisa: indagar en ese hilo conductor que mucho se emparenta con una teoría del espejo lacaniana una y otra vez frustrada, y aquella sensación que tan bien nos explicó Freud de lo siniestro: ese doble que es nosotros y que al mismo tiempo desconocemos.
Novela de la identidad, dicen por ahí, e imagino que pretenden decir justo lo contrario: una constante y sistemática ruptura de esa identidad.
En las citas que siguen puede masticarse y degustarse lo que se intuye como ideario narrativo (y ahora que vuelvo a leerlas me parecen bastante siniestras, en el sentido de desdoblamiento un tanto irónico —confieso que producto de verlas juntas como un manifiesto, pero eso es mi culpa— de las tan conocidas morellianas cortazarianas):
"Tal vez, pensó Ferretti, la persistencia de la nota creó por acumulación de repeticiones una cualidad de materia, algo fugaz, un intento. Y la colección de intentos, multiplicados por el tiempo, da por resultado un azar de realidad."
"La función del lenguaje es una sola: generar confusión y volver complejos los nexos copulativos."
"La repetición es la madre del estilo, y el estilo vuelve visible la estrategia de toda ideología, que triunfa cuando se presenta como 'natural'. Si yo repitiera esa frase la suficiente cantidad de veces, usted terminaría convencido de cualquier cosa que dijese luego, simplemente por el peso constante de esa afirmación vacía. Así que, fíjese... al poner en evidencia mi retórica exhibo mi sinceridad. Porque... Porque si va a convertirse en mi cliente, quiero que se entere de los riesgos."
Esa última parrafada aparece bien al principio: quien avisa no es traidor.
Yo seguí leyendo embobada, derramada, pasmada.
El delirio deviene risa contagiosa y el chasquido del lenguaje, puro regocijo.
http://www.eldesvelo.com/El-perseguido
En la línea Copi-Aira, para ubicarse, El perseguido nos narra una buena tunda de sandeces y sinsentidos cuyo único hilo conductor es la huida constante del protagonista, Ferretti, de las Autoridades que presuntamente vienen persiguiéndolo no se sabe desde cuándo. Golpes y retrocesos, sorpresas (cómo se agradecen) por descabelladas e hilarantes situaciones del todo absurdas o ridículas pero sobre todo encantadoras de la imaginación ("El secreto radica en llevar a cabo todo lo que se imagina"), efervescencias del subconsciente que le incitan a desdoblarse constantemente: clones, cambio de sexo, doble cinematográfico, hijo reflejo de sí.
Tentada estuve apenas terminada de someterla a una lectura de tipo psicoanalítica, o para ser más precisa: indagar en ese hilo conductor que mucho se emparenta con una teoría del espejo lacaniana una y otra vez frustrada, y aquella sensación que tan bien nos explicó Freud de lo siniestro: ese doble que es nosotros y que al mismo tiempo desconocemos.
Novela de la identidad, dicen por ahí, e imagino que pretenden decir justo lo contrario: una constante y sistemática ruptura de esa identidad.
En las citas que siguen puede masticarse y degustarse lo que se intuye como ideario narrativo (y ahora que vuelvo a leerlas me parecen bastante siniestras, en el sentido de desdoblamiento un tanto irónico —confieso que producto de verlas juntas como un manifiesto, pero eso es mi culpa— de las tan conocidas morellianas cortazarianas):
"Tal vez, pensó Ferretti, la persistencia de la nota creó por acumulación de repeticiones una cualidad de materia, algo fugaz, un intento. Y la colección de intentos, multiplicados por el tiempo, da por resultado un azar de realidad."
"La función del lenguaje es una sola: generar confusión y volver complejos los nexos copulativos."
"La repetición es la madre del estilo, y el estilo vuelve visible la estrategia de toda ideología, que triunfa cuando se presenta como 'natural'. Si yo repitiera esa frase la suficiente cantidad de veces, usted terminaría convencido de cualquier cosa que dijese luego, simplemente por el peso constante de esa afirmación vacía. Así que, fíjese... al poner en evidencia mi retórica exhibo mi sinceridad. Porque... Porque si va a convertirse en mi cliente, quiero que se entere de los riesgos."
Esa última parrafada aparece bien al principio: quien avisa no es traidor.
Yo seguí leyendo embobada, derramada, pasmada.
El delirio deviene risa contagiosa y el chasquido del lenguaje, puro regocijo.
lunes, 23 de septiembre de 2013
Andrés Neuman, el heredero
Andrés Neuman, El fin de la lectura, Santiago de Chile, Cuneta (2011)
http://www.editorialcuneta.com/plan-maestro/
El heredero, digo, porque desde luego que se puede afirmar sin temor a equivocarse que Andrés Neuman, al menos hasta el momento, es ese que ha tamizado y nutrido y bien rehecho la tradición boom sur-rioplatense, sobre todo el hilo onettiano-cortazariano-bolañista, como un bañista, y digo esto y pienso en esa pieza maestra incluida en esta selección de cuentos: "Alumbramiento", una delicia, el goce del que hablaba Roland Barthes, porque es texto de placer y de goce, tal y como lo define Barthes, el placer de sentarse a leer en el sillón con la manta y la taza de té y el goce de verse completamente desestabilizado, como si el suelo hubiese desaparecido junto a la manta y al té, y si nos fijamos bien hasta el sillón se ha desmaterializado, de modo que flotamos bien agarrados a las páginas, y no deje usted de leer que si mira allá abajo, aunque la niebla no permita distinguir si es valle, roca o río (ojalá que sea un río bien hondo me digo con la boca chica queriendo mirar aunque sin dejar de inmantar la vista a la letra de acero) y menos mal que me concentré y no miré y sobre todo no me solté, y por eso estoy acá cómodamente sentada escribiendo sobre cómo se vence el vértigo de la página neumaniana.
Hacia el final de esta selección de miniaturas, dirían los músicos, asistimos a un avance de nuevos textos y otras formas de practicar el vértigo en su propia escritura que resultan estimulantes, porque da la sensación de que su estilo se depura, se torna translúcido y limpio, deviene soplo de algo honesto y cierto.
Dejo aquí para el curioso una interesante entrevista a Roland Barthes del año 1973, cuando ni Neuman ni yo habíamos nacido. Desde luego que al título de la antología, El fin de la lectura (título a su vez de uno de sus cuentos), le iría mejor un vídeo de Blanchot, no lo discuto, y hasta se podrá pensar que utilizo a Andrés Neuman para hablar de Roland Barthes, y puede que sea cierto, aunque no creo que a Neuman le disguste.
O quizá sea mejor pensar que hablo de Andrés Neuman con la ayuda de Roland Barthes, por eso aprovecho para dejar otro vídeo del amante de las microformas (o las miniaturas), según confiesa él mismo, aunque Roland Barthes esté ya muerto.
http://cervantestv.es/2013/05/30/andres-neuman/
http://www.editorialcuneta.com/plan-maestro/
El heredero, digo, porque desde luego que se puede afirmar sin temor a equivocarse que Andrés Neuman, al menos hasta el momento, es ese que ha tamizado y nutrido y bien rehecho la tradición boom sur-rioplatense, sobre todo el hilo onettiano-cortazariano-bolañista, como un bañista, y digo esto y pienso en esa pieza maestra incluida en esta selección de cuentos: "Alumbramiento", una delicia, el goce del que hablaba Roland Barthes, porque es texto de placer y de goce, tal y como lo define Barthes, el placer de sentarse a leer en el sillón con la manta y la taza de té y el goce de verse completamente desestabilizado, como si el suelo hubiese desaparecido junto a la manta y al té, y si nos fijamos bien hasta el sillón se ha desmaterializado, de modo que flotamos bien agarrados a las páginas, y no deje usted de leer que si mira allá abajo, aunque la niebla no permita distinguir si es valle, roca o río (ojalá que sea un río bien hondo me digo con la boca chica queriendo mirar aunque sin dejar de inmantar la vista a la letra de acero) y menos mal que me concentré y no miré y sobre todo no me solté, y por eso estoy acá cómodamente sentada escribiendo sobre cómo se vence el vértigo de la página neumaniana.
Hacia el final de esta selección de miniaturas, dirían los músicos, asistimos a un avance de nuevos textos y otras formas de practicar el vértigo en su propia escritura que resultan estimulantes, porque da la sensación de que su estilo se depura, se torna translúcido y limpio, deviene soplo de algo honesto y cierto.
Dejo aquí para el curioso una interesante entrevista a Roland Barthes del año 1973, cuando ni Neuman ni yo habíamos nacido. Desde luego que al título de la antología, El fin de la lectura (título a su vez de uno de sus cuentos), le iría mejor un vídeo de Blanchot, no lo discuto, y hasta se podrá pensar que utilizo a Andrés Neuman para hablar de Roland Barthes, y puede que sea cierto, aunque no creo que a Neuman le disguste.
O quizá sea mejor pensar que hablo de Andrés Neuman con la ayuda de Roland Barthes, por eso aprovecho para dejar otro vídeo del amante de las microformas (o las miniaturas), según confiesa él mismo, aunque Roland Barthes esté ya muerto.
http://cervantestv.es/2013/05/30/andres-neuman/
lunes, 16 de septiembre de 2013
Aurora Venturini o el discurso art brut
Aurora Venturini, Las primas (2007), Barcelona, Caballo de Troya (2011)
http://www.megustaleer.com/ficha/ECT94562/las-primas
El arte redime, nos dice Aurora Venturini, y lo dice con suma gracia: la narradora es inútil para todo menos para pintar. Es de aquellas que toman el arte como refugio y también trampolín, como evasión y a la vez maquillaje. Es una de esas a las que se le pegan moscas que ayudan, es cierto, pero al tiempo chupan: la mosca se tranforma en mosquito y Yuna aprende a desconfiar.
La nouvelle es, sencillamente, fantástica: su prosa abunda en pistas por allí desparramadas ("Las ideas se me desparraman cuando intento decribirla, son tantas y tontas..."), el discurso de la boba da cuenta con transparencia de las ridículas convenciones humanas, a las que zambulle en una enorme laguna de sentido del humor, bastante naïf y bien negro. Pero además nos trae todo eso a la superficie ayudándose de su estilo narrativo, de su discurrir página a página. Describe el cómo y lo manifiesta, lo torna cristalino y mágico, es decir, consigue eso tan apreciado y del que solemos disfrutar como enanos: usar el estilo para mostrarnos aquello que pasa.
"Ya dije que por dentro de mi psiquis sabía detalles y formas, que era muy distinta a la boba de afuera que hablaba sin punto y coma porque si ponía punto o coma perdía la palabra hablada. A veces ponía punto o coma para respirar pero me convenía comunicarme de viva voz rápidamente para que me entendieran y evitar lagunas silenciosas que descubrían mi incapacidad de comunicación verbal porque al escucharme a mí misma me confundían los ruidos de adentro de la cabeza y el sibilante fluir de la palabra y quedaba boquiabierta pensando que existían palabras gordas y palabras flacas, palabras negras y blancas, palabras locas y criteriosas, palabras que dormían en los diccionarios y que nadie usaba. Aquí por ejemplo usé comas. Y puntos."
"[...] y digo repitiendo a quienes tengan ocasión de leerme y paciencia al mismo tiempo porque yo misma me oigo y si la palabra escrita es tan fatigantemente bobalicona como la hablada por mí hacia adentro, quien termine esta melopea absurda me maldecirá por el tiempo que le hice perder sin poder negar que no puede dejarme a un lado porque encontró entre mis estúpidas amarguras de amor y muerte muchas de las vividas por sí mismo o misma si se trata de una dama."
A Yuna, el arte y el diccionario consiguen trascenderla.
Y no hago más que preguntarme si aquella Yuna no será un poco (imposible no pensarlo, o al menos desearlo) una Aurora ilusionada y a la que ella misma hace, ficcionándolo, justicia merecida: porque la Aurora silenciada, la de la vida cotidiana, tuvo que esperarse a los ochenta años para ser correctamente publicada y distribuida.
Aunque ella escribía y escribía...
Dejo para el curioso un audio de uno de sus mejores capítulos, por gentileza de Biblioteca Parlante Haroldo Conti:
https://www.youtube.com/watch?v=TcRJHjhtqVI
http://www.megustaleer.com/ficha/ECT94562/las-primas
El arte redime, nos dice Aurora Venturini, y lo dice con suma gracia: la narradora es inútil para todo menos para pintar. Es de aquellas que toman el arte como refugio y también trampolín, como evasión y a la vez maquillaje. Es una de esas a las que se le pegan moscas que ayudan, es cierto, pero al tiempo chupan: la mosca se tranforma en mosquito y Yuna aprende a desconfiar.
La nouvelle es, sencillamente, fantástica: su prosa abunda en pistas por allí desparramadas ("Las ideas se me desparraman cuando intento decribirla, son tantas y tontas..."), el discurso de la boba da cuenta con transparencia de las ridículas convenciones humanas, a las que zambulle en una enorme laguna de sentido del humor, bastante naïf y bien negro. Pero además nos trae todo eso a la superficie ayudándose de su estilo narrativo, de su discurrir página a página. Describe el cómo y lo manifiesta, lo torna cristalino y mágico, es decir, consigue eso tan apreciado y del que solemos disfrutar como enanos: usar el estilo para mostrarnos aquello que pasa.
"Ya dije que por dentro de mi psiquis sabía detalles y formas, que era muy distinta a la boba de afuera que hablaba sin punto y coma porque si ponía punto o coma perdía la palabra hablada. A veces ponía punto o coma para respirar pero me convenía comunicarme de viva voz rápidamente para que me entendieran y evitar lagunas silenciosas que descubrían mi incapacidad de comunicación verbal porque al escucharme a mí misma me confundían los ruidos de adentro de la cabeza y el sibilante fluir de la palabra y quedaba boquiabierta pensando que existían palabras gordas y palabras flacas, palabras negras y blancas, palabras locas y criteriosas, palabras que dormían en los diccionarios y que nadie usaba. Aquí por ejemplo usé comas. Y puntos."
"[...] y digo repitiendo a quienes tengan ocasión de leerme y paciencia al mismo tiempo porque yo misma me oigo y si la palabra escrita es tan fatigantemente bobalicona como la hablada por mí hacia adentro, quien termine esta melopea absurda me maldecirá por el tiempo que le hice perder sin poder negar que no puede dejarme a un lado porque encontró entre mis estúpidas amarguras de amor y muerte muchas de las vividas por sí mismo o misma si se trata de una dama."
A Yuna, el arte y el diccionario consiguen trascenderla.
Y no hago más que preguntarme si aquella Yuna no será un poco (imposible no pensarlo, o al menos desearlo) una Aurora ilusionada y a la que ella misma hace, ficcionándolo, justicia merecida: porque la Aurora silenciada, la de la vida cotidiana, tuvo que esperarse a los ochenta años para ser correctamente publicada y distribuida.
Aunque ella escribía y escribía...
Dejo para el curioso un audio de uno de sus mejores capítulos, por gentileza de Biblioteca Parlante Haroldo Conti:
https://www.youtube.com/watch?v=TcRJHjhtqVI
lunes, 9 de septiembre de 2013
Antonin Artaud o la sabiduría del músculo
Antonin Artaud, Œuvres, París, Gallimard (2004)
http://www.gallimard.fr/Catalogue/GALLIMARD/Quarto/OEuvres9
http://www.gallimard.fr/Catalogue/GALLIMARD/Quarto/OEuvres9

La culpa de ello la tienen los órganos: esos tiranos cronometran las horas, mientras las fascinantes posibilidades de un cuerpo vacío y unitario quedan fuera del alcance humano.
Artaud se creía Jesucristo: él había venido al mundo para sublimar su cuerpo, para entregarlo en sacrificio y convertirlo en un signo. (Su cuerpo purificado.)
A la tradicional superioridad de la mente sobre el cuerpo, Artaud contesta con el lema de "los músculos en libertad".
Ce n'est qu'à force de purification et d'oublie que nous pourrons retrouver la pureté de nos réactions initiales et apprendre à redonner à chaque geste de théâtre son indispensable sens humain.
Hete aquí el Antonin Artaud de los órganos, de la crueldad (entendida como aquella violencia que uno ejerce sobre sí mismo, como por ejemplo —y esto se me ocurre ahora—, el caso de Keith Jarrett —recordemos que debido al esfuerzo y a la aplicación sistemática de la crueldad hacia sí mismo, es decir, la autoexigencia, sufrió un colapso o síndrome de fatiga crónica; además de que su performance tan orgánica puede relacionarse directamente con el teatro del cuerpo, con los fluidos de la improvisación acompañados por el cuerpo, como si tocara con el cuerpo entero, como si el lenguaje musical que traducen sus dedos vinieran directamente del músculo).
Hete aquí el Artaud que practica una poética del cuerpo, entendida como los impulsos del cuerpo, sus razones, su lenguaje (pero no como gestualidad sino como la capacidad del cuerpo en cuanto a sabiduría y en cuanto a la memoria del músculo y a su necesidad).
Asimismo, podríamos hablar de una poética de los órganos
o del lenguaje muscular (posiblemente esas glosolalias del final de su vida no son otra cosa que la traducción a palabras de ese lenguaje músculo-emocional), que nace de la sabiduría de la carne, de los fluidos del
cuerpo (y aquí la conexión con una posible poética de los fluidos en la
escritura de la mujer, ya desarrollado en
Hélène Cixous).
Eschuchad un rato, al menos, la conocidísima grabación del año 1947 Pour finir avec le jugement de Dieu:
Eschuchad un rato, al menos, la conocidísima grabación del año 1947 Pour finir avec le jugement de Dieu:
Antonin Artaud estaba loco. Aquí un parte:
Certificat de transfert pour Ville-Évrard du 22 février 1939
Syndrome délirant de structure paranoïde. Idées actives de persécution, d'empoisonnement, de dédoublement de la personnalité. Revendications multiples, graphorrée. Excitation psychique par intervalles. Toxicomanie ancienne. Puet être transféré.
Desde su juventud sentía que su mente se diluía y le enloquecía no poder controlar sus pensamientos. Por ello decidió desjerarquizar la dualidad mente/cuerpo y privilegiar la carne, por ello terminó por recorrer el camino inverso: el cuerpo dicta el lenguaje (Quand nous disons quelque chose, c'est elles que nous disons).
Quizá a través del cuerpo podría sentirse dueño de sí mismo.
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