rumiar la biblioteca: Alan Pauls
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lunes, 8 de febrero de 2021

Alan Pauls y la lectura (Fragmento del diario, 22/06/2019)

Abro esta entrada porque me quedé con algunas ideas de la presentación a la que acudí el lunes de Alan Pauls. Siempre me fascina la capacidad de este hombre para pensar en directo y casi escribir en directo. Supongo que eso se debe a las tablas de profesor, que ayuda mucho en este aspecto. En la presentación me encontré con Rodrigo Fresán y me contó que está a punto de terminar de revisar sus pruebas de la próxima novela que saldrá este octubre y que mi libro aún espera en la pila de libros por leer (dijo que estaba el primero, pero ya sabemos que los escritores somos algo aduladores en general). De todas formas, muy simpático y generoso Fresán.

Volviendo a Pauls, el libro que presentaba era el de la lectura, Trance. Soltó unas cuantas ideas que me gustaron mucho:

1.  La de la presencia como algo que desaparece. Se refería al teatro y también a las presentaciones de libros. En general, la presencia está desapareciendo de la experiencia interpersonal. Cada vez es más difícil y extraordinario ver a la gente en directo.

2.  La del cuerpo de lectura. Se refería a las posiciones extrañas que uno adopta cuando lee y que no se da cuenta porque lo último en que uno piensa cuando lee es en lo que pasa fuera del libro. El cuerpo de leer es otro cuerpo. Tanto que hasta a veces esas posturas incómodas no lo resultan tanto.

3.  Habló también de la "función lectura", en el sentido de que existe cierta forma de entender (interpretar) cualquier situación que se relaciona con la lectura. Uno puede "leer" una situación, cualquier situación cotidiana. Analizarla, en cierto sentido. Y se refirió a esto como una capacidad anacrónica. A mí me hubiera gustado preguntarle si esto es algo que se aprende leyendo o si a uno le gusta leer porque tiene en sí esa capacidad, porque uno aplica la función lectura a todo. Yo creo que es algo que se aprende leyendo y que como leer es anacrónico (a pesar de que es una práctica que siempre prescindió de la presencia, y en ese sentido es muy actual), esta capacidad "lectura" se está perdiendo, porque la gente apenas lee ya.

lunes, 1 de abril de 2019

Alan Pauls: lector en trance

Alan Pauls, Trance, Buenos Aires, Ampersand (2019)
https://www.edicionesampersand.com/product-page/trance-alan-pauls

[Publicado el 27/03/2019 en Revista de Letras]

La editorial Ampersand, radicada en Buenos Aires, llega a España con Trance (2018), de Alan Pauls (Buenos Aires, 1959), escritor, crítico y profesor universitario, considerado uno de los más brillantes escritores-lectores en lengua castellana. Trance es una especie de glosario personalísimo que tiene por objeto la experiencia de lectura que todo escritor vivencia con indudable intimidad y compulsión. Este liviano artefacto pertenece a la colección Lector&s que incide precisamente en esta actividad anacrónica que hoy en día se parece mucho a un acto rebelde: leer es “monogamia absoluta”, permanecer en sí mismo, apartarse de lo que sea que acontezca alrededor, no distraerse con esa continua ametralladora de estímulos, holografiar en la propia mente la voz de otro, fantasear con otras vidas.
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lunes, 8 de mayo de 2017

Alan Pauls y Stanislav Lem: el desamor es un cuento de fantasmas

Stanislav Lem, Solaris (1961),
traducción de Matilde Horne y
Francisco Abelenda, Barcelona,
Círculo de Lectores (2003)
Solaris y El pasado: Dos novelas que son cuentos de fantasmas. Dos novelas que hablan del pasado, de un amor terminado como aparición. 

*

Sabemos de sobra que Solaris es un planeta compuesto por un mar gigantesco de inteligencia superior. No hay allí individuos, sino un gran organismo de agua viva que ha tomado por objeto de experimentos a los humanos que están ahí para explorarlo. Lo que sucede es que esa inteligencia superior analiza la memoria de las personas y construye clones con sus recuerdos. Al protagonista le toca encontrarse de nuevo con la mujer que amó y que para entonces está muerta. El terror es absoluto: terror del doble, de lo inquietante (aquello que reconocemos y desconocemos al mismo tiempo), pero la necesidad de conservar a aquella criatura, tan parecida pero a la vez construida exclusivamente con sus recuerdos, lo lleva a plantearse el mantenerla con vida aunque se trate de una empresa ridícula. 
"¿Qué es un hombre normal? ¿Aquel que nunca cometió nada abominable? Bueno, pero ¿no tuvo nunca pensamientos desordenados? Quizá ni siquiera eso... Algo, un fantasma, pudo haber surgido en él alguna vez, hace diez o treinta años, algo que él rechazó, y que ha olvidado; algo que no temía, pues sabía que nunca permitiría que cobrara fuerzas, que se manifestara de algún modo. Imagínate ahora que de pronto, en pleno día, vuelve a encontrar ese pensamiento, encarnado, clavado en él, indestructible. Se pregunta dónde está... ¿tú sabes dónde está?"
Alan Pauls, El pasado,
Barcelona, Anagrama (2003)
Pero Solaris no deja de ser una novela de ciencia ficción. El pasado, en cambio, practica una maniobra mucho más arriesgada. Allí se nos cuenta la separación en buenos términos de Rímini y Sofía. Tanto duró su relación que hasta el divorcio es amoroso. Rímini se propone hacer borrón y cuenta nueva, porque cree fervientemente que solo el olvido le permitirá entablar una nueva relación. Pero Sofía se le aparece constantemente, y lo enrarecido de las situaciones, del tipo pesadilla recurrente de la que no puede despertar, va insertando elementos fantasmales y terroríficos en una trama que en un principio parece del todo realista. Rímini comienza a desintegrarse: si la olvida a ella olvidará también gran parte de su propia experiencia, como si se cortara un brazo de cuajo, como si perdiera capacidades que aparentemente le correspondían solo a él. Pero Sofía se sale con la suya (y he aquí el susto).
"[...] Sofía esa Sofía viva, orgánica, tan presente que ni aun suprimiéndola había dejado vacante el espacio físico que ocupaba en el mundo estaba hecha del mismo material [...] del que estaban hechos, uno por uno, todos los espectros del pasado que lo habían visitado durante la noche en la comisaría. Un material plano, sin dimensiones, pero incesante, y sobre todo indestructible: el material de que están hechos los muertos." 
Dos novelas buenísimas, por cierto, filosóficas, aunque de muy diferente manera. Dos novelas que emocionan y dan miedo al mismo tiempo.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Lo proustiano: José Donoso y Alan Pauls



Marcel Proust, Sobre la lectura,
traducción de Manuel Arranz,
Valencia, Pre-textos (2002)
Dice Marcel Proust en Sobre la lectura que una de las grandes cualidades de los bellos libros es eso que el autor llamaría "conclusiones" pero que para el lector se transforman en "incitaciones". Y se explica: "Somos conscientes de que nuestra sabiduría empieza donde la del autor termina, y quisiéramos que nos dieran respuestas cuando todo lo que pueden hacer por nosotros es excitar nuestros deseos".

Acto seguido evocamos la lectura de En busca del tiempo perdido recordando cuál fue el deseo que nos produjo: revivimos el lugar, el tiempo que hacía fuera, el paisaje en la ventana, las interrupciones deliberadas o ajenas, algunos momentos-bostezo entremezclados con el deleite en recorrer esas frases tan largas y subordinadas, en las que el protagonismo de detalles insignificantes, gestos mínimos y elementos cotidianos (¡una madalena!) pueden desencadenar innumerables hilos narrativos y situacionales... 

Cada uno sabrá dar forma a eso que la madalena ha evocado en nosotros, o si vamos más lejos, si hemos sido capaces de encontrar una madalena para nosotros, si hemos extrapolado eso que en Proust es madalena y en nosotros vaya uno a saber qué, cómo y sobre todo cuándo, porque está por ver si eso que en Proust es madalena se materializará (o no) en nosotros como el objeto que ha despertado nuestra evocación, con la misma entidad que esa madalena cuando el tiempo haya pasado y tengamos una perspectiva que nos permita recuperar una vida entera, y entonces nos demos cuenta de que no hemos hecho más que perder el tiempo. ¡Cuánto tiempo perdido!, nos diremos si resulta que no hemos conseguido dar con algo parecido a esa madalena. 

Pero no quiero hablar o sobre todo especular sobre el deseo que la lectura de la serie completa ha incitado en mí, de mi suerte al leer la serie completa (no voy a fanfarronear de haber cobrado por espacios), sino de dos lecturas que extrajeron de allí digno impulso creativo y del todo deseoso:


José Donoso, Mascarada,
México, FCE (2006)
José Donoso construye un homenaje y a la vez una parodia en "El tiempo perdido", una novela corta en la que se nos cuenta la última noche de un joven que está a punto de viajar a París con una beca. Donoso acierta al narrarnos las peripecias con una voz à la Proust, donde los personajes se identifican con cada uno de los personajes de la celebrada novela, pero sobre todo da en la diana cuando intercala los diálogos entre los personajes, porque las palabras que ellos dicen no están teñidas del estilo del narrador. Todo aquello tan proustiano se cae de un plumazo y se evidencia el hechizo. Es novela irónica y estimulante, y por lo demás aborda con humor el tema de la mitomanía de lo que significa Europa para los sudamericanos y su consiguiente sensación de decepción: el París que el joven se encuentra no se parece en nada al leído.


Alan Pauls, Historia del dinero,
Barcelona, Anagrama (2013)
Otro caso, aunque diferente, es el de Alan Pauls: impecable reformulación de la proustinfluencia en su prosa, deseo de madalena que es deseo de escribir, y no hablo de deseo exclusivamente porque justo (ay, casualidad) se trate de uno de esos escritores que se deja desear, sino porque aborda desde el placer y el gozo el oficio de juntar palabras. Historia del dinero es la última parte de una trilogía que busca indagar y contarnos los años setenta en Argentina a partir de aquello cotidiano y por ello transparente (si es que se puede decir del dinero que es transparente), aquello que se ha dejado de lado al narrar la década donde lo político se inmiscuye en cada hueco. Trilogía que es, de un modo diría que explícito, una recherche de todo aquello perdido: los setenta vistos desde tres ángulos poco habituales y sumamente cotidianos.

Vidas de clase media en las que el dinero importa: el dinero es madalena para muchos de nosotros; un billete perdido puede hacernos desfallecer de búsqueda: tener algo de dinero, ni mucho ni poco, nos alerta de que podemos perderlo.

Dice el mismo Pauls (con ese aire un poco histérico y refinado) que no es más que una novela porno sobre el dinero: el billete obsceno, explícito, en todas partes, en cada escena, en todas las relaciones.
Detengámonos un momento: casi un espejo de la realidad.

Aquí dejo un vídeo donde explica, con su humor característico, en qué consiste Historia del dinero: