rumiar la biblioteca

lunes, 22 de julio de 2024

Ana Paula Maia o lo animal enrarecido

 

Ana Paula Maia, De ganados y de hombres (2013), traducción de Cristian De Nápoli, Buenos Aires, Eterna Cadencia (2024)

https://eternacadencia.com.ar/site/view-ec-book/128

De realismo descarnado aunque abunde la carne, De ganados y de hombres es la historia de un matadero de vacas, donde Edgar Wilson, el personaje principal, es el encargado de aturdir las reses, es decir, darles aquel golpe que las deja desmayadas antes de ser degolladas y cuarteadas. Recuerdo que yo también, tal como una escena de la novela, fui con el colegio a un matadero donde nos explicaron que si las vacas están asustadas antes de morir, la carne se endurece, por eso no deben conocer el destino que les espera. 

Hay mucha muerte en esta novela, de todo tipo. Se confunde lo humano con lo animal y la violencia es cotidiana y poco a poco nos vamos acostumbrando a ella. 

"En los lugares donde la sangre se mezcla con el suelo y con el agua es difícil tratar de establecer cualquier distinción entre lo humano y lo animal. Edgar se siente tan en sintonía con los rumiantes, con la mirada insondable que tienen y con la vibración de la sangre en sus venas, que a veces se pierde en su misma conciencia al preguntarse quién es el hombre y quién el bovino."

Aunque también puede leerse como una novela de terror, incluso de terror medioambiental, porque los animales comienzan a comportarse de manera realmente extraña. 

Con prosa precisa, de frases cortas y diálogos notables, asistimos a una historia que empieza realista y poco a poco va enrareciendo lo cotidiano, en la línea de Samanta Schweblin o Selva Almada.

lunes, 15 de julio de 2024

Rodrigo Fresán en tres movimientos: diario de lectura 3


Rodrigo Fresán,
 El estilo de los elementos, Barcelona, Literatura Random House (2024)

https://www.penguinlibros.com/es/literatura-contemporanea/336145-libro-el-estilo-de-los-elementos-9788439742975

Movimiento tercero

Arranca el movimiento tercero con un ejercicio formal que, para qué negarlo, me fascina: el libro se ha convertido en un manual de estilo, un manual con instrucciones sobre cómo escribir o cómo editar el presente y el lector (es decir, yo) se va preguntando si primero vinieron las instrucciones y luego la escritura o primero la escritura y luego se insertaron las instrucciones, pregunta que viene a ser la misma que la del huevo y la gallina o si primero es el lector y luego el escritor. 

Lo que vemos en esta tercera parte es a Land ya adulto viviendo en Gran Ciudad III, es decir, Barcelona, y notamos que la narración ha pasado a primera persona y Land es el Land del pasado y "yo" es el Land del presente. Y pareciera que esta parte es una variación de las dos partes anteriores, un recorrido por la memoria de las dos partes anteriores, porque ha llegado una pandemia, la pandemia del Nome (palabra que aparece a lo largo de todo el libro como comodín), es decir, una pandemia que afecta a la memoria:

"O qué era lo que hacía que todas las personas vacilasen y dijesen la palabra Nome cuando, cada vez más seguido, no se recordaba una determinada ubicación de lugar o autor de libro o título de canción o actor de película o apellido de conocido de pronto desconocido como si todo y todos fuesen paraguas tan fáciles de olvidar bajo la tempestad de la desmemoria. Y no era desmemoria arbitraria o asistemática: se iba olvidando desde adelante hacia atrás, desde el presente al pasado."

Vuelve la femme fatale y el escritor aquel que había conocido en Ciudad II y que tanto se parece al propio Fresán, aunque no es exactamente Fresán, y termina pasando algo calamitoso: Land adulto y el escritor se enfrentan con violencia, lo que terminará por destruir su tercera biblioteca. Leemos sobre escritores fantasmas, sobre enseñar a escribir, sobre cómo un libro puede crear a sus propios lectores, sobre la muerte de los escritores, sobre las variaciones Goldberg de Glenn Gould, entre otras cosas.

Sin duda que entre esas otras cosas la más importante es que reaparece ella. Esta ella es Ella con la misma apariencia que tenía de adolescente, y al poco sabemos que ella es hija de Ella y que el parecido es notable. La hija de Ella le trae a Land adulto unas grabaciones de su propia voz y la de Ella cuando eran adolescentes, porque entonces Ella iba a todos lados con un grabador con forma de corazón con el que registraba conversaciones entre los dos. Y todo ese pasado llega de golpe a Land adulto, en un corazón rosa que atesora la voz de la adolescencia, de modo que en la tercera parte, que por momentos es una novela fantasmagórica y onírica y hasta bioycasaresca (porque dudamos de si ella realmente existe), asistimos a la recuperación de la memoria de Land, y sabemos que todo lo que hemos leído, todo el libro, es precisamente ese ejercicio. Porque recordar, junto a inventar y soñar, son los elementos (o las partes) del escribir:

"Inventar era recordar hacia adelante. Recordar era inventar hacia atrás. Soñar era recordar inventando de arriba abajo."

No me cabe duda de que El estilo de los elementos va de camino a ocupar merecidamente uno de los primeros puestos de mejor novela del año: inteligencia, humor a raudales (humor del qué y también del cómo: insertado en el propio lenguaje), nostalgia y emoción, fascinación formal.

lunes, 8 de julio de 2024

Rodrigo Fresán en tres movimientos: diario de lectura 2

 

Rodrigo Fresán, El estilo de los elementos, Barcelona, Literatura Random House (2024)

https://www.penguinlibros.com/es/literatura-contemporanea/336145-libro-el-estilo-de-los-elementos-9788439742975

Movimiento segundo

(Leo esta segunda parte con muchas interrupciones y aun así no tengo ningún problema para seguir la trama, cosa llamativa en una novela de estas características.)

Land viaja a Ciudad II, ciudad tropical, donde vive ahora, es decir, Caracas. Un apartamento con piscina compartida en la que pasa la mayor parte del tiempo y donde conoce a adolescentes de todo el mundo (hasta hay cameo de un escritor que siempre quiso ser escritor y que fue secuestrado de niño, un escritor, en definitiva, tremendamente parecido a Fresán mismo, aunque Fresán no es ni Land ni este escritor). La felicidad de la adolescencia. La felicidad de relacionarse por primera vez con niñas y por fin enamorarse de Ella. Leer a Jane Austen y a las Brontë. Escuchar música de otra manera. Lo cierto es que el comienzo de la adolescencia coincide con el cambio de escenario como si fuera un pasar página. O cambiar de libro. Y esto no es del todo metafórico porque, como rito de paso, como abandono de la infancia, sus padres le obligan a destruir su biblioteca primera. 

De golpe aquí abundan los centros comerciales y aunque hay pocas librerías, Land las frecuenta y se hace experto en robar libros. Uno que ha robado, que lo acompañará durante toda esta etapa: el Tractactus logico philosophicus de Wittgenstein. Y llega el momento de ir al colegio y lo apuntan a uno católico y Land odia las matemáticas y no hace un examen y entonces lo expulsan. Esto es la Big Vaina: se pasa dos años simulando ir al colegio pero en realidad se interna en un centro comercial y lee. Roba libros y lee y sigue leyendo. Comienza a mirar la realidad como si fuera un libro, porque para entonces, adicto a la lectura, Land es El Lector:

"[...] sí, para él ya todo es literatura, ya no puede sino leer la realidad como si releyera ficciones, ya está perdido [...]."

Pero los padres se enteran y entonces llega la segunda destrucción de su biblioteca como castigo. Y lo obligan a quedarse en casa. Y quieren que escriba, que deje de leer y escriba. Pero Land no. Él solo quiere ser lector. Y sueña con su futuro, donde trabaja de asistente en la banda Supertramp y como librero y vuelve a Ciudad I y se convierte en periodista. Pero el sueño premonitorio termina y vuelve a la realidad, es decir, al presente. Menos mal que el Tractatus se salvó de la destrucción, y lo lee con fervor. Pero la realidad golpea: Drill ha muerto, Ella se ha enamorado de otro, sus padres ahora toman cocaína. En una de las fiestas de sus padres, Land prueba la cocaína y debuta sexualmente con una amiga de sus padres, la escritora femme fatale. Y Land se siente vacío y ya nada tiene sentido porque sabe que la juventud se terminó definitivamente. 

Oh, Land.

lunes, 1 de julio de 2024

Rodrigo Fresán en tres movimientos: diario de lectura 1

 

Rodrigo Fresán, El estilo de los elementos, Barcelona, Literatura Random House (2024)

https://www.penguinlibros.com/es/literatura-contemporanea/336145-libro-el-estilo-de-los-elementos-9788439742975

Movimiento primero

El libro está dividido en tres partes y la primera ocurre en la Gran Ciudad que sin ninguna duda es Buenos Aires, ciudad de nacimiento de Land, alter ego de Rodrigo Fresán, aunque en realidad no es para nada Rodrigo Fresán (que quede claro). Porque estamos aquí en el terreno resbaladizo de la autoficción o autobiografía libre y liberada de corsés, como aquella En busca del tiempo perdido, que tal vez sea el único modelo de escritura autoficcional que convence al narrador. Entonces sabemos que Land no quiere ser escritor, solo quiere ser lector. Sus padres son editores de Ex Editors y además se relacionan o directamente pertenecen a grupos guerrilleros, lo que a la postre los obliga a emigrar a otra Gran Ciudad. Pero aún estamos en la primera parte y aquí Land nos cuenta su infancia, su educación sentimental, su adoración por Drácula, por La Evanauta (novela gráfica sin duda trasunto de El Eternauta) y a la vez es un inventario de juguetes y golosinas tan argentinas, aunque a Land el juguete que más le gusta sea el libro. Le gusta más que los programas televisivos del tipo Colosos de la Lucha (que evidentemente es Titanes en el Ring), y el libro por momentos es un museo de la memoria argentina y a la vez historia argentina contada en clave argentina. 

Sabemos entonces que sus padres, que no son nada buenos padres, que no paran de organizar fiestas en casa que no dejan dormir a nadie, un día, a causa de una notable redacción en el colegio, le regalan a Land The Elements of Style, un libro recetario sobre en qué consiste el estilo. Claro que a Land aquello le parece absurdo. Sus padres son del tipo de padres que creen que sus hijos son genios y tienen amigos escritores como Silvio Platho que siempre anda diciendo que se va a suicidar. Aunque hay uno, mayor que sus padres, que viene a funcionar como maestro y lugar seguro de Land, cosa que sus padres no le brindan. Se trata nada menos que del autor de La Evanauta, César X Drill, y la parte en que conocemos las enseñanzas de Drill es sin duda la mejor parte dentro de la primera parte de la novela. Drill varía o filosofa o reflexiona en voz alta, y lo que le dice a Land deja huella en Land pero también, qué duda cabe, en los lectores. Le habla de la mentira, de que decir "no entiendo" es mejor que decir "no se entiende", de la ficción, la realidad, el pasado, de qué es un artista, de la memoria y del tiempo, entre otras cosas, sin duda provechosas y sobre todo propicias a leer lápiz en mano, da igual si azul o rojo. 

"He aquí la razón del Gran Arte. Razón que pasa, paradójicamente, por primero hacer sentir pequeño a su destinatario para que este, perseverando, pueda experimentar por sí mismo la excitante e intransferible sensación de crecer, de ir creciendo. De no entender en principio para acabar entendiendo. Y descubrir entonces que su relación con eso ha sido tanto más intensa y trascendente y provechosa que cualquiera de esas otras relaciones en las que todo estaba claro desde el comienzo."

La cosa sigue así: poco a poco la gente que se relaciona con sus padres empieza a desaparecer y aquello va tomando la forma de cuento de fantasmas hasta que vemos a Land despedirse de su biblioteca y partir en avión a nuevo destino. 

Los lectores a este punto estamos encantados: humor y estilo y a la vez historia argentina y sin duda reflexiones verdaderas sobre la escritura y la vida, pilares que construyen El estilo de los elementos, que va en camino de convertirse en uno de mis libros preferidos de Fresán y tal vez incluso del año.

lunes, 17 de junio de 2024

Ginés Cutillas y el pacto de lectura (cita)

 

Ginés Cutillas, El ensayo-ficción, Madrid, Sílex (2024)

https://www.silexediciones.com/producto/el-ensayo-ficcion/

"El pacto de ambigüedad presenta a la vez el texto como ficticio y real. Lo que cautiva de esta nueva forma de narrar es precisamente ese desprendimiento de la realidad que aligera el texto, no importa tanto la veracidad como la verosimilitud: aquí debería, podría o tendría que suceder y, sin embargo, también podría ser de otra manera. No se escribe bajo ninguna ley moral, lo que convierte el texto en un relato amoral, libre de prejuicios por parte del autor y de juicios posteriores por parte del lector, en un intento de abrirse a los demás, en busca del reconocimiento del otro."

[...]

"Ser 'borgiano' es precisamente eso, ser ambiguo al colocar la ficción y la realidad al mismo nivel. Piglia afirmaba que había tres tipos de escritores, según el plano en el que se encontrasen el texto y el subtexto. Si ambos están al mismo nivel, tenemos la literatura borgiana, si el subtexto va delante, la kafkiana, y si mostramos el texto, pero escondemos el subtexto, siguiendo el ya famoso método iceberg, entonces tenemos escritores tipo Hemingway. Curiosamente, estos tres tipos de escritores podrían tener su equiparación según el pacto de lectura: así, en el mismo orden, tendríamos el ambiguo, el ficcional y el autobiográfico."

lunes, 10 de junio de 2024

Eduardo Halfon: ser judío y guatemalteco

Eduardo Halfon, Tarántula, Barcelona, Libros del Asteroide (2024)

https://librosdelasteroide.com/libro/tarantula


Con su ya característico tono confeso y su narrador autoficcional, escuchamos la voz de Eduardo Halfon contándonos un episodio de su niñez. Bueno, no era exactamente un niño, sino un preadolescente de trece años, es decir, cuando ya no se es del todo niño pero aún tampoco un jovenzuelo. Sabemos que la familia ya vive en Estados Unidos desde hace tres años porque en Guatemala hay guerra y hasta los niños saben qué es la guerra aunque no entiendan sus porqués. Y entonces el padre decide que los enviará a un campamento aquel verano. Eduardo no quiere ir, pero el padre impone su autoridad.

Resulta que el campamento es un campamento para niños judíos en Guatemala donde enseñan a los niños a ser judíos y a cantar canciones en hebreo. Todo parece inocente (hacen guardias, aprenden canciones, aprenden palabras en hebreo) hasta que tiene lugar una actividad (si se puede llamar a lo que ocurre "actividad" y no simplemente "aberración") sumamente escalofriante: el monitor simula que esos niños están en un campo de concentración y los trata como tales, porque es así como entenderán lo que significó un campo de concentración para el pueblo judío.

Aquella historia traumática viene contada mediante retazos: vamos sabiendo de a poco y así consigue que nos mantengamos atentos. Es capaz de irla desmenuzando y al tiempo comentando, pues su escritura no deja de ser un proceso de autodescubrimiento. Dice el narrador en un momento que es judío y además guatemalteco, a su pesar, aunque de niño odiara ser precisamente eso. Después de leerlo a mí me queda la impresión de que Halfon nos presenta lo judío como doloroso y cruel y lo maya como misterioso y sanador. 

"Que cuáles eran los libros que nunca había leído, me preguntó el periodista español, pero que más me habían influenciado como escritor. Una pregunta ridícula y a la vez genial, le dije a Regina. Y yo, sentado ante aquel periodista español, de inmediato supe mi respuesta. Tomé un sorbo amargo de expreso y me quedé saboreándolo más de lo necesario, por puro drama. La Torá y el Popol Vuh, le dije a Regina. Aunque jamás los he leído, no hay dos libros que, como hombre y como escritor, me hayan marcado más. Y es que no necesito leerlos, le dije, pues los he llevado siempre conmigo, escritos ambos en alguna parte muy dentro de mí. El libro de los judíos y el libro de los guatemaltecos, si se me permite esa simplificación, y si es que se les puede llamar libros a esas dos obras monumentales que representan y definen las dos grandes columnas sobre las cuales está construida mi casa. Pero una casa que yo, por alguna razón, desde niño necesitaba destruir o al menos abandonar."