rumiar la biblioteca: Tusquets
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lunes, 27 de mayo de 2024

Rosa Ribas, escritora

 

Rosa Ribas, Peces abisales, Barcelona, Tusquets (20249

https://www.planetadelibros.com/libro-peces-abisales/392342

Simpatiquísimo este libro inclasificable de Rosa Ribas, que a ratos puede leerse como un testimonio de su poética. Momentos biográficos, vergüenzas infantiles, complejos de periferia, reflexiones de una escritora que escribe a lápiz, que fue durante mucho tiempo extranjera y que acaba de volver a casa, para lo que tuvo que mover su biblioteca. 

"Como los hijos de los diplomáticos, he desarrollado una buena capacidad de observación, para aprehender las reglas de los nuevos lugares y adaptarme a ellos, arrastro conmigo la constante sensación de excentricidad, pero no en el sentido de ser estrafalaria, sino en el de tener el centro desplazado, una perenne desubicación que va de la mano de un profundo anhelo de raíces."

Escrito con esa ironía entre tierna y naif que nos arranca sonrisas cómplices, de prosa trabajadamente sencilla y próxima, este compendio de postales de escritor y de cómo este se construye se desliza agradablemente entre brazadas de profunda sabiduría cotidiana. 

"Uno de los motores de la escritura es la búsqueda de respuestas que sabes inalcanzables. Que deseas inalcanzables, ya que lo más probable es que sean triviales, que no estén a la altura ni de las preguntas ni de las hipótesis."


lunes, 18 de marzo de 2024

Gilles Deleuze sobre Spinoza: budismo de la vía media o hay que evitar las pasiones tristes (cita)

 

Gilles Deleuze, Spinoza: filosofía práctica (1981), traducción de Antonio Escohotado, Barcelona, Tusquets (1984)

https://www.planetadelibros.com/libro-spinoza-filosofia-practica/90225

"En Spinoza se encuentra sin duda una filosofía de la 'vida'; consiste precisamente en denunciar todo lo que nos separa de la vida, todos estos valores trascendentes vueltos contra la vida, vinculados a las condiciones e ilusiones de nuestra conciencia. La vida queda envenenada por las categorías del Bien y del Mal, de la culpa y el mérito, del pecado y la redención. Lo que la envenena es el odio, comprendiendo también en él el odio vuelto contra sí mismo, la culpabilidad. Spinoza sigue paso a paso el encadenamiento terrible de las pasiones tristes: primero la tristeza misma, después el odio, la aversión, la burla, el temor, la desesperación, el morsus conscientiae, la piedad, la indignación, la envidia, el pesar, la cólera, la venganza, la crueldad... Lleva tan lejos su análisis que hasta en la esperanza y en la seguridad encuentra ese poco de tristeza que basta para hacer de ellas sentimientos de esclavos. La verdadera ciudad propone a los ciudadanos más el amor a la libertad que esperanzas de recompensa o incluso la seguridad de los bienes; pues 'a los esclavos y no a los hombres libres es a quienes se recompensa por su buen comportamiento'. Spinoza no es de los que piensan que una pasión triste pueda ser buena bajo algún aspecto. Antes que Nietzsche, denuncia ya todas las falsificaciones de la vida, todos los valores en cuyo nombre despreciamos la vida; no vivimos, solo llevamos una apariencia de vida, no pensamos sino en evitar la muerte, y toda nuestra vida es un culto a la muerte."

lunes, 15 de mayo de 2023

Rosa Ribas o la urbanización inquietante

 

Rosa Ribas, Lejos, Barcelona, Tusquets (2022)

https://www.planetadelibros.com/libro-lejos/348807

Una urbanización alejada de la capital, una que quedó a medio hacer una vez derrumbado el boom del ladrillo. Está habitada apenas, hay zonas que se vienen abajo, casas okupadas. Apenas un café, un badulaque y una gasolinera. Los pobladores decentes se ven a cada rato: reuniones de vecinos, fiestas. Dicen que se tienen que cuidar entre ellos, que los okupas son cada vez más. El ambiente es opresivo, a pesar de que están en medio del campo. 

"Cada vez que llega alguien aquí, le echo un vistazo, para ver quién es. Y qué tal es. Cuando llegaste ya había aquí una pareja que lleva unos meses ocupando un piso de la fase dos. Unos rumanos andan metidos en uno de los primeros bloques de esta parte. Por ahí [...] viven también dos familias que hasta tienen huerto y animales. Y por allá, tres chicos, me imagino que fugados... Ahora no somos tantos, pero han llegado a vivir por aquí hasta treinta personas. Y la mayoría son como tú y yo, discretos y precavidos, porque si no lo saben, se imaginan que los de la urbanización no nos quieren aquí."

Eso le dice el viejo Matías al protagonista masculino, un hombre que está fugado y no sabemos muy bien por qué. Ambos son okupas. Pero también está la mujer recién separada que trabaja todo lo que puede para cansarse lo antes posible e irse a dormir, una que vive con la gente decente, con la que poco a poco se va enemistando.

Apenas hay acción en esta novela de ambiente, un ambiente inquietante y electrizado con aires a Dogville. La prosa es neutra, de frase corta, con ciertos retazos irónicos cada tanto. Lo que viene a contarnos es la historia de una comunidad asfixiante y pretendidamente perfecta que se ve infestada por outsiders. Claro que la cosa se va complicando: hay muertos, una historia de amor, gente que se vuelve loca, niños perdidos. Rosa Ribas consigue mantener la tensión hasta la última página incluso cuando nada pareciera a su favor: personajes aparentemente rutinarios en un escenario semiderruido en medio de un páramo. 

lunes, 8 de mayo de 2023

Cristina Rivera Garza: amor, revolución, lenguaje, locura

 

Cristina Rivera Garza, Nadie me verá llorar, Barcelona, Tusquets (1999)

https://www.planetadelibros.com/libro-nadie-me-vera-llorar/88601

Joaquín es fotógrafo. Se especializó en fotografiar a locos, un trabajo rutinario como cualquier otro, como los que hacía antes: fotos de prostitutas, fotos de muertos. Estamos en México a principios del siglo XX. Joaquín es morfinómano y está obsesionado con una interna, Matilda, pues sospecha que ya la conoce del pasado, de un burdel. Intenta desentrañar su identidad, saberlo todo, tanto, que hasta se confiesa con el jefe del manicomio, Eduardo. Le cuenta sus cuitas de amor, hablan de mujeres, de sus obsesiones. Y escucha las historias de Matilda, que se ven mezcladas con los cambios políticos.

Al poco nos vamos dando cuenta de que el verdadero protagonista es el lenguaje. No solo porque Rivera Garza lo trabaja con precisión, con verdad rara, con extrañamiento de la percepción, sino porque la locura y el lenguaje siempre van juntos, porque el lenguaje es síntoma. 

"Hay ciertos términos que, en cambio, lo hacen sonreír con una arrogancia difícil de ocultar: los diagnósticos de 'imbecilidad', 'psicosis masturbatoria', 'susto', 'locura razonada', entre otros. Cada vez que los encuentra al final de los interrogatorios coloca signos de interrogación entre ellos, y luego de descartarlos, añade una nueva terminología con su pluma fuente. 'Toxicomanía', 'histeria', 'esquizofrenia'. Esos son los nuevos nombres para quienes han perdido el deseo por la vida."

Sumemos a esto la estructura de la novela: entretejida con informes reales sobre los locos, en tipología distinta, con fragmentos y voces y puntos de vista que van alternándose, Nadie me verá llorar se va armando como un puzle que primero parece psicótico, desmembrado (¿y acaso no se nos presenta así la realidad, acaso no aprendemos desde niños a colocar las cosas según un orden compartido?) y a medida que leemos se va montando, va construyendo sentido.

lunes, 30 de julio de 2018

Malcolm Lowry y la resaca del fracaso

Malcom Lowry, Bajo el volcán (1947), traducción de Raúl Ortiz y Ortiz, Barcelona, Tusquets (2017)
https://www.planetadelibros.com/libro-bajo-el-volcan/88401

Un largo paseo etílico de prosa deslizante, de emotiva ironía, de resaca de fracasos a lo largo de un solo día, el día de los Muertos de 1938 en ciudad de México. Un volcán amenazando constantemente a cuatro personajes: tres hombres y una mujer de quien todos parecen estar más o menos enamorados. Geoffrey, el cónsul alcohólico, e Yvonne, su ex mujer que ha regresado; M. Laruelle, el director de cine, con quien Yvonne ha tenido un affaire, y Hugh, hermano del cónsul, periodista y activista político. La guerra de España como telón de fondo.

Una novela realista hermana de McCullers y Gaddis, o novela puente entre McCullers y Gaddis: lo McCullers por el realismo fracasado y el alcohol; lo de Gaddis por el constante deambular cinematográfico, los guiños a otros escritores y los anuncios intercalados (y digo Gaddis por no decir Joyce).
"El cónsul terminó su mezcal: todo era una broma patética, desde luego, de todos modos, este plan de subir al Popo, sin bien era el tipo de actividad de la que se habría enterado Hugh antes de llegar, en tanto que descuidaba tantas otras cosas, sin embargo, ¿no se les habría ocurrido acaso que la idea de subir al volcán era equivalente en alguna medida a una vida en común? Sí, ante la mirada de ambos se alzaba con todos sus peligros ocultos, sus trampas, ambigüedades, engaños, portentoso como lo que podían imaginar durante el miserable y breve lapso ilusorio que dura un cigarrillo, que era su destino... ¿o solo era el caso, ¡ay!, que Yvonne era feliz?"
La cosa se va poniendo cada vez más amenazante, pero acompañada de copas y más copas, va tomando un aire progresivamente delirante. Los diálogos se entremezclan y son bastante absurdos: otra cosa no puede esperarse de un puñado de borrachos.

lunes, 30 de abril de 2018

Thomas Pynchon o jamás te deshagas de la fantasía

Thomas Pynchon, La subasta del lote 49 (1965), traducción de Antonio-Prometeo Moya, Barcelona, Tusquets (1994)
https://www.planetadelibros.com/libro-la-subasta-del-lote-49/213814

Edipa Maas, una especie de Alicia en el País de la Paranoia y a quien su psicólogo le acaba de proponer una terapia con LSD, ha sido nombrada albacea de Pierce Inverarity, un antiguo amante de excelente posición y cuyos bienes son incontables. De modo que Edipa se va de viaje para encontrarse con el abogado que le ha enviado la carta, un viaje alocado como pocos, más cercano a una larga noche de pesadillas libidinosas y de señales paranoicas, sembrada de canciones como si se tratara de un musical, que la llevará por un periplo alocado y divertidísimo en el que descubre, cómo no, una conspiración.
"A estas alturas, Edipa reconocía los indicios de aquel jaez del mismo modo que, según dice, les pasa a los epilépticos: un olor, un color, una penetrante nota musical de adorno que anuncia el ataque. Después solo se recuerda el síntoma, horrura de realidad, la anunciación profana y nunca lo revelado durante el acceso. Edipa se preguntó si, al final de aquella aventura (en el caso de que tuviera final), se quedaría igualmente con una acumulación de recuerdos relativos a indicios, anunciaciones, insinuaciones, y no con la verdad misma, la verdad fundamental, que en cada ocasión parecía demasiado deslumbrante para que la memoria la retuviese; que parecía estallar siempre y destruir su propio mensaje de modo irreparable, no dejando tras de sí más que un vacío calcinado cuando volvía a imponerse la normalidad del mundo cotidiano."
En un momento, Edipa vuelve a ver a su "comecocos", como lo llama, de quien no ha aceptado el tratamiento con LSD. Le dice que ha venido "con la esperanza de que me desapareciese una fantasía hablando con usted". Y el psicólogo le contesta:
"¡No lo haga y trátela con amor! [...] ¿Qué otra cosa le queda? Sujétela bien por su minúsculo tentáculo, no permita que los freudianos se la arrebaten con zalamerías ni que los farmacéuticos se la eliminen a fuerza de pócimas. Sea cual fuere, cuídela con cariño, porque si la perdiese, por ese pequeño detalle sería usted como los demás. Y empezaría a dejar de existir." 

lunes, 4 de septiembre de 2017

Piglia y Murakami hablan de escribir

Haruki Murakami,
De qué hablo cuando hablo de escribir (2015),
traducción de Fernando Cordobés y Yoko Ogihara,
Barcelona, Tusquets (2017)
Murakami desentraña sus secretos: nos cuenta cómo escribe. Para empezar, dice que en su opinión el escritor no debe ser extremadamente inteligente, porque si tiene las ideas claras, no hará falta tomarse el trabajo de construir una novela, proceso lento y de descubrimiento de aquello que verdaderamente se quiere escribir. Piglia viene a decir lo mismo sirviéndose de una metáfora: "un artista es aquel que nunca sabe si va a poder nadar: ha podido nadar antes, pero no sabe si va a poder nadar la próxima vez que entre en el lenguaje".
Murakami abunda: "El fundamento de todo escritor es contar una historia; expresado con otras palabras se puede decir que es penetrar en la parte más profunda de la conciencia. En cierto sentido es sumergirse en la oscuridad del corazón". 
Al parecer las metáforas acuáticas son bastante cercanas a lo que significa "entrar en escritura". El que escribe se zambulle presa de entusiasmo y va hacia algún lado sin tener ni idea de adónde asomará la cabeza. Como precisa Piglia: "El arte de narrar es el arte de la percepción errada y de la distorsión. El relato avanza siguiendo un plan férreo e incomprensible y recién al final surge en el horizonte la visión de una realidad desconocida: el final hace ver un sentido secreto que estaba cifrado como ausente en la sucesión clara de los hechos."

Ricardo Piglia,
Formas breves,
Barcelona, Anagrama (2000)
¿Y qué opina Murakami sobre la imaginación? Cree que "la imaginación es una combinación de recuerdos fragmentados e incoherentes. Esa memoria incoherente combinada de forma eficaz, por muy contradictoria que pueda parecer, puede tener un carácter tanto preventivo como intuitivo y, en mi opinión, eso debe transformarse en el motor y en la fuerza de la historia". Piglia universaliza la misma idea: "La tradición literaria tiene la estructura de un sueño en el que se reciben los recuerdos de un poeta muerto".

Sobre la cuestión de la originalidad, Murakami dice que, para ser original, un escritor debe "tener un estilo propio"; "ser capaz de superar ese estilo peculiar" para evolucionar, y esa originalidad debe convertirse, con el tiempo, en "estándar, en norma. Tiene que ser absorbida por la psique de la gente y convertirse en un criterio de valor". En cambio Piglia ve el asunto justo al revés: "el problema no es tanto que una obra sea o no de vanguardia, lo fundamental para un escritor es que el público y la crítica sean de vanguardia". Parece que la manera de leer es fundamental para que la vanguardia acontezca. Tampoco podemos olvidar que el escritor es, ante todo, un lector irreverente de la tradición.

En todo caso, ambos coinciden en que el proceso de escritura conlleva largos periodos de silencio. Murakami: "la fase de preparación es de las más importantes. Es un periodo de silencio durante el cual se gesta y se desarrolla dentro de uno el brote de lo que está por venir". Piglia cita a Macedonio Fernández para decir algo parecido: "Es necesario, dicen, saber ser lento, se debe saber callar".

lunes, 3 de julio de 2017

Jorge Wagensberg y Carl Jung: hormigas y malentendidos

Jorge Wagensberg,
Toería de la creatividad,
Barcelona, Tusquets (2017)
Jorge Wagensberg desarrolla en este libro un concepto muy interesante, al que denomina Síndrome del Malentendido Colectivo, es decir, cuando un grupo de individuos similares se ponen de acuerdo para construir una nueva individualidad colectiva, y esto se produce cuando la probabilidad de supervivencia para tal especie es mayor como colectividad que como individuos aislados. Pero a menudo se producen malentendidos colectivos fuera del sentido común (piénsese, por ejemplo, en xenofobia), y Wagensberg lo ilustra con un curioso caso, el de remolinos de hormigas. Copio aquí una larga cita para explicarlo:
"Un caso muy espectacular es el fenómeno de los llamados remolinos de hormigas. Aunque el fenómeno es raro, suele suceder con especies de hormigas ciegas que se orientan casi exclusivamente por el rastro de feromonas que otros individuos de la colonia dejan en el suelo durante sus desplazamientos [...]. En condiciones normales se forman las típicas procesiones de hormigas que han salido del nido en busca de comida o que están regresando a él. Sin embargo, aunque es ciertamente poco probable, en ocasiones se observa un comportamiento patológico que consiste en que un grupo de individuos mueren exhaustos. [...] La desactivación del buche es mucho menos probable que su activación, por lo que, finalmente, el remolino puede acabar incluso separándose de la ruta original y el extraño (y aparentemente sin sentido) círculo vicioso persistirá tenazmente hasta el agotamiento total. Es un buen ejemplo de lo que Ilya Prigogine llamó en su día order through fluctuations, o de cómo un caos local arrastra a un sistema hacia un nuevo orden global [...]."
 Añadamos ahora un párrafo sobre hormigas que encontré en el libro Sincronicidad de Carl Jung. El concepto de sincronicidad se refiere a la simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido pero no de manera causal (causa-efecto), sino de manera azarosa o por "casualidad". Jung también elige a las hormigas para ilustrar el asunto:
"Cogemos tres cajas de cerillas y ponemos 1.000 hormigas negras en la primera, 10.000 en la segunda y 50 en la tercera, y una hormiga blanca en cada una de ellas; cerramos las cajas y hacemos un agujero lo suficientemente pequeño como para impedir que salga más de una hormiga a la vez. La primera en salir, de cada una de las tres cajas, es siempre la blanca."
Las hormigas también esclavizan a otras especies a fin de que trabajen para ellas, se suicidan si la colonia corre peligro, construyen balsas vivientes para cruzar cursos de agua. Tal vez deberíamos adjudicarnos la mentalidad de los insectos para comprender ciertos comportamientos gregarios. Como dice Wagensberg:
"Lamentablemente los malentendidos se difunden mucho mejor que los bienentendidos y quizá sea por eso por lo que la palabra malentendido es tan frecuente, mientras que bienentendido ni siquiera existe aún como palabra. El Síndrome del Malentendido Colectivo también contribuye a establecer los límites del así llamado sentido común."
 

lunes, 24 de abril de 2017

Alberto Laiseca, el monstruo iluminado

Alberto Laiseca, La hija de Kheops, Barcelona, Tusquets (2006)
https://www.planetadelibros.com/libro-la-hija-de-kheops/88693

Creo en la iluminación, no en la inspiración.
El faraón tiene un sueño y el astrólogo lo interpreta: debe construir la pirámide pero no estará enterrado allí sino en el vértice de la sombra que dará la pirámide a cierta hora del día. El arquitecto, Tofis, es un loco obsesionado con los mosquitos a quien el astrólogo Cetes protege a toda costa, porque es el único que aún conoce la tradición.
De modo que mientras se va construyendo la pirámide, la novela nos presenta un imaginario fresco de aquella sociedad: la Casa de los Locos, la biblioteca secreta del mago, el ejército y su organización, los esclavos, los pescadores y campesinos, los matrimonios, las casas de prostitución y todo tipo de costumbres sexuales, etcétera, todo engarzado con una prosa irónica, creativa, directa, de delirio contenido y de cuento tradicional del tipo Las mil y una noches
Una novela sorprendentemente narrativa (teniendo en cuenta que es Laiseca) y encantada. Una novela divertidísima, pues el humor atraviesa toda la escritura. ¡Y qué humor! Un humor que trabaja por acumulación.

"¿Por qué lo amos no serán más claros? Cuánto más fácil sería la vida si cada tanto a ellos no se les ocurriesen excentricidades ininteligibles. Es más sencillo aprender a leer que captar los deseos de un amo."


lunes, 5 de enero de 2015

Thomas Pynchon: El arco iris de la gravedad o el musical de la Segunda Guerra Mundial

Thomas Pynchon, El arco iris de la gravedad (1973), traducción de Antoni Pigrau, Barcelona, Tusquets (2009)
http://www.tusquetseditores.com/titulos/fabula-el-arco-iris-de-la-gravedad

Si la Segunda Guerra Mundial es el mito del siglo XX o el definitivo signo para el nuevo orden mundial sobre el que se construye el paradigma de la realidad desde entonces, Pynchon construye un texto enorme y monstruoso con diversos mitos, incluidos los conspiranoicos, hechos rigurosamente históricos, otros tantos tópicos y multitud de canciones, a la manera de la ópera americana por excelencia, el musical (o la película-musical), donde todo termina por banalizarse con el arranque de esas melodías que parecen no venir a cuento. Musical, cómic, escenas noires: ¿Qué es la Segunda Guerra Mundial a poco que se planee sobre ella con una mirada cínica?

"Ello significa que esta guerra no fue política en abosluto, la política no fue más que una comedia, solo destinada a mantener a la gente distraída... Fue dictada, en cambio, por las necesidades tecnológicas, por una conspiración entre los seres humanos y la técnica, por algo que necesitaba el estallido de la energía de la guerra y gritaba: '¡A la porra el dinero, la vida misma de [insértese aquí el nombre de la nación que sea] está en peligro!', pero que quería decir, sin duda alguna: 'Casi está amaneciendo, y yo necesito mi ración nocturna de sangre, mi financiación...'. Las verdaderas crisis solo fueron crisis de distribución y prioridad; no entre las firmas industriales -aunque la representación teatral lo hicicera creer así-, sino entre las diferentes Tecnologías: Plásticos, Electrónica, Aviación, de acuerdo con sus necesidades, comprendidas solamente por la elite dirigente..."

 Si de cinismo hablamos, leed esto:


"Estoy deseando que termine la guerra en el Pacífico para poder volver a casa, si te interesa saberlo. Ahora es allí el tiempo de las lluvias de la ciruela, el Bai-u, cuando maduran las ciruelas. Solo quiero estar con Michiko y mis pequeños y, cuando lo consiga, no volver a salir una sola vez de Hiroshima."

 *

Una novela desbordante que comienza en Londres, en concreto dentro del hospital psiquiátrico Santa Verónica, cede de un organismo encargado de predecir los bombardeos en la ciudad compuesto por personajes de lo más variopintos: un plavoviano que experimenta con locos que dicen presentir dónde van a caer las bombas, un experto en datos, espiritistas y médiums de todo tipo, y Slothrop, nuestro protagonista, quien tiene erecciones en los lugares de los bombardeos... ¿Por qué? Pues porque de pequeño fue vendido por su propio padre a un científico que hacía experimentos con cierto material plástico con el que están recubiertos los cohetes... Una vez finalizada la contienda, y después de una breve estancia en la Costa Azul donde copia y memoriza cierta información sobre los cohetes, Slothrop acude a la Zona, Alemania ocupada y repartida, donde abundan espías y donde todos quieren robarse científicos y planos de armamentos. Esto definitivamente no es ficción (piénsese en la Nasa, por ejemplo), salvo por la manera en que está narrado. Su aventura no es más que una huida perpetua, ya que por sus conocimientos es perseguido por todos; Slothrop conoce a muchas chicas, consume y trafica con drogas, se sube a un barco, que parece el trasunto de aquel barco a la deriva donde antiguamente se encerraba a los locos, un barco lleno de viejos europeos austrohúngaros y sus orgías; se insmiscuye en las mismas entrañas de la tierra, donde los enanos (piénsese en Wagner o mitos nórdicos) estaban construyendo el Cohete junto con el comando negro o secreto, ¡tampoco se deja la obsolescencia programada de las bombillas de luz!, y un montón de disparates y alucinaciones y chascarrillos de difícil lectura, recurrentes referencias literarias y evidentemente miles de novelas diversas que se derraman incontenibles dependiendo de su lector.

http://gravitys-rainbow.pynchonwiki.com/wiki/index.php?title=Main_Page


Novela desafiante, autor demasiado influyente. Un poco tarde le hinco el diente.

Aunque si uno sigue pensando en la biblioteca como autobiografía, en la secuencia personal de lecturas, en baldas que se reacomodan, diré que leí a Pynchon y releí a Bolaño y Fresán y Laiseca y Filloy; Copi y sus secuaces o Ferré y sus precursores, por ejemplo.




Más arco iris: Thomas Pynchon: El arco iris de la gravedad o cómo se documenta un escritor






lunes, 29 de diciembre de 2014

Thomas Pynchon: El arco iris de la gravedad o cómo se documenta un escritor

Thomas Pynchon, El arco iris de la gravedad (1973), traducción de Antoni Pigrau, Barcelona, Tusquets (2009)
http://www.tusquetseditores.com/titulos/fabula-el-arco-iris-de-la-gravedad

Hay una escena en el café Odéon de Zúrich donde el protagonista Slothrop se encuentra con un espía argentino, un anarquista disidente del pujante poder peronista, que describe Argentina de la manera que sigue:


"En la época de los gauchos, mi país era un trozo de papel en blanco. Las pampas se extendían hasta donde llegara la imaginación de los hombres, inagotables, sin cercas. Hasta donde llegara el gaucho a caballo, el lugar le pertenecía. Pero Buenos Aires consiguió la hegemonía sobre las demás provincias. Todas las neurosis de propiedad cobraron fuerzas y comenzaron a infectar el campo. Se construyeron cercas y el gaucho fue menos libre. Es nuestra tragedia nacional. Nos obsesiona la construcción de laberintos donde antes solo había cielo y llanura abierta. Dibujamos modelos cada vez más complejos sobre la hoja en blanco. No podemos soportar esta apertura: nos aterroriza. Mira a Borges. Mira los suburbios de Buenos Aires. Rosas, el tirano, murió hace un siglo, pero su culto florece de nuevo. Debajo de las calles de la ciudad, las conejeras de habitaciones y pasillos, las cercas y las redes de caminos de acero... El corazón argentino, con toda su culpa y perversidad, anhela el retorno a aquella mera y tranquila serenidad: aquella unidad anárquica del cielo y las pampas."

No olvidemos que la colaboración del gobierno argentino durante los últimos años de la Segunda Guerra Mundial fue crucial, y definitiva al terminar la contienda, como refugio para empresas, personas y divisas. Tal vez pertenezca a la teoría conspiranoica, pero se dice que unos cuantos submarinos fueron avistados en las costas. Sin embargo lo que me divierte sobremanera es la irónica (¡y tan literaria!) transparencia con que el escritor deja plasmado cómo se ha documentado: leyendo a Borges, a Lugones, a Hernández. El gaucho es un anarquista: ¡Gaucho Bakunin, dice! 

Más arco iris en: Thomas Pynchon: El arco iris de la gravedad o el musical de la Segunda Guerra Mundial


lunes, 7 de julio de 2014

Antonio Orejudo o el adolescente está soñando

Anronio Orejudo,
Ventajas de viajar en tren (2000),

Barcelona, Tusquets, 2011
Sueños de adolescentes españoles chanantes y delirantes, sueño también del profesor universitario de literatura, o más que sueño, pesadilla y todo eso que te cuento sin venir a cuento, porque no hay sino sorpresas de una prosa ligera y al tiempo rítmica y sofisticada.

Cercano a Copi, Aira, Guebel y hasta a Laiseca y Levrero, de narrativa onírica y osada, en búsqueda constante de provocar al lector: asco, miedo, indignación, risa, desorientación, excitación. Tampoco pierde tanto el hilo de la narración, y eso es celebrable. Hilarante, pues, y al tiempo metaficcional: nunca olvida desnudar el pacto de ficción, y de paso algunos artefactos del varón.   

La narrativa de Antonio Orejudo puede resumirse con una cita de Ventajas de viajar en tren:
"Y todo eso, que en el tren le había parecido extraordinario, pero posible, verosímil y hasta divertido, sintió que se iba convirtiendo conforme ella lo relataba en una cómica sucesión de disparates, como esos sucesos perturbadores, como esas ideas geniales que se nos ocurren en sueños, y que al verbalizarlas se diluyen en el aire o dejan al descubierto su condición de gilipollez."

Antonio Orejudo,
Un momento de descanso,

Barcelona, Tusquets, 2011
Pero es denuncia también, porque el delirio no deja de cumplir una función social (y por eso enredo a Laiseca y su realismo delirante) que le da la vuelta a la realidad como un guante de látex, de látex o, bueno, ya me entienden, con tanta pornografía me obsesiono, pero este otro libro además de sexo habla de la universidad y de la corrupción y de las injusticias aunque con impecable sentido del humor, cosa que no deja de ser valiente, por otro lado, por el lado de la honestidad. Y también de la imaginación y la mentira, herramientas de todo escritor:

"Aunque eso me atormentó durante algún tiempo, al final comprendí que obsesionarse con distinguir nítidamente entre realidad e imaginación era un error operativo y conceptual que además conducía a la neurosis. Entendí que era más razonable -y también más exacto- considerar que la imaginación es un sexto sentido, tan fidedigno o engañoso como los demás. Al fin y al cabo, la vista también nos juega a veces malas pasadas. Hasta la razón nos resulta en ocasiones poco fiable, sin que por ello desconfiemos por principio de nuestros análisis o nos arrepintamos de tener circunvoluciones cerebrales."
Os dejo un vídeo (cortesía de Librerías Gandhi) con una breve entrevista:

lunes, 9 de junio de 2014

Eros/Tánatos: Neuman, Bolaño, Bataille

Roberto Bolaño, El gaucho insufrible,
Barcelona, Anagrama (2003)
Follar es lo único que desean los que van a morir. Follar es lo único que desean los que están en las cárceles y en los hospitales. Los impotentes lo único que desean es follar. Los castrados lo único que desean es follar. Los heridos graves, los suicidas, los seguidores irredentos de Heidegger. Incluso Wittgenstein, que es el más grande filósofo del siglo XX, lo único que deseaba era follar. Hasta los muertos, leí en alguna parte, lo único que desean es follar.




George Bataille, Las lágrimas de eros (1971),
trad. de David Fernández,

Barcelona, Tusquets (1997)

A decir verdad, el sentimiento de incomodidad, de embarazo, con respecto a la actividad sexual, recuerda, al menos en cierto sentido, al experimentado frente a la muerte y los muertos. La "violencia" nos abruma extrañamente en ambos casos, ya que lo que ocurre es extraño al orden establecido, al cual se opone esta violencia. Hay en la muerte una indecencia, distinta, sin duda alguna, de aquello que la actividad sexual tiene de incongruente. La muerte se asocia a las lágrimas: tanto el objeto de la risa como el de las lágrimas se relacionan siempre con un tipo de violencia que interrumpe el curso regular, el curso habitual de las cosas. Las lágrimas se vinculan por lo común a acontecimientos inesperados que nos sumen en la desolación, pero por otra parte un desenlace feliz e inesperado nos conmueve hasta el punto de hacernos llorar. Evidentemente el torbellino sexual no nos hace llorar, pero siempre nos turba, en ocasiones nos trastorna y, una de dos: o nos hace reír o nos envuelve en la violencia del abrazo.




Andrés Neuman, Hablar solos,
Madrid, Alfaguara (2012)
Después de aclarar mis dudas médicas, él permite que me desahogue. Me observa llorar desde la distancia justa: ni demasiado cerca (para no invadirme) ni demasiado lejos (para no desampararme). En ese punto se abstiene de intervenir. Solo me mira y, de vez en cuando, esboza una sonrisa. Diría incluso que hay cierto amor en ese silencio suyo. Un amor puede que enfermo, como impregnado de la materia con la que trata. Cuando se me acaba el llanto, me asalta la sensación de estar desabrigada. Entonces Ezequiel sí viene a protegerme, me da calor, me abraza, me besa el pelo, me susurra al oído, me acaricia, me aprieta, me mete la lengua en la boca, me desviste, me araña, se restriega contra mí, me rompe la ropa interior, me muerde entre las piernas, me inmoviliza los brazos, me penetra, me viola, me consuela.