Ana Paula Maia, De ganados y de hombres (2013), traducción de Cristian De Nápoli, Buenos Aires, Eterna Cadencia (2024)
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De realismo descarnado aunque abunde la carne, De ganados y de hombres es la historia de un matadero de vacas, donde Edgar Wilson, el personaje principal, es el encargado de aturdir las reses, es decir, darles aquel golpe que las deja desmayadas antes de ser degolladas y cuarteadas. Recuerdo que yo también, tal como una escena de la novela, fui con el colegio a un matadero donde nos explicaron que si las vacas están asustadas antes de morir, la carne se endurece, por eso no deben conocer el destino que les espera.
Hay mucha muerte en esta novela, de todo tipo. Se confunde lo humano con lo animal y la violencia es cotidiana y poco a poco nos vamos acostumbrando a ella.
"En los lugares donde la sangre se mezcla con el suelo y con el agua es difícil tratar de establecer cualquier distinción entre lo humano y lo animal. Edgar se siente tan en sintonía con los rumiantes, con la mirada insondable que tienen y con la vibración de la sangre en sus venas, que a veces se pierde en su misma conciencia al preguntarse quién es el hombre y quién el bovino."
Aunque también puede leerse como una novela de terror, incluso de terror medioambiental, porque los animales comienzan a comportarse de manera realmente extraña.
Con prosa precisa, de frases cortas y diálogos notables, asistimos a una historia que empieza realista y poco a poco va enrareciendo lo cotidiano, en la línea de Samanta Schweblin o Selva Almada.