rumiar la biblioteca: Marta Sanz
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lunes, 1 de mayo de 2017

Marta Sanz o cómo narrar sin acción

Marta Sanz, Farándula, Barcelona, Anagrama (2015)
https://www.anagrama-ed.es/libro/narrativas-hispanicas/farandula/9788433998002/NH_553

Llego un poco tarde a Farándula porque, como dice la zamba, "anda faltando plata" para comprar novedades y nos paseamos por las bibliotecas y nos llevamos a casa unos cuantos de esos objetos que cada vez interesan menos, incluso a los bibliotecarios. En realidad buscaba Cuentos completos de Lydia Davis pero no estaba allí donde tenía que estar, es decir, por ningún lado, de modo que la bibliotecaria, después de comprobar que era un libro de setecientas páginas y confundirlo con los Cuentos Completos de Doctorow por su tamaño, decidió cambiar su estado en la base de datos como "perdido". Sin Lydia Davis me quedé. Sin Lydia Davis nos quedamos todos los usuarios de esa biblioteca. No sé si habrá muchos usuarios interesados en Lydia Davis. Desaparecen muchos libros en las bibliotecas. Eso me confesó la bibliotecaria. Entonces leí Farándula.

¿Es una novela? Sí, es una novela, pero una fragmentaria, con un narrador muy distanciado e irónico, que narra "Parodiando. Es decir, odiando un poco". Abundan las descripciones, las comparaciones teatrales y cinematográficas, las enumeraciones veloces, las frases nominales, es decir, sin verbo, sin acción. Diría que hay poquísima acción, y sin embargo, tampoco digresiones ensayísticas, sino más bien descripciones que nos van poniendo en situación. Es curioso pensar una novela sobre teatro sin acción. Cómo conseguir narrar sin apenas acción.

Pero ¿de qué trata? De una actriz vieja que fue famosa en otros tiempos pero que ya nadie le hace caso ni tiene quién la cuide pues no ha tenido hijos ni puede cobrar la jubilación: es así de precario el mundo del espectáculo. 
"Valeria hizo un esfuerzo para verse a sí misma dentro de veinte o treinta años, y decidió que lo mejor sería volver a fumar, excederse con la ginebra y con las malas compañías, follar sin condón y no lavarse, comer pasteles y torreznos en las barras de los mesones, apoyar las nalgas en los retretes públicos, salir a la calle para aspirar bocanadas de dióxido de carbono. Pensó: 'Será mejor morirse pronto'."
Eso no lo piensa la actriz anciana sino la única que le echa una mano (la narradora del libro) e intenta buscar a alguien que pueda pagarle el asilo. No consigue demasiado. Está también Daniel, un actor que se ha equivocado firmando un manifiesto, que vive en París, o sea, un actor exiliado, un traidor. Están Natalia y Lorenzo y otros personajes que se encargan de darnos a entender que los valores de entonces de nada sirven en el mundo de hoy: importa más un reality que las tablas, importa más la naturalidad y la juventud que el trabajo de la voz. Evidentemente todo es extrapolable a otras artes, otros oficios. Porque ¿a quién le interesa el teatro, la música, los libros? Podemos seguir, pero para qué. Mejor déjenme citar un párrafo que parece venir a confirmar aquello de que el arte... Pero ¿a quién le interesa el arte?

"Quizá mi 'me pienso pensando' constituye una prueba: la de que soy incapaz de salir de mí misma, y la escritura siempre es un modo del ensimismamiento y la autocompasión. La necesidad de hablar desde detrás de una celocía, para que nadie nos mire directamente a los ojos. Y así escribir siempre sería una renuncia. Un exilio. Una manera de fingir que uno sale al encuentro del otro cuando en realidad rumia, digiere, regurgita, mastica, relame, traga, se nutre, defeca sus propias e intransferibles palabras."

lunes, 14 de septiembre de 2015

Marta Sanz o la intrepidez

Marta Sanz, Daniela Astor y la caja negra, Barcelona, Anagrama (2013)
http://www.anagrama-ed.es/titulo/NH_515

Marta Sanz dice de sí misma como escritura que siempre anda persiguiendo la intrepidez. Que la busca en la temática, en el análisis de la misma, en los prolegómenos del comienzo de cada nuevo proyecto narrativo. Lo bueno de Marta Sanz es que a la par que desarrolla su narrativa la autoanaliza, de modo que a la par que construye un entramado de ficción construye la lectura propia de esa ficción, la lectura de sí misma, si eso es posible.

Sin duda que Marta Sanz es lo suficientemente intrépida. A veces pienso que el mercado editorial no suele apostar por la literatura intrépida, sobre todo la escrita por mujeres. Naturalmente que los lectores la necesitamos, la anhelamos y aplaudimos las apuestas editoriales que recorran estos derroteros. Novelas posmodernas escritas por mujeres, novelas que problematicen la identidad colectiva de las mujeres, que nos cuenten otras miradas sobre la realidad. Las mujeres tenemos que construir nuestra propia mirada. Se trata de una labor necesaria y sumamente estimulante. Y si somos sinceros: un amplio juego de trazos que se abre al infinito, la posiblidad de multiplicar la literatura y la todavía más atractiva de crear nueva literatura (al menos de intentarlo).

Sanz se pone a ello: le da la vuelta (o deconstruye) los tópicos, las jerarquías y los lugares comunes, aquellos aspectos que de tan asumidos damos por naturales. En Daniela Astor pone el foco en cómo las mujeres de su generación (que no dista demasiado de la mía) se construyen a partir de las imágenes con las que nos bombardean desde los medios de comunicación (aunque esto podría extrapolarse a la cultura en general: los cuentos infantiles, por ejemplo). En concreto se centra en el destape español y en cómo el desnudo femenino fue mudando de libertad a objeto de consumo. También toca un tema que sigue siendo peliagudo: el aborto (su prohibición). 

Entiendo la literatura de Marta Sanz como un trabajo necesario en cuanto político. 
Un trabajo necesario en cuanto identitario.
Un trabajo necesario.


lunes, 26 de mayo de 2014

Marta Sanz o la detective desdoblada

Marta Sanz, Black, black, black, Barcelona, Anagrama (2010)
http://www.anagrama-ed.es/titulo/NH_468

¿Sabemos cómo estallar un género? ¿Cómo alterarlo, emularlo, homenajearlo, trastocarlo, ironizarlo? ¿Cómo aprovecharse de sus tópicos y dejarlos a la intemperie, desnudos y explícitos? El detective - un gay; la femme fatale - un jovencísimo elfo; su ex mujer - la señora Watson (confidente, comentarista, complemento). No digo más porque tampoco soy asidua a la novela negra, pero sospecho que Marta Sanz ha conseguido el crimen perfecto.

Me refiero sobre todo, para que nos entendamos, al desdoblamiento de narradores, sus contrapuntos, la glosa de sus comentarios, la sensación de que todo puede ser visto de otra manera: pruebas falsas, dudosas deducciones.
Un juego divertidísimo, metaficcional, de prosa sencilla y certera, afilada a veces, delirante otras, y cuanto más delirante, más surfera.

"Por cierto, como parece que la escritura es para usted una actividad sospechosa, no me gustaría que creyese que yo soy la única que escribe en esta casa. No sabe cuánto me arrepiento de haberme metido ayer el dedo dentro del ombligo y de no haber pensado en nadie más que en mí."
 Novela ágil, inteligente, bien estructurada.

"Escribo muchas mierdas. Pero nunca soy culpable de mis ficciones.
[...] ¿Y mataría para poder escribir?"

Allá cada uno con sus obsesiones.