rumiar la biblioteca: Sexto Piso
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lunes, 1 de agosto de 2022

Angela Carter en el circo

 

Angela Carter, Noches en el circo (1984), traducción de Rubén Martín Giráldez, Madrid, Sexto Piso (2022)

https://sextopiso.es/esp/item/600/noches-en-el-circo

Fevvers es una mujer mitad pájaro que ha recibido la visita de un periodista, Walter, porque tal fenómeno de circo no puede escapar a las noticias. Ella es trapecista, la mejor y más destacada de Londres. Estamos justo al final del siglo XIX y los espectáculos en directo no se llamaban "en directo". La prensa se interesaba por ellos.

La cuestión es que la tal Fevvers le cuenta toda su vida: un periplo bien sadiano y picaresco. Y el tal Walter se queda prendado; tanto, que convence a su jefe para que lo deje viajar con el circo hasta Rusia para escribir una crónica de todo lo que acontece. 

Así se van a Rusia y luego viajan a Siberia, y entonces sufren un accidente que los lleva de regreso a un mundo mágico y prerracional. Un mundo donde Fevvers encaja perfectamente.

"En esta época, el umbral de la era moderna, la bisagra del siglo XIX, si se hubiera hecho una consulta popular entre todos los habitantes del mundo, la mayor parte de ellos ocupados como estaban a lo largo y ancho del planeta en los asuntos cotidianos de la agricultura y la tala y quema, las guerras, la metafísica y la procreación, habrían coincidido con aquellos siberianos indígenas en que la idea misma del siglo XX, o de cualquier siglo, era una noción estrafalaria. Si ese plebiscito global se hubiera llevado a cabo de manera democrática, el siglo XX directamente habría dejado de existir [...]. Sin embargo, incluso así, incluso en aquellas remotas regiones, aquellos fueron los últimos y desconcertantes días antes de la historia; es decir, de la historia tal y como la conocemos; es decir, de la historia blanca; es decir, de la historia europea; es decir, de la historia yanqui..."

Humor a raudales, feminismo a destajo, delirio de personajes.

lunes, 18 de julio de 2022

Rodrigo Márquez Tizano y el apocalipsis

 

Rodrigo Márquez Tizano, Yakarta, México, Sexto Piso (2016)

https://sextopiso.mx/esp/item/348/yakarta

Narrada por fragmentos que no responden necesariamente al orden lineal, Yakarta nos presenta un mundo apocalíptico: una plaga ha diezmado el mundo y el narrador es uno de la brigada encargada de acabar con las ratas. También está Clara, su novia, una chica que tiene una piedra que está viva. La piedra dice cosas y les muestra imágenes holográficas o tal vez esas imágenes llegan directamente al inconsciente de los personajes.

"Hemos pasado toda la tarde conectados a la piedra. Las imágenes pertenecen a mis épocas de estudiante. Hay días que se trata sobre el origen del bicho, otros tantos de los túneles. A Yakarta voy por mi cuenta: atravesando amplios valles y más tarde escalando el pico. Complicado, el ascenso: la mayoría de las veces se cruzan las ciudades, esta y aquella, en un mismo dibujo desordenado."

El estado del mundo es catastrófico y el lenguaje refleja esa perplejidad, del mismo modo que acuden retazos del pasado de México y se mezclan con elementos completamente futuristas. El ancestral (y azteca) juego de la pelota, eso sí, es de las pocas cosas que perviven, así como relatos sueltos escritos en un cuaderno, que hablan del pasado, del futuro, de un mundo propio y delirante, en el que Yakarta es la fantasía virtual de un futuro aún posible.

lunes, 7 de febrero de 2022

Slavoj Zizek, la tecnología y el sexo (cita)

 

Slavoj Zizek, Acontecimiento, traducción de Raquel Vicedo, México, Sexto Piso (2014)

http://sextopiso.es/esp/item/8/6/acontecimiento

"Los gnósticos de la tecnología nos prometen que, si enchufamos nuestros cerebros a máquinas, entraremos en una era poshumana y volveremos al estado angélico previo a la Caída: ya no necesitaremos el sexo, nuestras mentes se comunicarán directamente, y nuestros cuerpos quedarán reducidos a instrumentos externos producidos mediante la clonación y otros procedimientos científicos."

lunes, 23 de agosto de 2021

Valeria Luiselli o cómo la ficción impregna la realidad

 

Valeria Luiselli, Los ingrávidos, Madrid, Sexto Piso (2011)

http://sextopiso.es/esp/item/173/4/los-ingravidos

Novela fragmentaria que cuenta dos historias paralelas: la de la narradora y su familia, y la de Gilberto Owen (1904-1952), poeta mexicano que vivió en Estados Unidos. Ella trabaja en una editorial que busca desesperadamente un nuevo gran autor latinoamericano y así consigue colarle a su editor un supuesto manuscrito inédito de Owen. La narradora también recuerda su pasado, cuando aún no tenía hijos y la vida era liviana y despreocupada. Poco a poco comenzamos a escuchar la voz del mismo Owen que comienza a contarnos sus propias aventuras de exiliado. Ambas historias comienzan a confundirse y entremezclarse y los personajes se van afantasmando, circulando de una realidad a la otra, de tal manera que ella puede ver unos gatos que eran de Owen y Owen cree ver la silueta de una extraña pasajera del metro como si fuera capaz de recordar el futuro.

"En Las mil y una noches la narradora hilvana una serie de relatos para posponer el día de su muerte. Tal vez un mecanismo semejante pero inverso le sirva a esta historia, a esta muerte. La narradora descubre que mientras hilvana un relato, el tejido de su realidad inmediata se desgasta y quiebra. La fibra de la ficción empieza a modificar la realidad y no viceversa, como debiera ser. Ninguna de las dos cosas es sacrificable. El único remedio, la única manera de salvar todos los planos de la historia es cerrar una cortina y alzar otra: bajar una persiana, para poder desabrocharse la blusa; desescribir una historia en un archivo y urdir una trama distinta en otro. Penélope esquiva. Escribir lo que sí sucedió y lo que no."

lunes, 31 de mayo de 2021

Ted Chiang o la tecnología está cambiando tu percepción

 

Ted Chiang, Exhalación (2019), traducción de Rubén Martín Giráldez, Madrid, Sexto Piso (2020)

http://sextopiso.es/esp/item/472/exhalacion

Llevamos años escuchando que la ciencia ficción es el nuevo realismo, y libros como Exhalación se plantean cómo las nuevas teconología que usamos a diario están cambiando nuestra percepción de la realidad. Claro que antes de Chiang lo hicieron Dick y Ballard, por nombrar a los más destacados. Temporalidad, recuerdos, identidades o qué significa ser humano: en esa línea van los cuentos de este libro, con reminiscencias borgianas, sin duda, pues hay dobles a cada rato, puertas del tiempo en cuentos con aires milyunanochescos, paradojas temporales, caminos que se bifurcan, etcétera. Pero sobre todo hay distintas maneras de imaginar cómo pensaremos, cómo nos relacionaremos y qué dilemas éticos nos plantearemos a poco que esa tecnología siga el camino natural de su evolución. 

Hay un cuento asombroso que a todos recordará a un episodio de Black Mirror donde existe una tecnología capaz de grabar todos los recuerdos para después visualizarlos. Chiang hace el ejercicio de comparar este cambio de paradigma con lo que supuso la escritura en las sociedades orales. Sabemos que la memoria tergiversa los recuerdos, sabemos que existen los recuerdos falsos. En este cuento, la tribu que comienza a usar la escritura cambia su manera de pensar y termina por fiarse del papel. Del mismo modo, la sociedad que graba los recuerdos terminaría por fiarse de esos vídeos: "Mentalmente, pasaremos de la cultura oral a la cultura alfabetizada" ("La verdad del hecho, la verdad del sentimiento"). 

Hay otro cuento magnífico ("El ciclo de la vida de los elementos de software") donde la protagonista debe adiestrar a mascotas virtuales. A poco que vamos adentrándonos, descubrimos cómo el hecho de relacionarse con inteligencias artificiales despliega dilemas éticos así como emociones intensas en la protagonista, pues el amor nace cuando existe implicación, tiempo y esfuerzo: "Quieren algo que responda como una persona, pero a la que no se deban las mismas atenciones que a una persona, y eso es algo que ella no puede darles". 

Además de estos dos, tal vez mis preferidos, hay un cuento con portales que permiten el viaje en el tiempo; otro en el que las personas deben ir a rellenar sus pulmones y en el que su protagonista, un anatomista, quiere estudiar la manera en que se graban los recuerdos. Hay otro cuento en el que mediante un aparato llamado Pronostic se puede retrasar el tiempo; otro que analiza los beneficios e incovenientes de tener una niñera robot; uno que explica el funcionamiento de un aparato llamado prisma que permite acceder a nuestros otros yos en los distintos multiversos, de modo que los personajes conocen los caminos que se bifurcan dependiendo de la toma de decisiones. Está el cuento de los papagayos que se quejan de que los humanos están buscando comunicarse con vida extraterrestre y apenas se molestan por comprenderlos a ellos, y también uno que cuenta la historia de una arqueóloga que está fascinada por el descubrimiento de árboles sin anillos de crecimiento, una prueba más que evidente de que el mundo lleva muy poco tiempo creado. Un libro magnífico.

"A medida que Jijingi iba practicando la escritura comenzó a comprender a qué se refería Moseby: la escritura no era solamente una forma de conservar lo que alguien había dicho; podía ayudarte a decidir qué querías decir antes de decirlo. Y las palabras no eran solo pedazos de habla; eran pedazos de pensamiento. Cuando uno las escribía, podía agarrar sus pensamientos como ladrillos y colocarlos en órdenes distintos. La escritura permitía observar los propios pensamientos de una manera en la que no podrías si solo estuvieras hablando, y una vez vistos podías mejorarlos, hacerlos más potentes y elaborados." ("La verdad del hecho, la verdad del sentimiento")

 

lunes, 4 de mayo de 2020

Valeria Luiselli en clave elegíaca

Valeria Luiselli, Desierto sonoro, traducción de Daniel Saldaña París y Valeria Luiselli, Madrid, Sexto Piso (2019)
http://sextopiso.es/esp/item/444/desierto-sonoro

Bellísima novela, Desierto sonoro. Contada a tres voces: la mamá, el hijo y la narración en tercera persona de otra novela dentro de la novela. Con juegos metaliterarios, imágenes, listados y bibliografía real e inventada.
"Supongo que todas las historias comienzan y terminan con un desplazamiento [...]." 
Una pareja con sus dos hijos sale de viaje para visitar la apachería histórica y a la vez encontrar el camino de los niños que cruzan la frontera desde México a Estados Unidos. Pareciera que apaches y niños inmigrantes sufren desventuras similares en épocas distintas, como si el depredador WASP siguiera dando los mismos zarpazos. Por si fuera poco, esta pareja está transitando ese momento en que está a punto de separarse, no porque hayan dejado de quererse del todo, sino porque sus intereses los llevan por caminos distintos. De modo que el tono elegíaco es constante en la novela. Y no solo porque durante el viaje van leyendo otro libro llamado Elegías para los niños perdidos, esos niños que se pierden al cruzar la frontera, sino porque sabemos que cuando termine el viaje, todo lo que conocían hasta entonces habrá cambiado de forma, y de sentido.

Confieso que leí Desierto sonoro durante la cuarentena. Y sí, la novela despliega paisajes de horizontes infinitos, un viaje de días y días, toda esa libertad tan cotidiana en el mundo de ayer. Difícil no agregar una capa de nostalgia a la lectura. Pero eso no influye para salir de esta novela con la certeza de que Luiselli es una de las mejores escritoras jóvenes contemporáneas, y que la novela emociona, enerva y divierte a partes iguales.
"Ya no estoy segura, sin embargo, de lo que ese 'después' significa. Algo cambió en el mundo. Hace no mucho tiempo, algo cambió, y lo sabemos. No sabemos cómo explicarlo todavía, pero creo que todos podemos sentirlo, en algún lugar hondo de nuestras vísceras o en nuestros circuitos neuronales. Experimentamos el tiempo de manera distinta. Nadie ha logrado captar realmente lo que sucede ni por qué. Tal vez es solo que sentimos la ausencia de futuro, porque el presente se ha vuelto demasiado abrumador y por tanto se nos ha hecho imposible imaginar un futuro. Y sin futuro, el tiempo se percibe nada más como una acumulación. Una acumulación de meses, días, desastres naturales, series de televisión, atentados terroristas, divorcios, migraciones masivas, cumpleaños, fotografías, amaneceres. No hemos entendido la forma exacta en la que ahora se experimenta el tiempo."

lunes, 10 de junio de 2019

Ricardo Piglia, la nouvelle y el secreto

Ricardo Piglia, La forma inicial, Madrid, Sexto Piso (2015)
http://sextopiso.es/esp/item/149/6/la-forma-inicial

Ricardo Piglia lee a la manera formalista, lee como un escritor. El escritor lee intentando descubrir cómo se ha construido un texto. Una de las reflexiones más interesantes de La forma inicial, recopilación de artículos y entrevistas, se centra en el género de la nouvelle. Hay aquí una distinción entre cuento, novela y nouvelle que encuentro reveladora. Piglia define, a la manera clásica, el cuento como un enfoque en la situación; la novela como un desarrollo de los personajes, y la nouvelle como una narración donde hay una situación, varios personajes y varios relatos posibles, que avanza según un McGuffin, un secreto. El secreto es algo que alguien sabe pero no dice. No se trata de un enigma a ser descifrado, sino una suerte de "lugar ciego, vacío".
"En la nouvelle, las versiones de la historia que giran alrededor del secreto son múltiples y conviven, nunca se desligan. Y la brevedad de la forma está vinculada a que es justamente el secreto el que anuda las distintas versiones. Porque si el secreto se descifrara, habría que escribir una novela para que las relaciones que están atadas en ese mundo conciso se pudieran expandir. Entonces, la conexión con el secreto no solo es el motor de la trama, sino también el nudo a partir del cual se teje ese texto múltiple; lo que no está narrado es lo que determina la concisión y la complejidad de esta estructura. De ahí que las nouvelles parezcan siempre más complejas, más extensas, es un cuento contado muchas veces, un hipercuento, digamos, y también una novela condensada." ("Aspectos de la nouvelle")
"Allí Hitchcock define el McGuffin, un elemento que es el motor de la trama, muy importante para los personajes pero que el narrador no define, ni conoce. No importa saber qué es, pero los personajes sí saben y lo buscan durante todo el relato. Esa sería la función narrativa del secreto. [...] un narrador débil, no el que está absolutamente firme en el modo en que los hechos han sucedido, sino un narrador que vacila, que no sabe, que narra un acontecimiento que no termina de entender, y que va construyendo un universo narrativo que él mismo, en cierto sentido, también trata de descifrar. De modo que vemos textos donde el narrador trata de entender, está enfrentado con un secreto, es decir, con algo que se intenta alcanzar, llegar hasta ahí para ver si se puede descifrar verdaderamente el sentido de la historia. [...] Todos tienen además una característica que es importante remarcar, y es que el narrador cuenta una historia que no es la de él, se interesa por una historia que le es ajena. [...] Es decir, que el secreto funciona como un mecanismo de construcción de la trama que permite unir sobre un punto ciego una red de pequeñas historias que se articulan, de una manera inexplicable, pero se articulan. De ahí esa sensación de ambigüedad, de indecisión, de las múltiples significaciones que tiene una historia, porque inmediatamente nosotros empezamos a incorporar razones para hacer circular esa historia con un orden que, en realidad, el relato mismo ni nos devela ni nos descubre. [...] La nouvelle está ligada al abandono del relato oral, surge ligada a la lectura y a la imprenta. Su duración y su complejidad la alejan de la oralidad y exigen un lector atento, capaz de no extraviarse en las alternativas de la trama. En ese sentido la nouvelle es el nexo entre el cuento y la novela. [...] En la nouvelle, es el lector quien tiene que definir la narración." (Secreto y narración")

lunes, 19 de marzo de 2018

Renata Adler: escribir es marear a alguien (dos citas)

Renata Adler, Oscuridad total (1983), traducción de Javier Guerrero, Madrid, Sexto Piso (0016)
http://sextopiso.es/esp/item/249/136/index.php

"Escribir es siempre, en parte, marear a alguien. Como leer."

"La relación entre la narración de historias y el erotismo siempre está próxima. Quiero decir, no solo es cuestión de hilar.
Sí lo es. Hilar.
Creo que ya no. Ni siquiera en los thrillers, que es el camino que toma el impulso narrativo más puro. Ni siquiera en los thrillers. Donde hay historias, siempre hay sexo y, en ocasiones, peligro mortal."

lunes, 19 de febrero de 2018

Don Carpenter: escritores y vida cotidiana

Don Carpenter, Los viernes en Enrico's (2014), terminada por Jonathan Lethem, traducción de Javier Guerrero, Madrid, Sexto Piso (2015)
http://sextopiso.mx/esp/item/344/226/los-viernes-en-enrico039s

Fresca novela sin pretensiones, sencilla, irónica, tierna por momentos, Los viernes en Enrico's narra la vida de un puñado de escritores de la costa Oeste de Estados Unidos, escritores outsiders y todas sus tretas a la hora de escribir, y tal vez sea esto lo más atractivo, además de la modestia de una novela bien construida pero sin aspavientos y que se lee con placer-meseta, con risas cada tanto, con emoción. Pero a la vez es un compendio de cómo escriben los escritores y un muestrario de recursos para conseguirlo:
"No era un escritor. Jaime sí. No se trataba de las palabras, sino de la organización. Ella sabía de manera instintiva cómo poner las cosas para que fluyeran de una escena a la siguiente. El trabajo de Charlie era desordenado, grandes secciones de diálogo seguidas de largas secciones de descripción o acción, pero nada fluía. Era enloquecedor."

lunes, 30 de octubre de 2017

Angela Carter en el país de las atrocidades

Angela Carter, Quemar las naves (1995), prólogo de Salman Rushdie, traducción de Rubén Martín Giráldez y Jesús Gómez Gutiérrez, Madrid, Sexto Piso (2017)
http://www.sextopiso.es/esp/item/386/quemar-las-naves

Una semana entera acompañada de los cuentos completos de Angela Carter bastan para notar que las paredes sudan miedo y oír, como tintineantes campanitas, carcajadas que de tan naifs provocan escalofríos. Porque Quemar las naves es Angela Carter como revisitadora del cuento de hadas y de terror, de fábulas repletas de animales y vampiros, de espejos y marionetas, del desenfado de una Alicia en el país de las atrocidades. 
"Hay bebés en sus ojos. Cuando te mira, te reduplicas inevitablemente. Sus ojos provocan el engendramiento." ("Obertura y música incidental para Sueño de una noche de verano")
La ironía es desbordante, inteligente. La prosa es elegante, culta y, a la vez, irreverente. Carter destila sensualidad y exuberancia. Es perversa, cínica e hilarante. Su sexualidad es la de aquellas mujeres que no tienen un pelo de tontas y que gustan de los hombres hermosos a los que, a la vez, temen. 
"Si la única combinación posible para nosotras es la del doble salto mortal del amor, tal vez es mejor ser valorada solo como un objeto de pasión que no ser valorada en absoluto. Yo nunca he sido tan absolutamente misteriosa para otro. Me he convertido en una especie de fénix, una bestia fabulosa; una joya extravagante. Pero a menudo me he sentido como alguien que imita a una mujer." ("Un recuerdo de Japón")

Carter es carnaval, parodia; es alocada y charlatana. Su prosa discurre desenfadada como una barca sobre un lago tranquilo, aunque enseguida notemos que allá abajo habita lo inquietante. Carter destripa y se mofa de todo, tomando al lector por cómplice de su desmembramiento. Construye variaciones de la tradición, las reformula y satiriza constantemente.
"En Borgoña, en la Edad Media, se celebraba la Fiesta de los Locos que se prolongaba durante los días muertos, ese lapso vacío de tiempo en el cual, según la mitología bárbara de los nórdicos, el cielo lobo se comía al sol. Para cuando el cielo lobo vomitaba al astro, una o varias personas habían devuelto a su ser al Año Nuevo a base de follar durante los días en los que todos los chicos llevaban ramitos de muérdago en los sombreros. Un trabajo sucio, pero que alguien tenía que hacer. Hacia el siglo XIV, los para nada bárbaros borgoñeses lo habían olvidado todo del cielo lobo, claro está; pero ¿habían olvidado con ello el orgiástico no-tiempo del solsticio, que, en su momento, fue también el de las saturnales, la época revuelta, la libertate decembris, cuando los señores se cambiaban por los esclavos y cualquier cosa podía suceder?" ("En Pantolandia")

No es lectura para paladares impresionables, sino para aquellos que prefieren no ofenderse.  

lunes, 24 de julio de 2017

William Gaddis, Italo Calvino, Walter Benjamin y el autómata

Italo Calvino, Punto y aparte,
traducción de Gabriela Sánchez Ferlosio,
Madrid, Siruela (2013)
En "Cibernética y fantasmas (Apuntes sobre la narrativa como proceso combinatorio)", Italo Calvino se pregunta qué estilo literario tendría un autómata, y llega a la conclusión de que sería uno clásico, aunque evidentemente cada cierto tiempo el autómata debería variar el estilo para renovar la literatura mediante un proceso combinatorio (no muy diferente del que sigue un autor, salvo que este último se sirve de la intuición y corta por atajos cuando, suponemos, el autómata se serviría de la totalidad de combinaciones posibles de un corpus dado). Sin duda, reflexiona Calvino, el papel relevante en el hecho literario (si obviamos la confección humana) quedaría relegado al lector. Primero, para decidir cuál de todas esas combinaciones es la "adecuada". Segundo, porque la literatura en sí sigue siendo un asunto de la conciencia humana que difícilmente puede interesar a una máquina. 

Walter Benjamin,
La obra de arte en la época de su
reproductibilidad técnica
,
traducción de Andrés Weikert,
México, Ítaca (2003)

Ya decía Walter Benjamin, refiriéndose a la fotografía:
"Con esta, la mano fue descargada de las principales obligaciones artística dentro del
proceso de reproducción de imágenes, obligaciones que recayeron entonces exclusivamente en el ojo."
También argüía que el arte reproducido (o construido por máquinas) pierde su aura. Esto que parece tan místico, Benjamin lo defendía con los siguientes argumentos: la obra ya no es única; da un poco igual cuál fue la primera obra de donde se tomaron las copias; no importa si la obra ha salido ya del ámbito de culto; tampoco tiene sentido preguntarse (si nos atenemos a la literatura) con qué materiales trabajó el autómata: ¿se trata de fragmentos de otras obras? ¿Se trata de copiar el fraseo de la sintaxis, de insertar allí otras palabras siguiendo una lógica gramatical y semántica? 

*
De algo relacionado con esto se lamentaba el narrador de Ágape se paga, de William Gaddis, cuando se refería al invento de la pianola:
William Gaddis, Ágape se paga,
traducción de Miguel Martínez-Lage,
México, Sexto Piso (2008)
"El azar y el desorden campan a sus anchas y se llevan todo por delante y este sistema binario, máquina digital, con su rollo de papel que se lo juega al todo o nada y que es la que defiende el fuerte, sí, era el fuerte, todo el asunto consistía en ordenar y organizar y eliminar el azar, eliminar el fracaso, como si fuera un gravísimo defecto de carácter y como si en eso y nada más consistiera la tecnología, música entretenimiento contabilidad, contabilidad, hace setenta años un gran pianista registró un rollo de papel coordinando sus manos y pedaleando en la quincuagésima parte de un segundo, 1926, y una empresa lo comercializó y llegó a vender diez millones de rollos y todo termina por ser un tebeo, el gentío que se apiña ahí fuera crash bang y asalta las puertas en busca del placer la democracia salta los muros aterroriza a la élite que ha encontrado su rinconcito de entretenimiento de clase alta ya cuando María Antonieta y la toma de la Bastilla con este, sí, aquí está este, un anuncio alemán de 1926 que es el que aguanta prietas las filas en defensa de la clase, allá que van, aquí que vienen, 'una clase de personas aún más numerosa que no consigue que funcione con éxito el tipo habitual de pianola, porque carecen de un sentido preciso de los valores musicales. No tienen 'oído musical', y por esa razón tocan atrozmente en pianos provistos incluso de pianolas internas de grado aún mejor", ¿hablamos de lo que es la clase?, ¿de la defensa de estos elitistas amantes de la música? No, aquí no, aquí no se habla más que de lo que se habla siempre. ¡Las ventas!"
¿Habrá máquina capaz de reproducir un estilo como este? ¿Este estilo no es acaso un juego de intenciones (el tono: apasionado, quejoso, algo cínico) sumado a una sintaxis desordenada, tal vez mediante un arte combinatoria a la manera de un autómata? (Recordemos que Los reconocimientos, novela monumental, parece construida por retazos o citas o referencias a otras novelas.) Obviemos el asunto social que el narrador de Gaddis inserta en su discurso como problemática de la reproductibilidad. Naturalmente, el autómata podría injertar el discurso social como elemento combinatorio. Diremos, entonces, que es un panfleto de defensa del autor como hacedor. También el autómata, según la combinatoria, podría defender al autor, incluso podría defenderse a sí mismo, arguyendo que él también se sirve del azar (y sería cierto) y que es capaz de fracasar (aunque de esto no se daría cuenta sin la ayuda del lector). 

Tal vez el fracaso sea la medida (y también el límite) de toda obra de arte. Tal vez el fracaso sea el asunto más relevante de la teoría de la recepción.

lunes, 25 de abril de 2016

El banquete de Peyrou

Mariano Peyrou, De los otros, México, Sexto Piso (2016) 
http://www.sextopiso.es/8995-de-los-otros/

Quizá es la resignación lo que acecha en estas páginas, o mejor, en este fin de semana, o todavía mejor, en estas doscientas páginas de exposición de los pensamientos del protagonista, Roberto Teyssier, Tico para los lectores. Tico se la pasa hablando con su amiga Pola, quien parece ser la única con quien verdaderamente puede comunicarse, tanto cuando está con ella como cuando no está, pues no dejamos de asistir a diálogos al mejor estilo "diálogo platónico" (es decir, de exposición de conceptos, de refutación de los mismos, de matizaciones de ideas) tanto reales como pensados, y Pola funciona siempre de contrapunto. 
Tico se nos presenta como un músico lleno de prejuicios y clichés de intelectual más que de músico. Siente que todo lo que hace es "pose" (y al parecer lo es), como si su vida fuera un constante acto de representación. Hay un refrán que dice: "Fíjate en lo que eres a los cuarenta porque eso serás toda la vida". 

Pero olvidémenos de la peripecia y comentemos lo más interesante del texto que nos ocupa: la riqueza del lenguaje, la magnífica sintaxis, la prosa de ritmo fascinante, como una mezcla entre Proust-Cortázar y Gaddis, una prosa poética y de diálogos entrecortados (por eso Gaddis) que Peyrou utiliza para disertar sobre algunas ideas del tipo: ¿el arte da la felicidad?, ¿existe el genio?, ¿el genio es lo infantil?, ¿qué es jugar, qué es lo conceptual?, ¿se nota en la gente su clase social por su apariencia?, ¿por qué no puedo enamorarme?, ¿el ajo lo iguala todo?, ¿de dónde soy si mis antepasados son migrantes?, ¿cómo se expresa lo político en el arte?, o:
"De si las cosas que nos gustan, que nos dan placer, nos gustan en sí o nos gustan por toda la interpretación que hacemos de ellas, por el valor que tienen socialmente, por la imagen que nos dan."

Una novela filosófica, de "explico" más que "muestro", pero así y todo una interesantísima primera novela.

De todo ello lo más llamativo son los juegos diseminados por todo el texto, juegos de palabras, juegos conceptuales (y por el carácter lúdico y por Pola pensé en Cortázar), y esta definición del acto de lectura que parece absolutamente verdadera:
"Uno se sienta y lee y la lectura consiste en dejar de pensar en lo que se pensaba o en lo que suele pensarse, pero también en dejar de pensar en la forma en que suele pensarse; es como si en cierto modo algo se apagara, se atenuara, se relajara, y el pensamiento se lanzara no en otra dirección sino en otro plano hacia su presa pero sin presa, a deambular en torno a un árbol que se ve por la ventana, o al viento, estas cosas es mejor hacerlas al aire libre y lentamente, regalando tiempo, libre de dirección."

lunes, 8 de febrero de 2016

El efecto Gaddis en distancias cortas (Gótico carpintero)

William Gaddis, Gótico carpintero (1985), trad. de Mariano Peyrou, Madrid, Sexto Piso (2012)
http://www.sextopiso.es/143-gotico-carpintero/

Me preguntaba cómo se resolvería el efecto Gaddis en casi trescientas páginas, si provocaría la misma adictiva sensación de lector voyeur que me produjeron las otras dos enormísimas y monstruosas novelas, aquello de "me he inmiscuido como un espía o como un fantasma más bien (pues nadie me ve) en esta escena y la gente habla y tengo que enterarme de lo que hablan". Pero la firma Gaddis es inequívocamente Gaddis también en Gótico carpintero y me sorprende constatar que la fascinación de leer a Gaddis no era producto de la enormidad, la acumulación, la conciencia de la tremendísima gesta, sino que aquel efecto viene provocado por su poética, y su exuberante poética pervive incluso en las distancias cortas. Desconozco si la extensión de esta novela responde a que está sin terminar o a una voluntad de ajustarse un poco (o no desbordar). Pero su estilo sigue siendo exuberante y erótico; valga de ejemplo este párrafo que caracterizaremos como la más digna y sugestiva manera de llevar la sensualidad hacia el lenguaje:
"Repasó calma hasta volverla cuneiforme, se humedeció la yema del dedo y empezó a pasar páginas hasta la C, encontró curiosidad, pasó por cuquería, curandero, siguió por cuña y se detuvo abruptamente en cunnilingus. Lo estaba leyendo con lentitud, se humedeció otra vez el dedo, del Lat. lingere, ver LAMER, cuando el teléfono volvió a sonar."


Gótico carpintero es una gótica novela negra, un policial de intriga política, si queremos, pues trata de cómo se estaban repartiendo África y de cómo la religión, una vez más, funciona como tapadera y como arma psicológica. Hay una casa y dentro de esa casa está Liz, todo el tiempo Liz y un montón de llamadas de teléfono, y los demás personajes entran y salen, hablan todo el tiempo, la visitan y se marchan.

 

lunes, 28 de septiembre de 2015

William Gaddis, Los reconocimientos y la monstruosidad

William Gaddis, Los reconocimientos (1955), traducción de Juan Antonio Santos, México, Sexto Piso (2014)
http://www.sextopiso.es/7679-los-reconocimientos/

Sabemos que los monstruos son seres híbridos confeccionados con la mezcla de elementos humanos, animales y necrológicos, que tienen un tamaño anormal y, sobre todo, facultades sobrenaturales. 

Nadie discutirá que la calidad de monstruosa puede aplicarse perfectamente a esta novela como también la capacidad de lo sobrenatural (de producir en el lector la experiencia mística o sobrenatural que se permita a sí mismo). Por eso tengan ustedes piedad ante estas torpes pinceladas, nada originales y herrumbradas por la duda:

1. Por "reconocimientos" entiendo (según las pistas de esta novela) aquello que reconocemos en las obras de arte como elementos/pasajes/situaciones/estilo/etcétera de otras obras de arte. Evidentemente no hay cosa peor que una obra que no se parece a nada. O dicho de otra forma: el arte conversa con la tradición. 
"Todo el mundo tiene esa sensación cuando mira una obra de arte y está bien, esa súbita familiaridad, una especie de... reconocimiento, como si la estuvieran creando ellos mismos, como si se estuviera creando a través de ellos mientras la miran o la escuchan, ¿y ha de ser pecado el querer haber creado belleza?"
"[...] mirar con memorias que... van más allá de ellos, que se remontan a... adonde se remonta la mía."
Quizá haya un paralelismo en este sentido con el otro gran tema de la novela: la religión cristiana y su relación con las religiones del sol o variaciones de la adoración al sol. Se resalta sobre todo el mitraísmo. Recordemos que Mitras mata a un toro en una caverna y que el mitraísmo, de carácter mistérico, salió perdiendo ante el cristianismo primitivo (pues este se practicaba en las ciudades). No sé si debemos o no relacionar todo esto con la importancia que tiene España y la religión católica en la novela. No sé (porque no aparece) si debemos reconocer en la celebración de la corrida de toros un mitraísmo simbólico. Por lo demás España aparece retratada como un territorio hostil, pobre y seco, un lugar que se atraviesa huyendo.
 
2. El concepto de obra inacabada es deliberadamente resaltado y me parece uno de los más llamativos de la novela, pues expone la idea de que allí "la perfección todavía es posible". Hay una descripción maravillosa que refleja en parte la experiencia de leer esta novela:
"[...] apartando la mirada de él para volverse y concluirlo en su mente, y mirando luego otra vez como si, con la ausencia momentánea de su mirada y la fuerza de su imaginación plástica, hubiera podido concluirse por sí solo. Sin embargo, cada vez que volvía a mirarlo aparecía ligeramente diferente de como lo recordaba, desbarantando así sin remedio la conclusión que había fraguado."

3. El concepto de falsificación y vicio inherente. Suponemos que debemos reconocer en la novela otras novelas. La suposición es constante, de hecho, pues evidentemente sospechamos que está construida de esa forma. Yo apenas reconocí un pasaje de América de Kafka, pues la tengo muy fresca (está en francés, en la página 126, aunque puede tratarse tan solo de una coincidencia). Diríase incluso que llegué a identificar pasajes de mis propias novelas, y eso no es más que aquello de que la culpa de todo es del lector. Gaddis consigue reírse del lector, y al tiempo hacerlo cómplice. Pero no olvidemos que en toda falsificación (incluso variación o imitación) existe el vicio inherente, es decir, lo que podríamos llamar "originalidad", lo que Rodrigo Fresán califica de "estilo" de autor.
"No podemos asegurarnos contra el vicio inherente. No, maldita sea, tendré que sufrirlo hasta el fin, esta vez. ¿Entiende?"

4. La sátira es constante: del modelo de la industrialización del arte, de los marchantes, de los críticos, del ambiente esnob artístico, de todo lo falsificado (aquí se falsifican cuadros, momias, pasaportes, dinero, personas, etcétera). El engaño lo invade todo.
"Todo el puñetero alto nivel de vida americano depende de la economía americana. Toda la puñetera economía americana depende de la producción en masa. Para mantener un puñetero mercado de masas hace falta la publicidad. Eso es lo que hay. Sin publicidad, un producto desaparecería de la noche a la mañana. Da igual lo que sea, un libro o una marca de jabón, desaparecería. Hemos pasado por la puñetera Era de la Fe, por la puñetera Era de la Razón. Esta es la Era de la Publicidad."

5. El artista como sacerdote, un concepto romántico donde los haya, el artista debe perseguir la Verdad. ¿Acaso esta novela es representación de la pérdida de valor del arte y de la pérdida de aquello romántico? ¿Acaso se trata de una fragmentaria novela romántica? ¿Tal vez transmita la grandeza de lo que podría ser y no es?

6. La fragmentariedad de la realidad como reflejo de la fragmentariedad de la novela. (Hay una obsesión con los espejos, con taparlos.) Debemos construirla mediante la ejecución de la lectura, hasta donde cada uno pueda. Es tan monstruosamente grande (en todos los sentidos) que resulta muy difícil adivinar una estructura superior, ni siquiera imaginarla. ¿La Divina Comedia? ¿Fausto? ¿Nada de todo eso, solo la fragmentariedad y el ruido de un montón de conversaciones revolotenado entre las páginas? ¿Una magnífica fiesta de la palabra, en donde sin duda nos divertimos a lo grande?

7. Los reconocimientos es una novela coral. Un montón de personajes "vagamente agitados por las palabras que salpicaban a su alrededor", posiblemente muchos de ellos trasuntos de Gaddis mismo. Incluido este que encontramos en una de esas divertidísimas fiestas:
"He escrito una historia de la pianola. Una historia completa. He tardado dos años, lo he metido todo. ¿Qué pasa con la gente? ¿Qué es lo que quieren leer, sexo todo el tiempo? ¿Política?"


lunes, 30 de marzo de 2015

Valeria Luiselli o el humor colmillo

Valeria Luiselli, La historia de mis dientes, México, Sexto Piso (2013)
http://sextopiso.mx/6569-la-historia-de-mis-dientes-valeria-luiselli/

¿Yo sé lo que quiero decir sobre La historia de mis dientes sobre Valeria Luiselli sobre las ganas que tengo ahora de leer Los ingrávidos, por ejemplo? 
No, no sé, y visité al subastador de posts con mucha esperanza pero poca billetera abultada, de modo que así me quedé, sin palabras. Con dientes pero sin palabras.

¿Esto es una broma? Un libro para sala de dentistas. Una historia hilarante, una biografía donde el desparpajo y la alucinación y el absurdo se despliegan en complejos sistemas de citas que el lector sigue a la perfección, sin confundirse ni equivocarse. 

¿Se acuerdan de aquella historia de Cortázar del vendedor de frases? Cuento sin moraleja. Aquí también se subastan muchísimas cosas: dientes, anécdotas, paradojas, etcéteras. Y una personalísima historia de la lectura, de redes literarias e influencias infames.

Comencé a leer y enseguida se desplegó mi propio mapa de sinapsis:
1. Laurence Sterne / Machado de Assís
2. Emma Reyes / Aurora Venturini / Hebe Uhart

Y cito solo a estos porque ni leí tanto ni en el libro son nombrados.

Aunque todo lo nombrado revela un gusto exquisito y un sentido del humor afilado. Escribe a lo vampiro, Luiselli, y supongo que esos colmillos prometen más banquetes. Banquetes a los que también invita a sus coetáneos.





 

lunes, 1 de septiembre de 2014

William Gaddis o la novela wagneriana

William Gaddis, Jota Erre (1975), traducción de Mariano Peyrou, Madrid, Sexto Piso (2013)
http://www.sextopiso.es/5985-jota-erre/

El anillo de los nibelungo empieza con un prólogo: El oro del Rin. Aquí se cuenta cómo Alberich, el enano, roba el oro escondido bajo el agua del Rin y con él construye el anillo que otorga a quien lo posee un inusitado poder. Con el mismo oro se construye un yelmo o máscara que al colocárselo le permite tomar diversas formas por acto de magia.

Con el anillo y su desmedida ambición de riqueza (ya que solo es posible forjarlo si se está dispuesto a renunciar al amor), el enano domina a los de su especie, esos seres de las montañas, que en la mitología se relacionan generalmente con el oro y la muerte y la tecnología y la magia y los instrumentos musicales.


*

¿Jota Erre no es acaso una novela absolutamente wagneriana? No solo por el argumento, también por el recurso del leitmotiv: las palabras o expresiones o interjecciones repetidas de los personajes que permiten identificarlos.

Además, es una novela completamente sonora: una construcción de voces que se elevan y voces que se entrecruzan y luego callan y se interrumpen constantemente unas a otras incluidos también los sonidos de la radio y la televisión. Un artefacto similar al rollo de pianola: colócalo y se ejecutará a la perfección, tal y como el pianista tocó la canción cuando grabó dicho rollo. (No olvidemos que antes de matar al pianista hay que asegurarse de que haga su trabajo.)
"[...] o si las lanzaderas tejieran por sí mismas y los plectros tocaran la cítara por sí mismos, sin una mano que los guiara, entonces, los arquitectos no necesitarían trabajadores y los amos no necesitarían esclavos."

Lo que enseguida me lleva a pensar en aquellos monos borgianos tecleando en una máquina de escribir durante toda la eternidad, y también en el azar y la desaparición de la conciencia de autoría.


Abre el libro y ejecuta la novela y notarás como si tuvieras entre manos un simulacro mágico: parece que el narrador haya desaparecido, solo escuchamos, interpretamos, deducimos. Tomamos la forma de lector-piano: una lectura exigente y satisfactoria para los ambiciosos, para aquellos que como Alberich buscan bajo las aguas literarias el oro del Rin.

Fascinante, también, el recurso para unir todas esas voces. Las suturas son deliciosas: un coche que pasa, una llamada telefónica, un viaje en tren, un encuentro casual nos trasladan de un escenario a otro, de una escena a otra.

*

¿De qué habla la novela?

"Sobre un montón de cosas, es, no se puede saber sobre qué es un libro antes de que esté hecho, sobre eso es cualquier libro que valga la pena leer, solucionar problemas."



"O sea, justo desde el principio, que pensé que era un plan buenísimo pedirle prestado dinero a un banco, cuando descubrí que casi no se puede no pedirles dinero, hasta que ahora tienen como a todo el mundo cogido por los huevos, o sea, ¡lo que tendría que haber hecho es ir a por un banco desde el principio!"




"Dieciséis años, como vivir con un inválido, joder, dieciséis años, cada vez que entras ahí, sentado, esperando, igual que lo dejaste, mueve un palito, ahuecarle la almohada, cortar un párrafo, añadir una frase, darle la mano, joder, pequeña, calentarle la leche, añadir una coma, sales un rato a tomar el aire, paquete de cigarrillos, vuelves, exactamente igual que lo dejaste, ojos te siguen por toda la habitación, mueve su palito, tienes que imaginarte qué coño quiere, ahuecarle la almohada, joder, cambiarle la venda, leer en voz alta, cambiar una oración de sitio, limpiarle la barbilla, otro párrafo, joder, ojos te siguen cuando sales, te quedas una semana, te quedas un mes, todo el año, joder, pensar en otra cosa, joder, los amigos te preguntan cómo va, todos esperan que esté listo para salir algún día, no quieren malas noticias, no hay noticias, mejor que les cuenten mentiras, sonrisa enorme, cualquier día de estos, vas por la calle, joder, hay sol, empiezas a pensar que a lo mejor te lo encuentras, que a lo mejor ya está todo arreglado, has salido solo, vuelves, abres la puerta, joder, exactamente donde lo dejaste..."