rumiar la biblioteca: Sigilo
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lunes, 25 de enero de 2021

Ana Basualdo y la crónica como armado narrativo

Ana Basualdo, El presente, Buenos Aires, Sigilo (2020)

https://www.sigilo.com.ar/productos/el-presente-cronicas-ana-basualdo/

Este es un libro de crónicas entendidas como las entiende la particularísima voz de Basualdo: ironía constante, cierto desparpajo, precisión, valentía y poética-espejo de la calle. La parte de Buenos Aires (años setenta) está poblada de personajes curiosísimos: una cantante de tango que ha abandonado su carrera por la vía mística, una mujer que canta gospel imponiéndose a todas las críticas, un fanático arltiano de la logia Anael (un delirio fascinante), Perón y Evita por todos lados. También el cineasta Leonardo Favio, confiterías de Buenas Aires y la moda camp. En la parte de Barcelona (desde los ochenta en adelante), hay entrevistas a Julio Cortázar, Adolfo Bioy Casares, Antonio Di Benedetto, Enrique Lihn, un locutorio o el bar Salamat, entre otras crónicas. Las más notables: el mitin de Pablo Iglesias en Barcelona y la nota de Amy Winehouse, que en realidad es anticrónica, pues Amy ya no vive.

Una vez Ana Basualdo me dijo que de chica, en el Tigre, le gustaba subirse a los árboles para leer. Yo le dije que me parecía una imagen lindísima y que ojalá le hubieran sacado una foto, porque seguramente sería la portada de este libro. Ella se rió, como si lo que acaba de decir fuera un anacronismo absurdo.

"Me formé en un tipo de periodismo en que la primera persona era impracticable, y la columna de opinión sobre temas diversos no existía. No era un mal límite. En España, la crónica, el reporterismo de calle casi ha desaparecido, como forma habitual de registro social. Materiales, temas idóneos para la crónica periodística se han desplazado al cine documental a veces con extraordinario rigor y experimentación formal y, también (personalmente, lo lamento) a la novelización. Hemos perdido grandes cronistas, en España, que optaron por la producción de novelas temáticas de factura decimonónica. La crónica no es o no era la expresión de las emociones u opiniones del autor sino, en todo caso, por añadidura o subyacencia, un armado narrativo de información capaz de sostener la verosimilitud del punto de vista. El periodismo ha cambiado absolutamente, en lo empresarial, tecnológico, formativo, formal, gremial, social. Más o menos como todo. Y la reacomodación arrasó (acordémonos de las oleadas de despidos) también con el reporterismo callejero sistemático. Hay campos de la información que solo pueden roturarse a través de fuentes vinculadas al poder, pero no es la única realidad que necesita ser explorada. El panorama social suele resumirse en encuestas, estadísticas, atención suprema a los comentarios en redes, preguntas previsibles micrófono o cámara en mano, contagio de todos los medios en la explotación de lo escabroso o melodramático."

lunes, 6 de abril de 2020

Dolores Reyes o lo que sabe la tierra

Dolores Reyes, Cometierra, Buenos Aires, Sigilo (2019)
https://www.sigilo.com.ar/productos/cometierra-dolores-reyes/

La protagonista de esta novela es una jovencita que puede adivinar, que tiene visiones, que es capaz de ver más allá. Si come la tierra en la que alguien ha sido enterrado, es capaz de saber cómo ha muerto. La tierra le muestra cosas. Le cuenta secretos. La gente le lleva botellas llenas de tierra para que ella les diga qué pasó con sus seres queridos. Una idea magnífica. 
"Cada botella era un poco de tierra que podía hablar."
Uno imagina toda la novela a ritmo de cumbia villera. De hecho, está narrada con un lenguaje coloquial, fresco, rebosante de oralidad. Con episodios que no profundizan demasiado ni en los personajes ni en la trama, y quizá sea lo más flojo, aunque recordemos que se trata de una primera novela. 
La cosa es que la protagonista y su hermano Walter, que viven solos (su mamá murió, su papá no se sabe dónde está, su tía también se mandó a mudar), además de recibir constantes visitas de amigos, terminan por montarse el negocio de la videncia. Un día aparece Ezequiel, un policía con quien la protagonista tendrá un affaire, y le trae una botella con tierra de la casa de una chica que está desaparecida. Por primera vez es capaz de ver a una persona viva. 
"Me acosté en el suelo, sin abrir los ojos. Había aprendido que de esa oscuridad nacían las formas. Traté de verlas y de no pensar en nada más, ni siquiera en el dolor que me llegaba desde la panza. Nada, salvo un brillo que miré con mucha atención hasta que se transformó en dos ojos negros. Y de a poco, como si la hubiera fabricado la noche, vi la cara de María, los hombros, el pelo que nacía de la oscuridad más profunda que había visto en mi vida. / Solo que la tierra no abrazaba su cuerpo. Eso me gustó. Tenía un vestido claro sobre la piel que la hacía verse más joven. Estaba acostada en algún lado. Estaba viva." 
A partir de entonces, la gente la busca para que ayude a encontrar a otras personas, para que ayude a resolver la autoría de ciertos crímenes. 

lunes, 3 de junio de 2019

Martín Felipe Castagnet o una mente flotando en la red

Martín Felipe Castagnet, Los cuerpos del verano (2012), Buenos Aires, Sigilo (2019)
https://www.sigilo.com.ar/

[Publicado en Revista de Letras el 03/06/2019]
 
La editorial argentina Sigilo, fundada en 2014, llega a España con Los cuerpos del verano (2012, 2019), una pieza de ciencia ficción de Martín Felipe Castagnet (La Plata, 1986), doctor en Letras, traductor y editor. Castagnet obtuvo en 2012 el premio a la Joven Literatura Latinoamericana en Francia (otorgado por la MEET), fue elegido por el Hay Festival entre los mejores escritores latinoamericanos menores de cuarenta años e incluido en la antología Bogotá 39. También puede leerse un cuento suyo en Barcelona-Buenos Aires. Once mil kilómetros (2019), editada en España por Trampa ediciones y en Argentina por Baltasara Editora.
Los cuerpos del verano cuenta la historia de Ramiro Olivares, una mente que estuvo flotando en la red durante aproximadamente un siglo y que acaba de ser reinsertada (o reencarnada) en un nuevo cuerpo que arrastra su correspondiente batería por todos lados. La adaptación es complicada porque ahora le ha tocado el cuerpo de Rama, una mujer, y además tiene que convivir con sus descendientes, los hijos y los nietos de su propio hijo Teo, que aunque entrado en años, sigue vivo.