rumiar la biblioteca: enero 2019

lunes, 28 de enero de 2019

Noelia Pena o narrar la depresión

Noelia Pena, La vida de las estrellas, Madrid, La oveja roja (2018)
http://www.laovejaroja.es/principal.htm

Isabel está internada en un hospital psiquiátrico. Su hijo la echa de menos y está planeando un viaje a París porque ella, antes de ingresar, se lo había prometido. El marido y padre del niño está cada vez más ausente. Ella piensa en dejarlo, pero se le hace cuesta arriba. 
Estas breves pinceladas de la peripecia se entretejen en un álbum de escenas cotidianas, porque todos tenemos algo que contarnos unos a otros, anécdotas que tal vez no tienen ningún sentido.
"Quizá todos llevamos historias así, que no tienen sentido más que para nosotros mismos, pero necesitamos contárselas a alguien, depositarlas en desconocidos que quizás le encuentren alguna utilidad."
Pareciera que Noelia Pena ha intentado narrar la depresión: ese estado abúlico y gris que lo tiñe todo de apatía. Un estado que muchas mujeres asumieron como lo que toca, lo normal, donde no queda más que aguantar.
"Quizá no debería haber pensado en eso, pero no conseguí hacer frente a esa inercia que me hace volver una y otra vez sobre las mismas cosas, así que ese fue el único pensamiento de la mañana. La verdad es que nunca se me ocurrió que fuera a tener una vida como esta. Lo que me rodea son los beneficios de una vida en familia, que recibo al módico precio de haber mantenido en secreto mis deseos en los últimos años, asumiendo los cuidados de una maternidad a solas sin rechistar. Me he adaptado a estos muebles y a esta casa, me he ido alejando de mí misma hasta olvidar lo que quería, lo que quise, porque se olvida, a fuerza de callarlo se olvida y acaba sustituyéndose."

lunes, 21 de enero de 2019

Robert Juan-Cantavella en persecución

Robert Juan-Cantavella, Nadia, Barcelona, Galaxia Gutenberg (2018)
http://www.galaxiagutenberg.com/libros/nadia/

Juan Doshermanas, Kempes y Circas arrancan un viaje de persecución en busca de Nadia Europa, mujer fatal y sobre todo escurridiza, que obliga a los protagonistas a darse un divertido e irónico recorrido por la resquebrajante Europa a través de saltos en el tiempo y actos artísticos-subversivos de lo más disparatados. 
"La solución al fastidioso enigma tardaría en llegar: la persecución a ciegas de Nadia ciudad tras ciudad, la explicación a los extraños viajes, tantas preguntas sin respuesta. Seguíamos extraviados, esa es la verdad. (Si estás leyendo este informe, si ahora también tú formas parte del público, puede que notes algo parecido.)"
El lector siente la misma intriga que los protagonistas, de modo que podemos decir que el descubrimiento ocurre de la mano del narrador. Todos andan perdidos, sin duda, y supongo que esa es la gracia del asunto. Hay, además, una pregunta subyacente sobre esta Europa que no se corresponde exactamente con la que imaginamos.

lunes, 14 de enero de 2019

Amante de manual


Yo te conocí con novia
a vos, que sos
amante de manual.
Siempre con amigas,
siempre puntual,
entrás por la puerta
acorralando.
Y pasado el acto,
la ropa por el suelo,
yo pienso: qué bien
que te vas.

Lejos, te vas lejos
no es la misma ciudad.
Tenés tu vida allá
y sabés disimular.

Capaz que yo también
soy amante de manual.
La verdad, con vos no sé
de qué hablar.

Yo te conocí con novia
a vos, que sos
amante de manual.
Siempre divertido,
siempre el que más,
teléfono en la mano
y maquinando.
Vos ya estás con ropa,
yo me estoy vistiendo,
y pienso: qué bien
que te vas.

lunes, 7 de enero de 2019

Tango del pozo


Cuando estás ansioso,
mordiéndote los codos,
recorriendo el pasillo,
derrochando estupidez.

Cuando no aguantás
ni tu cara en el espejo
porque estás harto
bien hundido en el pozo.

Entonces ves la cortina
moverse con el viento,
como si alguien o algo
se acabara de ir.

Tal vez se esfumó,
cambió para mejor.
Porque el deseo se transforma,
siempre se transforma.

Alguien te dijo una casa,
un amor, una novela,
y que a mitad de la vida
comienza una vida mejor.

Y recordás que el deseo
es terco como un tonto,
va picándote la oreja
y jamás se equivocó.

Pero estás inaguantable,
y aunque salgas a la calle
o navegues en pantallas
ya no hay luz ni emoción.

Al final sos como un perro
royendo el mismo hueso.
Pero el deseo se transforma,
siempre se transforma.

Entonces ves la cortina
moverse con el viento.
Porque el deseo se transforma,
siempre se transforma.