Si imaginamos un
destino de la literatura similar al destino de la música, en el sentido
en el que hoy aplaudimos y celebramos y adoramos al deejay como
si de una estrella de rock o de un concertista virtuoso o de un afamado
compositor se tratara, y celebramos su trabajo, es decir, el de poner
discos, como arte, o mejor dicho, celebramos su collage y su mixtura y
su capacidad de navegar por el tiempo y la tradición, de hacer tremolar
el tiempo sobre diferentes bases, y extrapolamos el fenómeno al libro, o
mejor, al libro electrónico, y pensamos que el escritor dejará de ser
ese juntapalabras o el que busca estilo y contruye una escritura, y que
su función se habrá desplazado hacia un diseñador-maquetador con
talento, con conocimientos de programador, que fabrique collages y
corta-pegas y links de navegación por las grandes obras de todos los
tiempos y aplaudamos su trabajo, lo celebremos como gran hacedor de los
tiempos por venir, y colaboremos para que pueda ganarse la vida con
mucha mayor soltura que un escritor, porque tal y como dicen algunos, y
no sin razón, con semejante tradición para qué escribir o reescribir, o
contestar y dialogar con esa tradición, quizá sea suficiente con
manipularla y fragmentarla y servirnos de ella para contar la historia
que queramos, para seguir ejecutando el hecho literario.
Por ejemplo, yo podría continuar con el montaje de una autobiografía in progress, que ya comenzara con el post La novela deejay, La novela deejay II y La novela deejay III utilizando unos párrafos de La nave de los locos
de Cristina Peri Rossi si caigo en la tentación de definir lo que escribo:
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lunes, 7 de marzo de 2016
lunes, 22 de febrero de 2016
Davis, Peri Rossi, Mesa: tres citas
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Lydia Davis, El final de la historia (1995), trad. Justo Navarro, Barcelona, Alpha Decay (2014) |
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Cristina Peri Rossi, Por fin solos, Barcelona, Lumen (2004) |
"A la vez, la pregunta esclerosa invita a la respuesta conocida. Como un nervio estimulado siempre en el mismo sentido, solo respondía con la repetición de las condiciones anteriores. Pensé que era más fácil introducir una modificación en la estructura de la frase que en la relación entre mi padre y mi madre. Quizás, mágicamente, el nuevo orden de las palabras o la incorporación de unas nuevas tuviera la facultad de resquebrajar la estructura total."
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Sara Mesa, Cicatriz, Barcelona, Anagrama (2015) |
"También le reprocha el exceso de retórica. Cree que hay escritura innecesaria y vacía. Abuso de metáforas. Un mal enfocado estilo literario. Está copiando modelos, con el único resultado de ahogar su propia voz. Recuerda lo que decía Proust: cuando nos ponemos a escribir debemos sacrificar el estilo de las obras que más amamos en aras de esa verdad única que habita solo en nosotros."
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