rumiar la biblioteca: junio 2018

lunes, 18 de junio de 2018

Juan José Saer: ventajas del exilio para un escritor (dos citas)

Juan José Saer, El concepto de ficción, Barcelona, Rayo Verde (2016)
http://www.rayoverde.es/catalogo/el-concepto-de-ficcion/

"De las ventajas que el exilio ofrece a un escritor la más importante sin duda es la relativización de la propia experiencia, individual o colectiva. Narcisismo y nacionalismo sufren, gracias al descentramiento y a la distancia, un rudo golpe. En ese sentido, podemos considerar el exilio como un nuevo avatar del principio de realidad."

"Respecto al país natal, el extranjero es una especie de limbo, y una suerte de observatorio también: es evidente que, después de cierto tiempo, el escritor exiliado flota entre dos mundos y que su inscripción en ambos es fragmentaria o intermitente."

(En "Caminaba un poco enconvardo", 1985)

lunes, 11 de junio de 2018

Esmeralda Berbel y la ruptura

Esmeralda Berbel, Irse, Barcelona, Comba (2017)
https://www.editorialcomba.com/catalogo/libros/narrativa/irse/


Hojeo este diario de ruptura amorosa. En un diario, la escritura funciona como terapia, expiación, autoconocimiento, deformación y reconstrucción, entre otras cosas. Hay que encontrar el "punto de ficción" de uno mismo. Un diario sirve para ordenar esos detalles significativos y exponer la banalidad cotidiana con un derroche importante de narcisismo. Entonces la escritura se convierte en algo sumergible y también carnoso:


"Escribir hasta que todo quede fuera, la piel, el agua, los peces, las líneas del cuervo, las astas de un ciervo, la pezuña del búfalo, el boqueo anaranjado y ese aletear sin aire. Que la palabra que ya no es voz pase del cuello al meridiano, y que mis dedos dejen en el lápiz la suavidad y la fuerza de las manos. Que la vena, la variz y el intestino sean tinta, junco y suelo."

lunes, 4 de junio de 2018

La novela deejay IX


Si imaginamos un destino de la literatura similar al destino de la música, en el sentido en el que hoy aplaudimos y celebramos y adoramos al deejay como si de una estrella de rock o de un concertista virtuoso o de un afamado compositor se tratara, y celebramos su trabajo, es decir, el de poner discos, como arte, o mejor dicho, celebramos su collage y su mixtura y su capacidad de navegar por el tiempo y la tradición, de hacer tremolar el tiempo sobre diferentes bases, y extrapolamos el fenómeno al libro, o mejor, al libro electrónico, y pensamos que el escritor dejará de ser ese juntapalabras o el que busca estilo y construye una escritura, y que su función se habrá desplazado hacia un diseñador-maquetador con talento, con conocimientos de programador, que fabrique collages y corta-pegas y links de navegación por las grandes obras de todos los tiempos y aplaudamos su trabajo, lo celebremos como gran hacedor de los tiempos por venir, y colaboremos para que pueda ganarse la vida con mucha mayor soltura que un escritor, porque tal y como dicen algunos, y no sin razón, con semejante tradición para qué escribir o reescribir, o contestar y dialogar con esa tradición, quizá sea suficiente con manipularla y fragmentarla y servirnos de ella para contar la historia que queramos, para seguir ejecutando el hecho literario.

Por ejemplo, yo podría continuar con el montaje de una autobiografía in progress, que ya comenzara con los posts La novela deejay, La novela deejay II, III, IV, V, VI, VII y VIII utilizando un fragmento de Variaciones sobre la escritura de Roland Barthes para reflejar la perplejidad que me produce leer mis propios textos: