rumiar la biblioteca: Enrique Vila-Matas
Mostrando entradas con la etiqueta Enrique Vila-Matas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Enrique Vila-Matas. Mostrar todas las entradas

lunes, 3 de octubre de 2022

Enrique Vila-Matas o qué pasa en la habitación de al lado

 

Enrique Vila-Matas, Montevideo, Barcelona, Seix Barral (2022)

https://www.planetadelibros.com/libro-montevideo/355599

Montevideo es una novela que habla de la imaginación, de los mecanismos que se activan cuando se escribe, siempre enigmáticos, de cómo de ambiguas y caprichosas son las conexiones que hace la mente cuando relaciona ideas, muchas veces descabelladas. 

El narrador es un escritor que está en un punto muerto, parece que se ha quedado sin ideas. Sufre el síndrome de Rimbaud, mejor conocido como el síndrome de Bartebly. Preferiría no hacerlo. 

Viaja a Montevideo y se hospeda en un hotel que es protagonista de dos cuentos: uno de Cortázar y otro de Bioy Casares. Ambos escritores cuentan que, en ese hotel, sus protagonistas escuchan lo que pasa en la habitación de al lado. El narrador se empeña en visitar la habitación que describe Cortázar en el cuento, pero el conserje no está dispuesto. Por la noche, el narrador comienza a tener experiencias inquietantes: hay puertas que están y luego desaparecen, hay arañas del otro lado del umbral.

Las arañas aparecen constantemente. Lo bueno de esta novela es que es tan ambigua que uno puede interpretarla como le dé la gana. Por ejemplo, yo creo que las arañas representan la capacidad de narrar, pues sabemos que un texto es un tejido y las arañas son expertas tejedoras. Pero la araña puede ser miedo, o cómo no, aquello que solo tienen las mujeres.

El narrador sigue visitando distintas ciudades, si no físicamente, al menos en su mente. En su mente o a través de ciertas experiencias relacionadas con el arte moderno: dos artistas plásticas le construyen una habitación única (a la manera del cuarto propio de Virginia Woolf) para que tenga allí ciertas experiencias, para que su narración vuelva a desplegarse. Y sin duda que tiene experiencias. Hay puertas, esas puertas dan a distintos lugares, él las abre y allí pasan cosas, pero puede ir a otra puerta y estar en otro lugar. 

Las puertas son los vasos comunicantes que construye la imaginación. Allá está la araña que teje, o el soplo divino, la inspiración. Las cosas siempre pasan al otro lado de la puerta, en la habitación contigua. Y a veces pareciera que quien narra está detrás de la puerta y nosotros somos la novela.

"Si te fijas, le dije, no hay un solo escritor, por mucho que recurra al psicoanálisis, que sepa verdaderamente por qué escribe. Algunos sí lo saben, dijo Cuadrelli, pero son los más pelotudos. Y no conozco, dije yo, a un solo escritor que haya podido explicarse por qué, por ejemplo, al encontrar un problema en lo que estaba escribiendo en aquel momento, saliera a dar un paseo y, al volver a casa, viera que la dificultad se había solucionado. Antes, dijo, lo llamaban 'inspiración', y mucho antes, 'soplo divino', pero no hay un solo escritor que sepa lo que realmente pasa ahí. Bueno, solo lo saben aquellos que son muy malos escritores, dije. Sí, es cierto, esos explican muy detalladamente todo lo que han hecho, dijo, y delatan con su boludez que no son escritores ni nada, creen que explicar el libro es explicar la historia que puede leerse en él. Y los peores, dije, son los que aseguran no poder explicar lo más interesante de la historia porque la arruinarían contándola. Reímos juntos. Sobre una buena novela, dijo, no hay nada para contar, o no debería haberlo si el escritor ha hecho bien su trabajo, y que así sea siempre se debe a que la misma escritura de la novela ya es una explicación de algo que sucedió en la vida o en la mente del narrador; algo que exigía ser puesto en palabras y que terminó dando forma al libro. / Me mostré plenamente de acuerdo. Después de todo, dije, proponer una explicación no deja de ser algo muy complicado, y tal vez se trate de una tarea sin esperanza y condenada a la redundancia. Y, un poco más tarde, volvimos al tema de la inspiración, y al antes llamado 'soplo divino'. Sí, dijo, los escritores en realidad solo creen en ese soplo; mira a Coleridge, sin ir más lejos; a él, por lo visto, le dictaron un poema entero. Y seguramente toda su obra, añadí tratando de ver qué tal me sentaba ser un tanto malévolo. Sí, claro, dijo. Basta con leer las entrevistas que dan cuando publican un nuevo libro, dije, y verás que no hay ninguno que sepa explicar lo que ha hecho. Sí, dijo Cuadrelli, es como si todos escribieran al dictado del habitante contiguo. Le pregunté cómo creía que se llamaba ese habitante. El Soplo, dijo Cuadrelli. ¿Cómo tomarme aquello? Lo dejé pasar como un soplo."


lunes, 7 de noviembre de 2016

Siete propuestas para la novela futura: Vila-Matas, Piglia, Foster Wallace


Enrique Vila-Matas,
Perder teorías, Barcelona,
Seix Barral (2010)


Aparte de homenajear y diagolar con Seis propuestas para el próximo milenio de Italo Calvino, Perder teorías se pregunta cómo habría de ser la novela futura, una pregunta, por lo demás, que en absoluto es nueva y que ronda de tanto en tanto a todos esos escritores que consideran que escribir es algo más que (y simplemente) contar una historia. Enrique Vila-Matas dice que son cinco los elementos que acechan la novela del mañana:



  • 1. La "intertextualidad": es decir, el uso de citas/citas falsas y referencias a otros libros (incluida la autorreferencia, por supuesto).
  • 2. Las conexiones con la alta poesía (decía Barthes: "todas las veces que hay un esfuerzo de estilo, hay versificación").
  • 3. La escritura vista como un reloj que avanza (más que como un espejo a lo largo del camino): "uno de los aspectos más seductores de la literatura se encuentra en el hecho de que algunas veces puede ser algo así como un espejo que se adelanta; un espejo que, como algunos relojes, tiene la capacidad de avanzarse".
  • 4. La victoria del estilo sobre la trama (ya que existen unas pocas tramas que siempre se repiten (piénsese en Vladímir Propp y similares), el novelista debe limitarse a elegir una cualquiera o una combinación cualquiera). 
  • 5. La conciencia de un paisaje moral ruinoso (esto se entiende como lo que muchos denominan "conciencia social", "denuncia de la decadencia" y sus hermanos más o menos realistas/pesimistas/"es lo que hay").  



Ricardo Piglia,
Antología personal
,
Barcelona,
Anagrama (2015)
(Lo más divertido de todo esto es que Vila-Matas expone esos cinco elementos pero también los "muestra": Perder teorías está respetuosamente construido con esos cinco requisitos, de modo que también podríamos hablar de Perder teorías como de una novela.) 




*

Pareciera que las conferencias de Calvino también llamaron la atención de Ricardo Piglia, quien se preguntó en algún momento cuál podría ser la sexta propuesta de Calvino, pues como todos recordaremos las Seis propuestas para el próximo milenio al final quedaron en cinco (levedad, rapidez, exactitud, visibilidad y multiplicidad). 

Aunque Vila-Matas habla de elementos en una misma novela y no de distintas propuestas como modelos de novela futura, permitámonos relacionar (o confundir) por un momento elementos con propuestas. De modo que podríamos añadir a los cinco elementos vilamatianos este sexto (o al revés: añadir a la sexta propuesta de Piglia los cinco elementos de Vila-Matas). ¿Y cuál es esa sexta propuesta? Piglia: "Me parece entonces que podríamos imaginar que hay una sexta propuesta, a la que yo llamaría el deslizamiento, el desplazamiento, el cambio de lugar. Salir del centro, dejar que el lenguaje hable también en el borde, en lo que se oye, en lo que llega de otro". Esta frase tan enigmática significa la idea de incorporar los retazos de voces verdaderas (a lo Puig, a lo Walsh y la crónica, por ejemplo). De modo que agregaríamos:

  • 6. El deslizamiento, el cambio de lugar ("poner a otro en el lugar de una enunciación personal").





*

David Foster Wallace,
En cuerpo y en lo otro,
trad. Javier Calvo,
Barcelona,
Literatura Random House (2013)
Solo nos falta la séptima propuesta que anuncia el título. En un hilarante artículo, "La naturaleza de la diversión", David Foster Wallace habla de eso que es la novela citando a DeLillo y definiéndola así: "un niño repulsivamente deforme que sigue al escritor a todas partes, yéndole eternamente detrás a cuatro patas (es decir, reptando por el suelo de los restaurantes donde el escritor está intentando comer, apareciendo a primera hora de la mañana a los pies de su cama, etcétera), repulsivamente defectuoso, hidrocefálico y sin nariz y con aletas en vez de brazos e incontinente y retrasado y babeando líquido cerebroespinal por la boca mientras lloriquea y gorgotea y llama al escritor, pidiéndole amor, pidiéndole eso que su misma repulsividad le garantiza que va a obtener: la atención total del escritor". El escritor ama a su "niño deforme", y quiere que salga al mundo y que todos lo vean como un "niño perfecto". Y aunque el escritor sabe que el niño no es perfecto y que, a pesar del esfuerzo, nunca quedará perfecto, le gusta pasarse la mayor parte del día construyéndolo. Construir novelas es divertidísimo, dice Foster Wallace. Lo malo es que se puede caer en la trampa, advierte, de querer gustar al lector (eso por culpa del miedo que genera el hecho de que el niño al final es aceptado por el mundo y por los lectores que vienen a ser el mundo para una novela), y muchas veces se pierde lo genuino de ese producto, que consiste, precisamente, en la diversión. De modo que permítanme agregar la séptima:



  •  7. La diversión, o el "Trabajo Como Juego": "Bajo la nueva administración de la diversión, escribir narrativa se convierte en una forma de adentrarte en ti mismo e iluminar esas mismas cosas que no querías ni ver ni que nadie más viera, y resulta (paradójicamente) que estas cosas son justamente las cosas que todos los escritores y lectores comparten y sienten, y a las que reaccionan. La narrativa se convierte en una forma extraña de aceptarte a ti mismo y de decir la verdad en lugar de ser una forma de escapar de ti mismo o de presentarte a ti mismo de una forma que supones que hará que le gustes al máximo número de personas. Se trata de un proceso complicado, que confunde y da miedo, y también muy trabajoso, pero que resulta ser la mejor diversión que existe".



Ahora sí, recopilemos estas siete propuestas para la novela futura:

  1. Intertextualidad
  2. Alta poesía
  3. Reloj que avanza
  4. Estilo sobre trama
  5. Conciencia de la decadencia del mundo
  6. Desplazamiento o insertos de voces verdaderas
  7. Diversión



*

Acordada la "receta", la conversación terminó más o menos así:

PIGLIA: "asistimos a la destrucción del recuerdo personal (y situado)". 

VILA-MATAS: "no puede ser más ridícula e inverosímil la imagen de un creador —pongamos que literario— convencido de que es propietario de su inconsciente".

FOSTER WALLACE: “lo escribes prácticamente todo para excitarte a ti mismo”.

PIGLIA: “narrativamente podríamos hablar de la muerte de Proust, en el sentido de la muerte de la memoria como condición de la identidad verdadera”.

FOSTER WALLACE: “Al principio. Luego las cosas empiezan a complicarse y a volverse confusas, y hasta a dar miedo”.

VILA-MATAS: "todo verdadero narrador tiene que intentar inventar su teoría".

FOSTER WALLACE: "es lo que más quieres: equivocarte de forma garrafal, demente y suicida". 

PIGLIA: “¿Y qué sería un buen relato? Una historia que le interesa no solo a quien la cuenta, sino también a quien la recibe”. 

VILA-MATAS: “las frases que no entendemos pueden ayudarnos mucho más que las que entendemos perfectamente”.




lunes, 5 de octubre de 2015

Vila-Matas, la caída libre o el arte de desaparecer

Enrique Vila-Matas, El viaje vertical (1999), Barcelona, DeBolsillo (2015)
http://www.megustaleer.com/libros/el-viaje-vertical/P627259

"¿Entonces no voy a poder seguir descendiendo verticalmente como he venido haciendo hasta ahora?", se pregunta Federico Mayol, el protagonista de este viaje que a veces se parece a La vuelta al mundo en ochenta días pero que al tiempo es una novela de formación "cuyo protagonista tiene una edad en la que generalmente ya nadie se forma".
A Federico acaba de dejarlo su mujer, de modo que se ve obligado a inventarse una nueva vida a una edad en la que lo más apropiado es sentarse a disfrutar (¡por fin!) de todo lo ya alcanzado y establecido, y este punto de inflexión es el comienzo de una aventura por momentos descabellada y divertida, tierna también, que no escatima reflexiones inteligentes y verdaderas como la que sigue:

"Cuando viajas con alguien -me dijo-, siempre tiendes a mirar lo que te rodea con extrañeza mientras que, cuando viajas solo, el extraño siempre eres tú."

Suicidios ejemplares (1991),
Barcelona, DeBolsillo (2015)
Pero El viaje vertical no llegó solo a mis manos sino que lo hizo acompañado de Suicidios ejemplares. Con este libro me pasó algo extraño: lo cierto es que se lo había prestado no recuerdo a quién y me sorprendió que me lo devolviera, bastante mojado y lleno de arena tengo que decir, pero en cualquier caso que me lo devolviera. Enseguida volví a prestarlo y seguían devolviéndomelo, cosa que sigue asombrándome, pues generalmente libro que sale prestado raro que vuelva (eso lo saben muy bien los de las bibliotecas públicas).

Pero de tanto tentar a la suerte un día ya no volvió, porque leer en la playa es peligrosísimo para los libros. Después me olvidé de él hasta que regresó.

Entonces supe que volvía a visitarme para recordarme una frase de uno de sus cuentos más auténticos que dice que "la obligación del autor es desaparecer".


"Es triste (dijo Anatol desviándose de la cuestión), pero cada vez se glorifica menos el arte y más al artista creador; cada vez se prefiere más al artista que a la obra de arte."

Diremos que en esta frase vive el corazón del libro, pero también diremos que entender este arte de camuflarse es el corazón de toda la obra de Vila-Matas. 

lunes, 17 de noviembre de 2014

Enrique Vila-Matas o la esperanza

Enrique Vila-Matas, Kassel no invita a la lógica, Barcelona, Seix Barral (2014)
http://www.planetadelibros.com/kassel-no-invita-a-la-logica-libro-115466.html

Para salir de Europa hay que salir del bosque y para salir del bosque hay que salir de Europa, o la Historia natural de la destrucción (Sebald):

"Luego, algo más tarde, se avino a contarme que se trataba de una instalación con un sonido envolvente de jarana bélica, mezclada con una orquesta sinfónica y crujidos del bosque que de algún modo reconstruía los bombardeos que había sufrido el parque Karlsaue y la ciudad durante la Segunda Guerra Mundial."



Europa está gagá, nos dice Vila-Matas mientras se pasea por la Documenta 13, la realidad está acabada, jubilada, al menos en Europa, y solo proyecta su mirada hacia el hueco de la tierra, donde todo acaba al final. Menos mal que la esperanza resopla como un impulso constante, suave, pero testarudo, en el arte. El impulso del entusiasmo. Porque el arte atesora la alegría como el núcleo central de toda creación.

"Europa había muerto, quizás tenía razón la joven Kassel en su riguroso luto, pero el arte del mundo estaba muy vivo, era la única ventana abierta que les quedaba a los que todavía buscaban la salvación del espíritu."
 
 
*
 
¿Qué Vila-Matas es este al que siempre se le ha acusado de evitar la realidad o al menos de resbalar a su alrededor?

"Le habría gustado confesarle en aquel momento que lo político o, mejor dicho, la eterna quimera de un mundo humanizado, era inseparable de la investigación artística y del arte más avanzado."
 

¿Qué Vila-Matas es este? ¿Alguien parecido al je est un autre de Rimbaud?
 
"Porque yo es otro. Qué culpa tiene el cobre si un día se despierta convertido en corneta. Para mí es algo evidente: asisto a la eclosión, a la expansión de mi propio pensamiento: lo miro, lo escucho: lanzo un golpe de arco: la sinfonía se remueve en las profundidades, o entra de un salto en escena."
 


lunes, 23 de diciembre de 2013

Vila-Matas, lector de Vila-Matas

Enrique Vila-Matas, Fuera de aquí, Barcelona, Galaxia Gutenberg (2013)
http://www.galaxiagutenberg.com/libros/fuera-de-aqui/

Digamos que Fuera de aquí es algo así como Vila-Matas leyendo a Vila-Matas. Con esto me refiero a un escritor (o su estilo), leyéndose a sí mismo. O quizá: desdoblándose y mirándose a un espejo, ¿espejo? No es espejo, es ombligo. O quizá: el dibujo de un ombligo de un presunto Vila-Matas, dibujado por él mismo. Ombligo o espiral, de trazo improvisado o al menos con aspecto de espontaneidad.

Formato blog, me soplan en la editorial. Y yo me pregunto si eso que Vila-Matas llama estilo Vila-Matas, es decir, el metaficcional y autoficcional, el ficcional a secas, digamos, o mejor: el que mete ficción a todo lo que toca (¡y a todo lo que conduce!, sopla otro listillo), no dejará de hacerlo en esta blogentrevista impresa con fotos y fragmentos y textos inéditos (metameditativos), donde la presencia de la realidad (ya que tenemos a un testigo, Gabastou) debería enderezarlo. No sé bien lo que significa enderezar (quizá aderezar), pero lo cierto es que Fuera de aquí es un rizar el rizo. 

Claro, tanto automitografía (como un Dalí de nuestro tiempo) donde la duda es la mejor aliada, me refiero a la duda sobre la realidad, o para precisar: la interpretación de la realidad, que al final no sabemos (y disfrutamos como enanos) de si aquello es construcción o deconstrucción, a la manera de Paul de Man y su autobiografía como desfiguración.
La entrevista como desfiguración. (Y como género literario.)
Vila-Matas está allí, pero también está fuera de allí. Aunque diría que sigue acertando y comportándose con total honestidad con respecto a la problemática del escritor y del lector, a sus irónicos quebraderos de cabeza, a su monstruosidad. A la manera de la teoría o crítica literaria tal como es entendida desde el siglo XX y de la que yo misma fui alumna con Jordi Llovet y Nora Catelli.


Sabemos que el estilo de Vila-Matas es en parte explicar en qué consiste su estilo, hacerlo explícito, o lo que es lo mismo: leer a Vila-Matas es leer las instrucciones para leer a Vila-Matas. Pero la impresión al leer Fuera de aquí fue la de no saber si el hecho de explicar no responde también a que los lectores vilamatianos (los metalectores) parece que escasean. Ambos puntos de vista se complementan y podrían ser ciertos, me digo. El lector ha desaparecido, también, diluyéndose. Al igual que el autor, el lector está en peligro (dijo Piglia y lo metió en un libro). Se ha desfigurado y entorpecido, de modo que pareciera que no tiene más remedio que darle una palmadita de ánimo y explicarle con claridad eso que hace al escribir, su sistema de creación, explicar en qué consiste el estilo Vila-Matas al pobrecito lector.

Hace un tiempo escuché decir al editor de Copi (al que, por cierto, el que nos ocupa tradujo), que sin duda Copi debía su grandeza sobre todo a la fortuna de haber tenido buenos lectores, excelentes lectores. Pareciera que Vila-Matas no se fía de quien se acerca, no encuentra al lector que, sin ayuda, sepa descifrar lo que hay que descifrar, o más bien se aprovecha y hace literatura de ese desencuentro.







"¿Narrativa normal? ¿Cómo interpretar algo así? ¿Narrativa que no marea la perdiz y toma la línea recta para contar algo? Creo que detrás de la división bolañesca se esconde un conflicto entre el impulso antiintelectual de la cultura de masas que no ha parado de crear monstruos y narradores sencillos —toda esa serie incesante de escritores que se adaptan, que se someten a cierta tentación analfabeta y se presentan ante los lectores (para no asustar) como personas no intelectuales, alejadas de esa casta de gente que lo enrarece todo porque piensa demasiado— y el impulso de los que huyen de la narración lineal y conversan sobre libros y se interrogan acerca de cuestiones relacionadas con la realidad misma de la literatura, en busca siempre de nuevas formas que ayuden a encontrar la salida a tantas novelas decimonónicas y tantas obras vanguardistas mal copiadas: gente que ama la vieja oscuridad o dificultad en la construcción de historias, estilo Faulkner, o estilo Macedonio (Fernández), tanto da mientras se mantenga el espíritu de la complejidad y el laberinto." 


*

De tanto desaparecer, hasta el texto mismo tiende a borronarse, no por escasez sino por sobreabundancia. Por la falta de costumbre de imponerse. Porque, como dice Piglia, la gente mira al lado para que alguien diga si un texto es bueno. Por no saber caer en la cuneta, y no en la cuenta, errata que muchas veces dejaría tal cual. Digamos que la literatura del futuro puede que sobreviva en la cuneta. 
Hay un fragmento que me parece sumamente revelador:

"Habrá escritores escondidos que serán muy conscientes de que el éxito de su obra dependerá únicamente de la opinión que uno tenga sobre ella. 'Piensa bien de ti, y habrás ganado. Pierde tu autoestima, y estás perdido', se dirán para sí mismos. Y, dada la incultura que reinará en el mundo entero —peor aún que la actual, lo cual ya es decir—, se sentirán muy felices de haber sabido apartarse, de haber sabido situarse literalmente fuera de aquí."