rumiar la biblioteca: Debolsillo
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lunes, 21 de agosto de 2017

Notas sobre la visita de Ngũgĩ wa Thiong’o a Barcelona


Ngũgĩ wa Thiong’o, Descolonizar la mente (1986), traducción de Marta Sofía López Rodríguez, Barcelona, Debolsillo (2015)
http://www.megustaleer.com/libro/descolonizar-la-mente/ES0139172

[Publicado en Liberoamérica el 15/08/2017]

Apunto algunas reflexiones sobre la conferencia de Ngũgĩ wa Thing’o en el CCCB. Fue como leer su libro Descolonizar la mente. Las mismas ideas. Me decepcionó un poco, porque el enfoque fue solamente político (en cuanto a la lengua). Yo pensaba que se explayaría algo más sobre cuestiones formales: texturas, sintaxis, relaciones semánticas-pensamiento, por ejemplo. Tiene un discurso marxista y antiimperialista. A primera vista uno está de acuerdo, no lo niego, pero con la lectura de Descolonizar la mente es más que suficiente como para seguir abundando en este aspecto.
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lunes, 22 de agosto de 2016

Susan Sontag lee a Barthes

Susan Sontag, Cuestión de énfasis, trad. de Aurelio Major, Barcelona, Debolsillo (2011)
http://www.megustaleer.com/libro/cuestion-de-enfasis/ES0084700

Encontramos aquí una intersante colección de artículos que versan sobre literatura, cine, pintura, artes escénicas, compromiso político y tarea de escritores, "esos profesionales de la insatisfacción". Pero de entre todos ellos atiendo al titulado "La escritura en sí misma: acerca de Roland Barthes" del año 1982: ¿cómo lee Susan Sontag a Roland Barthes? 
A continuación, dos citas (las cuales no escatiman cierta ironía):
"Aunque todas las obras, cualesquiera que sean su forma y su capacidad, merecen la ciudadanía en la gran democracia de los 'textos', el crítico tenderá a evitar las que todo el mundo ha manejado, aquellas cuyo significado todo el mundo conoce. El giro formalista de la crítica moderna desde su fase prístina, de la idea de desfamiliarización de Shklovski en adelante dicta justamente eso. Encomienda al crítico la tarea de sustituir significados gastados por otros nuevos. Es el mandato de buscar nuevos significados. Étonne-moi."
"El formalismo de Barthes en su mayor consistencia, su resolución de que el crítico no está llamado a reconstruir el 'mensaje' de una obra sino solo su 'sistema' su forma, su estructura, es quizá mejor comprendido, en este sentido, como la liberadora eclosión de lo obvio, como un inmenso gesto de buen gusto."


Enseguida pienso en varias cosas:
  1. Cómo leen los filólogos hispanistas: biografía (contexto histórico, social, psicológico, crítica genética o lectura à la marxista y sus diferentes ramas), temática, motivos (oh, Bachelard), etcétera
  2. Cómo leen los reseñistas: biografía, bibliografía, mensaje que transmite el texto, tal vez temática y sobre todo opinión del tipo me gusta/no me gusta.
  3. Los críticos formalistas atienden a la estructura, a la trama (cómo se exponen los elementos narrativos), son creativos como lectores en el sentido de que otorgan carta libre al lector (el lector construye la otra mitad del libro). 
  4. Los escritores leen como les da la gana, saltan de párrafos, páginas, de autores y reflexiones durante el proceso, observan cómo se ha construido el libro, se equivocan continuamente, se justifican y crean sus propios predecesores por puro interés: en definitiva, leen mal. Pero son los únicos que mantienen en la palestra a los autores de todos los tiempos, dialogan con ellos, practican todas las lecturas anteriormente señaladas con eclecticismo y absoluta libertad en beneficio de la literatura.

lunes, 5 de octubre de 2015

Vila-Matas, la caída libre o el arte de desaparecer

Enrique Vila-Matas, El viaje vertical (1999), Barcelona, DeBolsillo (2015)
http://www.megustaleer.com/libros/el-viaje-vertical/P627259

"¿Entonces no voy a poder seguir descendiendo verticalmente como he venido haciendo hasta ahora?", se pregunta Federico Mayol, el protagonista de este viaje que a veces se parece a La vuelta al mundo en ochenta días pero que al tiempo es una novela de formación "cuyo protagonista tiene una edad en la que generalmente ya nadie se forma".
A Federico acaba de dejarlo su mujer, de modo que se ve obligado a inventarse una nueva vida a una edad en la que lo más apropiado es sentarse a disfrutar (¡por fin!) de todo lo ya alcanzado y establecido, y este punto de inflexión es el comienzo de una aventura por momentos descabellada y divertida, tierna también, que no escatima reflexiones inteligentes y verdaderas como la que sigue:

"Cuando viajas con alguien -me dijo-, siempre tiendes a mirar lo que te rodea con extrañeza mientras que, cuando viajas solo, el extraño siempre eres tú."

Suicidios ejemplares (1991),
Barcelona, DeBolsillo (2015)
Pero El viaje vertical no llegó solo a mis manos sino que lo hizo acompañado de Suicidios ejemplares. Con este libro me pasó algo extraño: lo cierto es que se lo había prestado no recuerdo a quién y me sorprendió que me lo devolviera, bastante mojado y lleno de arena tengo que decir, pero en cualquier caso que me lo devolviera. Enseguida volví a prestarlo y seguían devolviéndomelo, cosa que sigue asombrándome, pues generalmente libro que sale prestado raro que vuelva (eso lo saben muy bien los de las bibliotecas públicas).

Pero de tanto tentar a la suerte un día ya no volvió, porque leer en la playa es peligrosísimo para los libros. Después me olvidé de él hasta que regresó.

Entonces supe que volvía a visitarme para recordarme una frase de uno de sus cuentos más auténticos que dice que "la obligación del autor es desaparecer".


"Es triste (dijo Anatol desviándose de la cuestión), pero cada vez se glorifica menos el arte y más al artista creador; cada vez se prefiere más al artista que a la obra de arte."

Diremos que en esta frase vive el corazón del libro, pero también diremos que entender este arte de camuflarse es el corazón de toda la obra de Vila-Matas. 

lunes, 22 de diciembre de 2014

Iris Murdoch sabe nadar

Iris Murdoch, El mar, el mar (1978), traducción de Marta Gustavino, Barcelona, Debolsillo (2013)
http://www.megustaleer.com/ficha/P83649A/el-mar-el-mar

Pregúntense si el arte y la vida se parecen en algo:
"Se me acaba de ocurrir que en estas memorias podrían caber toda clase de delirios fantásticos sobre mi vida, ¡y la gente se los creería! Así es la credulidad humana, el poder de la palabra impresa y de cualquier 'nombre' conocido, o cualquier 'personalidad del mundo del espectáculo'. Aunque los lectores afirmen que 'se lo toman con cierto escepticismo', en realidad no es así. Están ávidos de creer, y creen, porque creer es más fácil que no creer, y porque cualquier cosa escrita tiende a ser 'verdadera en cierto modo'."

El protagonista de este diario, un director de teatro retirado, ha sacado la varita mágica cual Próspero para acomodar los elementos a su gusto pero aquí nadie le hace caso. Esto no es un escenario, parecen decirle los demás protagonistas. El prodigio, paranoico y divertidísimo, termina por desvanecerse a pesar del ahínco con que ha sido construido. El fracaso no solo sobreviene al personaje, también al lector, que al poco desconfía de todo.

"En realidad, todo esto se terminó hace mucho tiempo, y ahora lo estamos soñando."  
"Pero tú estás intentando obligarme a entrar en una trama que no es la trama de la situación. Lo que estás diciendo es todo colateral, es una especie de comentario abstracto. Eres tú quien está 'contando un cuento'. Yo estoy en el lugar donde suceden realmente las cosas."

¿Las cosas suceden realmente? Murdoch reflexiona sobre la ficción de la vida en relación con lo que convencionalmente entendemos por ficción y que solemos relegar al arte de la fabulación. Por lo visto se parecen en cierto punto: aquello del caos y la necesaria interpretación. Acaso tergiversada, acaso magnificada, pero siempre personal y maravillosa.


Qué necesaria esta experiencia marina, de prosa lúcida y rebosante de sentido del humor, con ese punto intermedio entre la inocencia y la ironía de los realmente talentosos.


lunes, 12 de agosto de 2013

Patricio Pron o el detective malogrado


Patricio Pron, El comienzo de
la primavera
(2008),
Barcelona, Debolsillo (2011)
http://www.megustaleer.com/ficha/P887450/el-comienzo-de-la-primavera

http://www.megustaleer.com/ficha/GM23639/el-espiritu-de-mis-padres-sigue-subiendo-en-la-lluvia

Después de leer El comienzo de la primavera, después de leer El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia, conservo un regusto a fracaso inducido y hasta compartido con el mismo narrador, ese que pretende averiguar y saber y finalmente entender aquello velado o escondido o camuflado; salvo que solo consigue dar con el no saber,con el estamos por llegar pero no hay centro sino espiral.

Naturalmente, diría Pron, de eso nos daremos cuenta al cerrar el libro, pobrecitos lectores, porque mientras tanto vamos siguiendo sus pasos en busca del profesor alemán desaparecido o acompañando sus pesquisas entre escenas kafkianas, herméticas y descabelladas en El comienzo...; vamos riendo los corchetes en El espíritu de mis padres... (que, entre otras cosas, evidencian el trabajo de edición) y sus a veces testarudas negaciones de la memoria provocadas por la medicación: la amnesia lo incapacita para poner en marcha el mecanismo del narrar, aunque menos mal que hacia el final nos obsequia con sus por momentos exquisitamente bien construidas frases que fluyen cuando permite que la máquina narrante deje a un lado el olvido y nos precipite a todos juntos por sus recuerdos velados, por el temor a saber que se sabe y el miedo a sentir miedo otra vez, y el mirar y taparse los ojos, dejando el resquicio, o mirar pero con los párpados entrecerrados para que la imagen se torne nublada o confusa o levemente inquietante (sírvase como ejemplo el miope sin gafas).
Patricio Pron, El espíritu de mis padres
sigue subiendo en la lluvia

Barcelona, Mondadori (2011)

Dos lecturas de las que extraigo el recelo a descubrir, cual detective temeroso y finalmente malogrado, lo mil veces escondido y silenciado. 

Al poco me pregunto si eso que a veces me produce un resquemor algo enojoso no será similar a lo que Pron ha conseguido desenmascarar (al menos en mi rumiar), o mejor: ¿no será eso de intuir sin pretenderlo, sin buscarlo o temiendo indagar en ello, reflejo del hecho harto conocido y sin embargo enmudecido de que unos cuantos de los que han ido a parar a esas tierras sureñas olvidaron deliberadamente su pasado, se propusieron desentenderse de su origen y del motivo de su viaje? O más acá en el tiempo: ¿no sabemos si queremos conocer y hacernos cargo o tal vez mejor olvidarnos de eso que se llamó proceso y que vivieron nuestros padres?

Diríase, entonces (o naturalmente) que el temor a descubrir y el mecanismo a veces obstaculizado de esa voz narrante, de ese detective malogrado, refleja la sospecha apenas vislumbrada de la que más vale salir huyendo: el querer saber pero tener miedo a sentir miedo otra vez, el pavor a descubrir ese secreto (o a desvelarlo) que está tan bien guardado y que a veces preferimos que siga así.