rumiar la biblioteca: Jonathan Littell
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martes, 12 de enero de 2021

Jonathan Littell: puro estilo


Jonathan Littell, Los relatos de Fata Morgana, traducción de Robert Juan-Cantavella, Barcelona, Galaxia Gutenberg (2020) 

A veces reviso galeradas deliciosas y apunto cosas en un cuaderno. A veces pasa un tiempo hasta que encuentro los apuntes y luego pienso en redactarlos y luego me digo que tal vez no haga falta. Jonathan Littell es un constructor de estilo como pocos. La lectura se apoya en el estilo y tengo cada vez más ganas de leer Las benévolas

Este libro recopila cuatro relatos suyos y mis apuntes decían:

Percepción y estilo
Escenas surrealistas, desconectadas
Todo unido por la percepción del narrador: ahora se viste de mujer, ahora conoce a una mujer, ahora rompe con una mujer
Mucho erotismo
Una fiesta, una guerra, una piscina, un jardín lleno de niños
Onirismo, lógica de un sueño, inconexo

"A este relato no hay nada más que añadirle. No tengo muy claro de dónde viene ni sé qué quiere decir, tampoco a quién podría estar destinado; de momento, significa que ya he terminado; solo me queda enviárselo a alguien que a su vez se lo enviará a otro, más lejos, sin esperanza de un retorno, de una contraclave que pondría fin a mi desposesión. Como mucho, me hubiese gustado que tuviese el sabor de un sorbete de lima, fresco, ligero, acidulado, tomado al sol en una gran piscina, en el agua clara en que sumergen sus cuerpos los bañistas como se sumerge uno en la aspereza de la vida, sin una mirada atrás."



lunes, 4 de febrero de 2019

Jonathan Littell o ejercicios de variación

Jonathan Littell, Una vieja historia, traducción de Robert Juan-Cantavella, Barcelona, Galaxia Gutenberg (2918)
http://www.galaxiagutenberg.com/libros/una-vieja-historia/

Una de las novelas más interesantes que leí el año pasado fue esta de Jonathan Littell, Una vieja historia. No se trata de una novela al uso, sino de variaciones de una misma historia con cambios de personajes, aunque no tanto de escenas, escenarios y acciones. Hay un recorrido que en cada capítulo se repite: el personaje (hombre, mujer, hermafrodita, niño) sale de una piscina, abre una puerta, desemboca en un pasillo y luego en una casa; hay una escena de sexo y una de guerra. Esa secuencia variada se asemeja a la estructura de un videojuego. 
Aunque a primera vista parece un ejercicio de estilo, estas variaciones resultan inexplicablemente fascinantes y, sostenidas por una prosa veloz y bastante vitalizante, nos mantienen con la intriga latente. Muy recomendable.
"Encadené un largo tras otro sin contarlos, deleitándome en mi fuerza y el contacto sensual del agua, recogiendo los pies contra mí en cada extremo de la piscina para golpear la pared y propulsarme con potencia en sentido opuesto. Los últimos metros los cubrí en apnea, con los ojos bien abiertos y los brazos extendidos a lo largo del cuerpo. Mi cabeza emergió a la superficie, los labios entreabiertos para llenar mis pulmones de aire, mis manos encontraron el borde, se apoyaron en él y, sirviéndose de mi empuje, izaron mi cuerpo empapado fuera del agua. Súbitamente desorientada por los ecos, parpadeé, me quité el gorro y las gafas y dejé que el agua se escurriese por mi piel sobre las baldosas mientras procuraba distraídamente identificar mi cuerpo entre todos cuantos se reflejaban en los grandes espejos que rodeaban la piscina. Pero no lograba apreciar más que fragmentos, un hombro, una nuca, un busto, un muslo que me costaba relacionar con nadie. La parte baja de mi vientre se vio atravesada por un calambre, acaricié mi abdomen, luego enjugué el agua desde lo alto de mis pechos, cuyas puntas enhiestas tensaban el tejido del bañador. Sin levantar la cabeza, sentí sobre mi cuerpo la mirada insistente de un hombre un tanto barrigón que ignoraba las quejas de su hijo mientras me devoraba con la mirada. Cuando hube recobrado el aliento por completo, me alejé de los espejos y pasé por las puertas batientes en dirección al vestuario. Una vez seca, vestida con un chándal gris y sedoso, agradable a la piel, mis largas mechas rubias recogidas en un moño rápido, encontré el pasillo y tras unos pocos pasos me puse a correr a zancadas cortas y regulares con los codos pegados al cuerpo."