rumiar la biblioteca: Caballo de Troya
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lunes, 5 de febrero de 2018

Marta Rebón o la traducción como buceo

Marta Rebón, La ciudad líquida, Barcelona, Caballo de Troya (2017)
https://www.megustaleer.com/libro/en-la-ciudad-liquida-caballo-de-troya-2017-6/ES0153599

Libro de crónicas o biografía construida por lecturas que parece responder al concepto presentado en "Desembalo mi biblioteca" de Benjamin, es decir, la lectura como autobigrafía, pero al mismo tiempo la traducción como ventriloquía o buceo:


"Cuando empecé a pasar textos literarios de una lengua a otra, ignoraba que ocuparse de traducir libros es como enfundarse a diario el mono de buzo. Hay que sumergirse en las profundidades de una voz ajena que, si es lo suficientemente embriagadora, sugestiva e inteligente, logra hundirte en una placentera suspensión del tiempo, como si flotaras en una suerte de líquido amniótico."
Sin duda que En la ciudad líquida, la isla entre traducción y traducción, es un libro que destaca más por los conceptos o la manera en que está construido (texto, citas, fotografías) que por su estilo. Marta Rebón escribe con una notable sobriedad, algo parecido a lo que Barthes llamó "grado cero de la escritura", y uno se pregunta hasta qué punto no responde a sacudirse el agua del estilo de los escritores que va traduciendo continuamente. Aunque tal vez escribir, como afirma Rebón, es "un homenaje prolongado a la imperfección".

lunes, 1 de junio de 2015

Noelia Pena o inventar una lengua que falta

Noelia Pena, El agua que falta, Barcelona, Caballo de Troya (2014)
http://www.megustaleer.com/libros/el-agua-que-falta/CT51440

Adéntrese, si se atreve, en este poético y heterodoxo diccionario de aquello que falta: 

"¿Y si no se trata de lanzarnos al río, sino de inventarnos el agua que falta?"

Pensar el límite de lo impensable, o mejor, desaprender a pensar como pensamos es quizá el leitmotiv de esta nietzcheana bitácora-diccionario, donde se interroga por los mecanismos habitualmente transitados, por el miedo a salirse del agua conocida, por el derecho a hablar y, con ello, a romper el silencio, por los mecanismos de censura y autocensura y, sobre todo, por el espacio para hacerlo:


"¿Qué seríamos capaces de pensar sin miedo?"
 ***

Pregunté a Noelia:
¿En qué medida te planteaste la estructura como glosario/diccionario/vocabulario de antemano? ¿Cómo nació la idea del libro?


Ella escribió:
Algunos de los textos que forman parte de El agua que falta los publiqué primero en la red. Eso me permitió conocer y hablar directamente con algunos lectores. Un día alguien me preguntó: ¿no has pensado en escribir un libro? Mi pensamiento inmediato fue “si yo no escribo novelas…”. Pero poco a poco la idea fue ganando fuerza. Pensé El agua que falta como el libro de alguien que no escribe novelas ni tratados, pero que escribe algo. Las primeras preguntas que me sirvieron de arranque eran bastante generales: ¿De qué materiales está hecha una vida? ¿Cuántas vidas vivimos a lo largo de un día? Pensaba en seguir el trazo de algunas de las líneas que sentía que me atravesaban a diario, en el tiempo de trabajo y descanso; el tiempo de lectura y estudio.



Varios lectores se han referido al libro como “diccionario” o “glosario”. En los pequeños fragmentos que inician “Anotaciones para el vuelo de un pájaro”, por ejemplo, hay una tensión explícita con las entradas de un diccionario, pero no fue exactamente esa la idea que marcó la escritura del libro. Al menos no inicialmente, pues algunos textos provienen de contextos previos y están bastante alejados en el tiempo. Pero el resultado tiene cierto parecido a glosario, sí. Es uno de los planos o las consecuencias de querer tomar la palabra. Tienes que medirte con las palabras de las que dispones, saber cuáles son, cuáles son necesarias y qué significan. En el texto "Diccionario" me refiero a que no sabemos cuáles son las palabras que necesitamos pero sabemos que no las encontraremos con el significado que tendrán para nosotros en ningún diccionario. La escritura de este libro parte de las palabras y de los significados que me constituyen. Este significado se establece a través del diálogo con el vocabulario filosófico de autores que me han ayudado y siguen ayudando a pensar (Deleuze, Santiago López Petit, Foucault o Jacques Rancière) y con algunas de las que han sido lecturas importantes.  La escritura de El agua que falta está marcada por el cruce entre literatura y filosofía. Creo que solo si filtramos lo que leemos (y estudiamos) con nuestra experiencia las palabras y los conceptos adquieren sentido y pueden pasar a formar parte de nuestro conocimiento. Y tomar la palabra (de eso se trata) solo se puede hacer desde un contexto, desde una experiencia, la propia. Marina Garcés lo expresa como “poner el cuerpo en nuestras palabras”.
 
"Comenzar a hablar es inventar una lengua que falta."

Una amiga me dijo desde el principio que era un “cuaderno de batalla”. Un libro no será exactamente un cuaderno, pero me gusta por varios motivos. Primero porque en un cuaderno se recogen materiales diversos y es algo que puede tener y escribir cualquiera. Pero también por la expresión batalla. No me gustan demasiado las metáforas bélicas pero nuestros cuerpos libran diariamente una batalla (todas esas dificultades que cruzan nuestra vida: precariedad, frustración, miedo) que tiene un correlato en el lenguaje (los significados parecen neutralizados por la publicidad y cada vez es más difícil decir algo sin que parezca un cliché o un anuncio).  


Escuchemos un fragmento:





lunes, 10 de noviembre de 2014

Lina Meruane o la sádica adorable

Lina Meruane, Sangre en el ojo, Barcelona, Caballo de Troya (2012)
http://www.megustaleer.com/ficha/CT51006/sangre-en-el-ojo

¡Una historia de terror! ¡El pánico de todos nosotros, insufribles lectores, la imagen devenida pesadilla a lo Perro andaluz! Y no despierta, no.

Pobrecita, diremos, esta chica tan como yo: en una fiesta queda ciega de golpe, sus ojos la han traicionado, han dejado de reflejar el mundo para mostrarle lo primordial, la sangre. Y se han empecinado.

"Y fue entonces que un fuego artificial atravesó mi cabeza. Pero no era fuego lo que veía sino sangre derramándose dentro de mi ojo. La sangre más estremecedoramente bella que he visto nunca. La más inaudita. La más espantosa. Sangraba a borbotones pero solo yo podía advertirlo. Con absoluta claridad vi cómo la sangre espesaba, vi que la presión aumentaba, vi que me mareaba, vi que se me revolvía el estómago, que me venían arcadas y, sin embargo."

De modo que la acompañaremos por su periplo de amor y ceguera, de diagnósticos y familia. Quizá lo más interesante desde mi punto de vista es la manera en que el amor hacia su compañero se va transformando: paulatinamente, como una corajuda víctima de la que nos compadecemos y nos enorgullecemos a un tiempo, pero a la que le concedemos el derecho a comportarse de esa manera tan egoísta: a transformar su invalidez en ventaja, a convertir la mala suerte en avaricia. Una sádica adorable.


lunes, 14 de abril de 2014

Damián Tabarovsky y la paradoja

Damián Tabarovsky, Una belleza vulgar, Barcelona, Caballo de Troya (2011)
http://www.megustaleer.com/ficha/CT94807/una-belleza-vulgar

Esto es una broma, dice Tabarovsky, una hoja de plátano que cae al vaivén del viento, y mientras cae se describe la ciudad, los edificios, los vecinos que habitan la calle Thames. Prohíbete narrar y apáñate con el resto: hiperdescribe o hiperreflexiona, y evita enlazar historias.

Eso suena a monsieur Teste, a instrucciones de uso, a hoja sin atributos. Eso suena a tentación de alegoría: la ciudad es el texto, la hoja es la Literatura, el viento es la inercia de seguir leyendo. Pero no, nos advierte Tabarovsky, "El relato de la hojita es el relato sin metáfora. Es la historia literal. La historia porque sí. Y nada de lo que dice, dice otra cosa". Olvídalo, piensa en la hoja.

Sigue a la hoja, me ordeno, pero en mi rumiar se transforma en otra cosa: la tentación de la hiperinterpretación. Porque este texto se sostiene siempre y cuando construyamos o al menos nos veamos seducidos por lo hacedor: déjame hilvanar otro texto-lectura a mi antojo. ¿Una historia de la literatura por capítulos? Qué vicio. Pero tú sigue la hoja, me repito, ahora me obligo, y recuerda la literatura de izquierda, la que sabe que puede fracasar.

"Quizá haya que inventar una literatura y un arte que creen novedad no como una ruptura que borra las huellas del pasado, sino como la introducción de paradojas en los discursos existentes, en el discurso del presente. Una política literaria de vanguardia podría ser esta: encontrar paradojas allí donde no se ven, introducirlas allí donde no están."

Más que de la hoja, aquí se habla del viento: la rutina de seguir leyendo, el movimiento.





lunes, 9 de diciembre de 2013

Mario Levrero o la meditación caligráfica

Mario Levrero, El discurso vacío, Barcelona, Caballo de Troya (2007)
http://www.megustaleer.com/ficha/CT94128/el-discurso-vacio

El intento por no hablar de nada en concreto, como una especie de meditación, es decir, dejar que los pensamientos fluyan sin detenerse en ninguno y seguir atento a la respiración. Lo mismo hace Levrero en este diario: se propone evitar la narración para prestar atención únicamente a la letra, a cómo la letra se dibuja en la página, a la dificultad para dibujarla, a cómo la mano se apresura a terminar de llenar la hoja cuando queda poco para completarla, y eso no está bien, dice, porque al darse prisa se está adelantando a los acontecimientos, y de lo que se trata es de conseguir escribir con la mente en blanco: concentrarse únicamente en la caligrafía.

El discurso vacío es algo así como un diario cotidiano (en la línea que desarrollará más tarde en La novela luminosa) sobre cómo la caligrafía determina la temática y cómo se consigue, acostumbrado a narrar, luchar para dejar de hacerlo.

Comienza el diario con el siguiente planteamiento: si existen estudios caligráficos que ponen de manifiesto la personalidad de quien escribre, ¿qué pasaría si cambiamos la caligrafía, cambiaría nuestra personalidad?

¿La caligrafía determinará también el estilo? Por no narrar, Levrero acude a describir: así conocemos los movimientos del perro, que junto a la atención del dibujo de la letra, se transforma en el protagonista del libro. No escondo que enseguida sentí por él cierta simpatía, quizá por traerme a la memoria al que fuera mi propio perro, y también porque dicen que las mascotas, como la caligrafía, se parecen a sus dueños.
(Apunte: averiguar si existe algún estudio comparativo entre aquellos autores que por lo general narran sobre perros y los que suelen tirar hacia los gatos, y si además a alguien se le ha ocurrido detectar rasgos comunes entre los más sofisticados adoradores de mariposas, pájaros, peces, reptiles e incluso plantas de todo tipo. Servirse de antologías para la tarea. Yo imagino una antología sobre perros que siga esta línea: Cervantes, "El coloquio de los perros"; Kafka, "Investigaciones de un perro"; Bulgákov, Corazón de perro; Bioy Casares, De cara al sol; Auster, Tombuctú; Levrero, El discurso vacío o "Los carros de fuego", que empieza por gato y termina en perro; Askildsen, "Allí está enterrado el perro", "Los perros de Tesalónica", o cualquiera de Askildsen, porque todos se comportan como perros; etc. Seguramente me dejo un montón de perros, por olvido o desconocimiento; de todos modos ya es una colección algo larga para un solo tomo, larga y hasta quizá poco rentable, pero tonificante.)

"La gente suele incluso decirme: 'Ahí tiene un argumento para una de sus novelas', como si yo anduviera a la pesca de argumentos para novelas y no a la pesca de mí mismo.  Si escribo es para recordar, para despertar el alma dormida, olvidar el seso y descubrir sus caminos secretos; mis narraciones son en su mayoría trozos de la memoria del alma, y no invenciones."






lunes, 11 de noviembre de 2013

Iosi Havilio y el hiperrealismo

Iosi Havilio, Paraísos (2012), Barcelona, Caballo de Troya (2013) 


Aquello que la protagonista y narradora de esta historia no se cansa de mostrarnos, pobrecitos lectores impacientes, ávidos de emoción, es que ella sufre de algo parecido a lo que el DSM llama "alexitimia" o incapacidad de sentir, es decir, la abulia abosluta, la rutina del no sé, la neutralidad prístina y boba. Dan ganas de darle una palmadita en el trasero, de tirarle de las orejas, de sacudirla para que despierte. Dan ganas de pellizcarla. Pero la desgana es persistente y Havilio la sobreexpone en la página: el hiperrealismo de su estilo o esas descripciones minuciosas que terminan por exasperarnos, reflejan sin trampas la voz de esta muchacha.

Leo suelta esta novela que continúa una anterior, Opendoor, y por eso no llego a saber si esta incapacidad de sentir, de transmitir, de tomar decisiones es un rasgo de su personalidad o más bien un paréntesis, un estado de shock: su marido ha muerto en un accidente, acaban de desalojarla y tiene que buscarse la vida en la capital. Eso de buscarse la vida es un decir, porque es la vida quien la encuentra a ella, o mejor, la arrastra con su inercia. Sin embargo sobrevive, se acopla a planes descabellados porque nunca sabe qué hacer. No sabe ni quiere saber; por no querer ni siquiera desea: será que el paraíso, además de un árbol, se asemeja al nirvana hindú, el de no desear ni esperar.

A mitad de libro a punto está de ocurrir una desgracia, y por fin la vemos actuar, decidir y hasta sentir miedo, e incluso pensamos que la justicia es implacable y que la castigará por tanta dejadez. Pero la novela es tan realista que enseguida el miedo se disipa y todo vuelve a la normalidad.


Por lo demás nadie dudará en celebrar que el estilo neutro e hiperrealista en descripciones a lo Camus en El extranjero o quizá un poco nouveau roman reitera el sabor de boca: la indecisión, la incapacidad, la banalidad de lo cotidiano. Porque muchas decisiones nos toman a nosotros, aunque nos guste pensar lo contrario.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Aurora Venturini o el discurso art brut

Aurora Venturini, Las primas (2007), Barcelona, Caballo de Troya (2011)
http://www.megustaleer.com/ficha/ECT94562/las-primas


El arte redime, nos dice Aurora Venturini, y lo dice con suma gracia: la narradora es inútil para todo menos para pintar. Es de aquellas que toman el arte como refugio y también trampolín, como evasión y a la vez maquillaje. Es una de esas a las que se le pegan moscas que ayudan, es cierto, pero al tiempo chupan: la mosca se tranforma en mosquito y Yuna aprende a desconfiar.

La nouvelle es, sencillamente, fantástica: su prosa abunda en pistas por allí desparramadas ("Las ideas se me desparraman cuando intento decribirla, son tantas y tontas..."), el discurso de la boba da cuenta con transparencia de las ridículas convenciones humanas, a las que zambulle en una enorme laguna de sentido del humor, bastante naïf y bien negro. Pero además nos trae todo eso a la superficie ayudándose de su estilo narrativo, de su discurrir página a página. Describe el cómo y lo manifiesta, lo torna cristalino y mágico, es decir, consigue eso tan apreciado y del que solemos disfrutar como enanos: usar el estilo para mostrarnos aquello que pasa.

"Ya dije que por dentro de mi psiquis sabía detalles y formas, que era muy distinta a la boba de afuera que hablaba sin punto y coma porque si ponía punto o coma perdía la palabra hablada. A veces ponía punto o coma para respirar pero me convenía comunicarme de viva voz rápidamente para que me entendieran y evitar lagunas silenciosas que descubrían mi incapacidad de comunicación verbal porque al escucharme a mí misma me confundían los ruidos de adentro de la cabeza y el sibilante fluir de la palabra y quedaba boquiabierta pensando que existían palabras gordas y palabras flacas, palabras negras y blancas, palabras locas y criteriosas, palabras que dormían en los diccionarios y que nadie usaba. Aquí por ejemplo usé comas. Y puntos."

"[...] y digo repitiendo a quienes tengan ocasión de leerme y paciencia al mismo tiempo porque yo misma me oigo y si la palabra escrita es tan fatigantemente bobalicona como la hablada por mí hacia adentro, quien termine esta melopea absurda me maldecirá por el tiempo que le hice perder sin poder negar que no puede dejarme a un lado porque encontró entre mis estúpidas amarguras de amor y muerte muchas de las vividas por sí mismo o misma si se trata de una dama."

A Yuna, el arte y el diccionario consiguen trascenderla.

Y no hago más que preguntarme si aquella Yuna no será un poco (imposible no pensarlo, o al menos desearlo) una Aurora ilusionada y a la que ella misma hace, ficcionándolo, justicia merecida: porque la Aurora silenciada, la de la vida cotidiana, tuvo que esperarse a los ochenta años para ser correctamente publicada y distribuida.
Aunque ella escribía y escribía...

Dejo para el curioso un audio de uno de sus mejores capítulos, por gentileza de Biblioteca Parlante Haroldo Conti:
https://www.youtube.com/watch?v=TcRJHjhtqVI