rumiar la biblioteca: mayo 2020

lunes, 25 de mayo de 2020

Volver a Borges como se vuelve a casa



[Publicado en Pliego Suelto, el 19/05/2020]
En el marco de la serie Apuntes sobre la Coronacrisis, la escritora Verónica Nieto (Córdoba, Argentina, 1978) pone de relieve el acto de leer y el sentido de la biblioteca personal en la construcción del individuo y la conexión con el mundo. La lectura y la biblioteca como hogar, refugio y oráculo, en medio del confinamiento y la pandemia.

Uno recorre su propia biblioteca como si recorriera su propia casa.

Si uno piensa en “casa” se puede pensar en la primera casa, en volver al principio de eso que significa “casa”. Entonces uno se esfuerza por encontrar el arranque, el chasquido. Cuál fue ese primer libro. Imposible saberlo, por supuesto. Imposible de recordar.

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lunes, 18 de mayo de 2020

Robert Coover o el carnaval del Tío Sam


Robert Coover, La hoguera pública (1977), traducción de José Luis Amores, Málaga, Pálido fuego (2014)

Abrumadora en todos los sentidos, magnífica hasta el punto en que uno siente la felicidad de lector puro, aquella idea de Fresán, la de menos mal que no tengo que escribir algo así y sobre todo menos mal que alguien ya lo ha hecho y podemos disfrutarlo, La hoguera pública se centra en la condena de Ethel y Julius Rosenberg, acusados de vender el secreto de la bomba atómica a los rusos. Estamos en plena Guerra Fría, claro. De modo que leemos capítulos de narrador en tercera persona que muestran un fresco bastante carnavalesco de Estados Unidos en esa época, con el Tío Sam en lucha contra el Fantasma (ese espectro que se cierne sobre Europa, según la primera frase del Manifiesto comunista), y otros capítulos donde es la voz de un Nixon por entonces vicepresidente avanzando entre diálogos consigo mismo, rememoraciones, deseos de Ethel Rosenberg y conversaciones con el propio Tío Sam, que parece encarnarse en todos los presidentes del país una vez que han sido elegidos. Nixon sabe que está listo para la Encarnación, aunque aún no le ha llegado el momento. Además, hay intermezzos con poemas de Eisenhower (el presidente por entonces), una obra de teatro entre Ethel y Eisenhower y un libreto de ópera como variaciones sobre el mismo tema, es decir, la condena a muerte del matrimonio.
"¿Qué era realidad, qué intencionado, qué era entramado, qué era esencia? Extraño, el impacto de la Historia, cómo nos aferraba, aun no siendo más que palabras. Acumulación accidental en su mayoría, que dejaba fuera la mayor parte de la historia. Aún no hemos empezado a explorar el verdadero valor de la palabra, pensé. ¿Y si quebrantáramos todas las reglas, jugábamos con las pruebas, manipulábamos el lenguaje, convertíamos a la Historia en una aliada guerrillera? Por supuesto, el Fantasma ya estaba en ello, ¿o no? De nuevo nos llevaba la delantera. ¿Qué eran sus maquinaciones dialécticas sino la disolución de los límites naturales del lenguaje, la invención consciente de un espacio, una siniestra tierra de nadie, entre alternativas lógicas? Me encantaba debatir ambas posturas de cada asunto, pero pensar en aquel extraño espacio intermedio me provocó sudores. La paradoja era lo que más odiaba aparte de los psiquiatras y los periodistas."

lunes, 4 de mayo de 2020

Valeria Luiselli en clave elegíaca

Valeria Luiselli, Desierto sonoro, traducción de Daniel Saldaña París y Valeria Luiselli, Madrid, Sexto Piso (2019)
http://sextopiso.es/esp/item/444/desierto-sonoro

Bellísima novela, Desierto sonoro. Contada a tres voces: la mamá, el hijo y la narración en tercera persona de otra novela dentro de la novela. Con juegos metaliterarios, imágenes, listados y bibliografía real e inventada.
"Supongo que todas las historias comienzan y terminan con un desplazamiento [...]." 
Una pareja con sus dos hijos sale de viaje para visitar la apachería histórica y a la vez encontrar el camino de los niños que cruzan la frontera desde México a Estados Unidos. Pareciera que apaches y niños inmigrantes sufren desventuras similares en épocas distintas, como si el depredador WASP siguiera dando los mismos zarpazos. Por si fuera poco, esta pareja está transitando ese momento en que está a punto de separarse, no porque hayan dejado de quererse del todo, sino porque sus intereses los llevan por caminos distintos. De modo que el tono elegíaco es constante en la novela. Y no solo porque durante el viaje van leyendo otro libro llamado Elegías para los niños perdidos, esos niños que se pierden al cruzar la frontera, sino porque sabemos que cuando termine el viaje, todo lo que conocían hasta entonces habrá cambiado de forma, y de sentido.

Confieso que leí Desierto sonoro durante la cuarentena. Y sí, la novela despliega paisajes de horizontes infinitos, un viaje de días y días, toda esa libertad tan cotidiana en el mundo de ayer. Difícil no agregar una capa de nostalgia a la lectura. Pero eso no influye para salir de esta novela con la certeza de que Luiselli es una de las mejores escritoras jóvenes contemporáneas, y que la novela emociona, enerva y divierte a partes iguales.
"Ya no estoy segura, sin embargo, de lo que ese 'después' significa. Algo cambió en el mundo. Hace no mucho tiempo, algo cambió, y lo sabemos. No sabemos cómo explicarlo todavía, pero creo que todos podemos sentirlo, en algún lugar hondo de nuestras vísceras o en nuestros circuitos neuronales. Experimentamos el tiempo de manera distinta. Nadie ha logrado captar realmente lo que sucede ni por qué. Tal vez es solo que sentimos la ausencia de futuro, porque el presente se ha vuelto demasiado abrumador y por tanto se nos ha hecho imposible imaginar un futuro. Y sin futuro, el tiempo se percibe nada más como una acumulación. Una acumulación de meses, días, desastres naturales, series de televisión, atentados terroristas, divorcios, migraciones masivas, cumpleaños, fotografías, amaneceres. No hemos entendido la forma exacta en la que ahora se experimenta el tiempo."