rumiar la biblioteca: octubre 2013

lunes, 28 de octubre de 2013

Alrededor o desaliento derridiano

Fuera, lejos, desprendida de mi mesa de trabajo, esa mesa o lugar que ahora es no-lugar (o lugar-simbólico-recuerdo, un cable a tierra allí donde sé que habita mi concentración y eso que a veces llamo proyectos), espero soñolienta y desganada y abúlica de poner los dedos en la máquina de las palabras, pero espero, digo, que al llegar a esa mesa de mí consiga incorporarme a la corriente de los devaneos que ahora se ha diluido en mí, y a saber si la corriente notará el paréntesis, y a saber si sabrá sacarle provecho, ese fluir que ahora conservo como deseo y cicatriz en la piel de mis codos gastados.

Lejos, aunque posiblemente alrededor de mí (si puedo nombrarme sin mesa de trabajo, si puedo decir yo y acostumbrarme a este nuevo escenario que acaba por descolocarme y apartarme del discurrir de mí), atino a rememorar ese imaginario derridiano ahora que estoy alrededor, ahora que habito la periferia de mi propio trabajo, como si trabajo fuese mesa de trabajo, como si apartarse de esa mesa y fugarse de esa mesa fuese la ruptura del convencimiento de ese trabajo, como si alejarse me dejara un regusto de duda, de si vale la pena escribir. Escribir, ese acto obceno, dice Derrida, ese mostrarse al desnudo y enseguida pedir perdón por la desfachatez.

Lejos y al mismo tiempo hospitalaria con cada desgaje, porque desgajarse obliga a suponer un límite y también un anclaje, acogedora con cada alejarse porque irremediablemente uno vuelve allí, porque situarse un poco en el afuera o la periferia de sí tergiversa las convicciones y las pone sobre la mesa y las baraja y las muestra. (Aclaro que soy torpe para las trampas y nunca supe guardarme el as en la manga.)

Exilada de mí me extravío en el sinsentido de mi trabajo y transito uno extranjero: se trata de un documental de Jacques Derrida en Arte (Francia), con subtítulos en español. Una huella derridiana para el desaliento. 

http://www.youtube.com/watch?v=2dFM1OO315k

lunes, 21 de octubre de 2013

Renzi, el disidente

Ricardo Piglia, El camino de Ida, Barcelona, Anagrama (2013)
http://www.anagrama-ed.es/titulo/NH_517

El argumento: Renzi, profesor argentino invitado en la costa este de Estados Unidos, mantiene un affair clandestino con Ida, una joven brillante profesora que muere accidentalmente (sospechosamente). A partir de ahí, la novela se pone negra: detective, terrorista, denuncia social.
El material escénico de la novela fue aprovechado, nos dice Piglia, de su propia experiencia, de modo que se podría decir que construyó un policial con retazos de su propia vida, o quizá: una autobiografía de existencialismo negro.

*

Vagas aproximaciones al eco de la lectura (porque en esta novela hay muchísimas capas):

1) La ida es desgarro o desautomatización o perderse o sufrir de cristalización arborescente, según la define el médico de Renzi, es decir, "sensación de extravío" que se agrava en un sitio en el que se ha estado en el pasado y que se recuerda vagamente. Es estar escindido, como Hudson (el autor a quien Renzi dedica su seminario en Estados Unidos) decía de sí: "Me siento enancado en dos patrias, dos nostalgias, dos esencias".

Se podría argumentar que el camino es siempre de ida, y que se avanza continuamente, y que la ida nos deja en un lugar donde siempre existen al menos dos realidades posibles, una visible, otra subterránea (y esta pista aparece repetida en toda la novela, y no parece falsa: la relación amorosa-clandestina con Ida; cuando cita a Hudson hablando del tucu-tucu, una especie de topo que no se ve pero se oye; el acuario con el tiburón gigante sito en el sótano del profesor D'Amato; ese jirón de conversación escuchado en la barra de un bar que hace referencia a un taller del sótano donde quien habla confiesa encontrar la felicidad, o esos dos "Estados Unidos", uno el visible y democrático, y otro el estado subterráneo de hiper-control, el que se inmiscuye en la intimidad de las personas). Lo subterráneo está envuelto en violencia, exuda la novela.

2) La cuestión de la asimilación entre aquello tan temido y tiránico (las dictaduras militares, la URSS), y ese estado subterráneo violento y de hiper-control. "Según Munk, diagnosticarlo como un loco y no dejarlo defenderse era usar los métodos de la psiquiatría soviética, que siempre había afirmado que los disidentes eran locos porque nadie en su sano juicio podía oponerse al régimen soviético, que era un paraíso y expresaba el sentido de la historia."

3) El asunto del anarquista, Munk. El científico que envía bombas a sus colegas, quienes, según su criterio, no son otra cosa más que los ideólogos de la desaparición de la humanidad. Munk, ese Quijote-terrorista, porque ha leído y se ha infundido del espíritu de El agente secreto de Conrad, llevándolo a la práctica; Munk, que se ve obligado a poner bombas para que lo escuchen, según dice, o más precisamente para que lo lean. Matar para que lo lean, ironiza la disidente rusa, vecina de Renzi.

Después de las bombas, Munk publica un Manifiesto libertario anticapitalista. Allí expone sus razones y propone (o al menos imagina), una posible sociedad futura: "¿Qué pasa si intentamos tomar a la vez varias decisiones contradictorias y las mantenemos separadas como series abiertas? Una vida política, una vida sentimental, familiar, sexual, religiosa que tengan entre sí relaciones muy difusas (por no decir clandestinas)". [...] "(El ejercicio de imaginar mundos posibles o sociedades alternativas es una constante del pensamiento utópico, pero a nadie se le ha ocurrido salvo por accidente o por azarimaginar varias vidas personales simultáneas, radicalmente distintas unas de otras, y luego ser capaz de vivirlas.)".

4) Y Renzi se parece cada vez más a un disidente (criticón, escindido, desterrado, desconfiado y hasta delirante). Solo habla con el loco Orión, el homeless, uno que realmente puede jactarse de no pertenecer a nada ni a nadie. Renzi se recuerda revolucionario él también, o Renzi parece que empatiza con el anárquico, porque hay que recordar que la anarquía no es solo poner bombas, y que, por lo demás, sigue siendo un fantasma frustrado: la gestión por cooperativas y ayuda mutua, anti-estatal, que apenas si se ha llevado a la práctica a pesar de ser una de las ideologías más importantes del siglo XIX.

5) Me ha rondado a mí, como otra posible lectura, una ficcionalización de algo que podríamos llamar cambio de paradigma: de un sistema cerrado, dual y contrapuesto (visible/subterráneo, correspondiente a las ideas de gobierno planteadas en el siglo XIX y puestas en práctica en el XX, por lo demás, enfrentadas y equilibradas), en camino hacia la multiplicidad con la que da la sensación de que deberíamos lidiar, una democracia futurible y plural, cercana a una anarquía pacífica y de buena fe (si eso fuera posible), o quizá con la que fantaseamos (hartos ya de castas y corrientes subterráneas, detalles que la democracia debería haber echado por tierra hace rato), al menos teóricamente: la curiosidad, la auténtica meritocracia, el extrañamiento por antojo, las mezclas culturales, las teorías cuánticas, las fugas mútiples. Sería interesante leer esa utopía.

*

Quizá sea mejor escuchar a Piglia tratando de explicar su propia novela:

http://www.youtube.com/watch?v=W1CE7P19WHM



lunes, 14 de octubre de 2013

Juan Goytisolo o la fascinación

Juan Goytisolo, La saga de los Marx (1993), Barcelona, Galaxia Gutenberg (2013)
http://www.galaxiagutenberg.com/libros/la-saga-de-los-marx/


Fascinante y enriquecedora la manera en que Juan Goytisolo construye esta biografía de Karl Marx, de su familia, de su ideología y de lo que significó su puesta en práctica. Fascinante, digo, porque uno no puede dejar de asombrarse y divertirse y reflexionar, todo al mismo tiempo (seductoramente entremezclado y bien tejido en la multiplicidad de este texto). Texto una y otra vez bifurcado de prosa exquisita y cervantina, renovadora de la tradición, fascinación del tejido del que no atinamos más que a maravillarnos (oh, la perfecta e irónica y siempre eufónica construcción de frases).

La saga de los Marx se divide en cinco capítulos o partes; la primera nos presenta a Marx y su familia asistiendo al derrumbe del comunismo, con un manejo caprichoso y deliberado del tiempo y los escenarios (es recomendable abordar esta lectura con conocimientos sobre el asunto). Un exceso humorístico de imaginación que a partir de la segunda parte, donde entra en escena el escritor (cierto que es novela que muestra, novela teatral), es sistemáticamente referenciado y analizado y matizado y criticado en las restantes partes. Asistimos a la crítica del editor, a una película, a un debate televisivo, a cartas y entrevistas, a escenas, en fin, oníricas donde la ficción siempre es puesta en entredicho.

Opina el editor ("por qué esos largos párrafos sin puntuación?" "lo que me hace falta son Hechos!" "manda a paseo a los eruditos y profesores que hablan de Baudrillard y Bajtín y celebran tus cronotopos!"); reflexiona el autor ("a fuerza de escribir sobre él no te estarías identificando de forma abusiva con Marx?" "acabada la hoja, comprobaste aliviado que todo el diálogo había sido obra de la incurable manía de poner tu trabajo en solfa, de inquietarte de modo enfermizo por el futuro y, a fin de cuentas, de divagar"); se defiende el propio Marx ("la Contrainternacional gobierna hoy nuestro mundo con una solidaridad de intereses de la que la masa de desposeídos carece! ha barrido no solo al proletariado y los sindicatos sino al propio Estado nacional burgués, convertida en ese conglomerado multinacional de empresas que hoy controlan las telecomunicaciones, microelectrónica, ordenadores, biotecnología y robótica, aunadas, pese a su feroz competencia, en un mercado planetario común!"); critica el falocentrismo la feminista californiana ("refuerza los estereotipos sexistas y cimientos de la sociedad patriarcal!"); se lamentan los ex soviéticos de la caída de la utopía construida; las víctimas disidentes se muestran deseosas de los frutos del capital; se defiende Bakunin; el ácrata español añora la posibilidad frustrada del anarquismo; en definitiva, dan su punto de vista todas las personas que rodearon a Marx y su ideología...

Riqueza de posiciones, abanico de posibilidades, crisol de puntos de vista, todos respondidos y cuestionados.  

Rescato un párrafo que quizá sintetice la tesis de esta (una y todas) novela(s):
"no sería más indicativo y profundo desenmascarar los mitos e instancias intermedias que operan entre el gran público y Marx, integrando en la obra los filtros a través de los que percibimos su elusiva y contradictoria personalidad? en vez que resignarse a aceptar la escritura como sierva de la tecnología, por qué no introducir los estereotipos y mediatizaciones de aquella en el ámbito de la novela, invirtiendo los papeles y subordinando las cotidianas irrupciones televisivas y sus mensajes subliminales a las reglas del campo de maniobras abierto por Cervantes?"

Publicada hace veinte años, no puedo sino pensar que sigue reflexionando sobre la actualidad. O quizá los cuestionamientos que expone sigan tan vigentes (o irresueltos) como entonces.

lunes, 7 de octubre de 2013

Samanta Schweblin y la respiración en pausa

Samanta Schweblin, Pájaros en la boca, Barcelona, Lumen (2010)
http://www.megustaleer.com/ficha/H417480/pajaros-en-la-boca

Dícese del estilo limpio, transparente, comedido; dícese de una especialización del cuento, como si la voz dijera y al tiempo construyera, hacedora de esculturas, esos textos perfectos en los que generalmente encontramos un intruso absurdo o inverosímil según la lógica de la razón, que nos mete de lleno en una dimensión paralela en la que nos acomodamos sin reservas como pacto de ficción, la misma que nos mantiene en suspenso deseando que se resuelva en algún momento (respiración en pausa, mínimo parpadeo), porque nos gusta pero al mismo tiempo queremos regresar a esta nuestra dimensión, cosa que no siempre sucede, de modo que seguimos en estado de perplejidad y eso es lo bueno.  

Dícese de una experta en la mecánica del cuento, de una que lo ha aprendido bien (ese cuento de taller de escritura, ese cuento fantástico de tradición tan argentina), del que agradecemos cada palabra, porque ninguna se echa en falta, y del que a veces, al menos en esta primera lectura, le pediríamos cierto riesgo que sí se vislumbra en piezas como "En la estepa", "Conservas", "Mi hermano Walter" , "Matar a un perro" o "La pesada valija de Benavides". De este último, por cierto, algo por debajo o quizá al costado de la página soplaba como un susurro constante: Del asesinato considerado como una de las bellas artes (Thomas de Quincey).

A la espera estamos de ese nuevo libro de cuentos al que podemos asomarnos con "Un hombre sin suerte", galardonado con el premio Juan Rulfo, que promete sumergirnos en un costado más realista y a la vez ambiguo (oh, la ambigüedad, oh, la perspectiva, me digo como un canto a Samanta-Astarté, y como deseo, porque es ahí donde queremos que la literatura nos lleve, o mejor, que se retire de golpe dejándonos con la aunténtica inquietud de todo lo cotidiano), y que linkeo aquí para comenzar a abrir apetito: http://www.espanol.rfi.fr/cultura/20121008-estos-son-los-33-cuentos-finalistas-de-la-30-edicion-0#comments