rumiar la biblioteca: Ariana Harwicz
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lunes, 4 de agosto de 2014

Ariana Harwicz o instrucciones para leer La débil mental

Ariana Harwicz, La débil mental, Buenos Aires, Mardulce (2014)
http://www.mardulceeditora.com.ar/ficcion.php

Instrucciones para leer La débil mental:

1. Meta la cabeza en un cubo de agua. Aguante. Si es posible, agénciese algún voluntario que le impida levantar la cabeza del agua hasta que usted se ponga verdaderamente violeta (o violento). Siempre hay voluntarios para eso. ¿Suena a tortura? No se inquiete, este es un ejercicio que se practica asiduamente en muchísimos talleres de teatro.

"Qué se puede entender por fuera de esta asfixia."

"Ya no puedo pensar en nada más. Ya no siento mi cerebro mío."

2. Tome aire y siga. El lenguaje sinestésico favorece experiencias únicas. Recuerde usted Las criadas de Jean Genet y rondará bien cerca de estas dos protagonistas desquiciadas y mamíferas en grado sumo. Rememore también Las primas de Aurora Venturini. Son dos animalitas. Perversas también, si no fuera que la perversidad está relacionada con la inteligencia y con la conciencia de esa perversidad.

"Tengo esta manía de embrutecerme."
 "Estoy echada como un mamífero con las orejas lanudas sobre los ojos."


3. Pero no se amedrente: las almas inocentes van al cielo y la prosa es salvaje y linda. 

"Lo escuché con la reverencia y el sobrecogimiento de una débil mental que se nubla y se pierde en mil detalles a su alrededor, una plaga de microbios sobre la explanada."

lunes, 4 de noviembre de 2013

Ariana Harwicz o la asfixia

Ariana Harwicz, Matate, amor, Madrid, Lengua de Trapo (2012)
http://www.lenguadetrapo.com/libro.php?sec=NB&item=335

Discurso de la asfixia el de Matate, amor; de la mujer con ganas de eso que no es eso que tiene al alcance de la mano, ni marido ni hijo ni familia ni ella misma ni cielo ni campo, y aunque todo lo toma y todo lo intenta (la tentación del asesinato-suicidio acechando; la atracción de la locura como fuga; la fascinación de la violencia para apaciguar a esa bestia del bosque que es ella misma; la utilización sistemática del sexo como paliativo a su hartazgo) y aunque intenta hacerse a un costado, desentenderse, hundirse en el colchón de hojas del bosque y quedarse bien quieta, esa que solo conecta (a ver si de esa forma cobra sentido) con la mirada de un ciervo (el único que la ha mirado con la comprensión instantánea de la fuerza vital, de la angustia de la existencia), nada de todo eso logra cambiar su discurso del que apenas si podemos desentendernos desde el principio hasta la última página.

Desmitificación, también, del rol de la mujer como madre-esposa y siempre alegre y complaciente compañera de la que, si uno prefiere quedarse con el tabú de la depresión posparto, mejor que evite lecturas como estas.

Sorpresa, sin duda, porque la voz y la prosa y el estilo es hipnótico y lírico y abunda en imágenes; texto que transforma y que nos deja con regusto a ansiedad durante un buen rato.