rumiar la biblioteca: Thomas Bernhard
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lunes, 3 de agosto de 2015

Borges se muere o la Weltliteratur

Adolfo Bioy Casares, Borges,
Barcelona, Backlist (2011)
El 1 de febrero de 1978, dos días antes de mi nacimiento, cuenta Bioy que Borges dijo: "Quizá la gente solo recuerda a aquellos escritores que modifican la literatura". No sabemos si Borges dijo esto pensando en sí mismo. Mucho antes, el lunes 13 de julio de 1959, cuenta Bioy que Borges dijo: "Nietzsche decía que las conversaciones entre Goethe y Eckermann son el mejor libro de la literatura alemana: no le gustaría mucho la literatura alemana". Ironías aparte, acaso Nietzsche (y tal vez Borges) estaban pensando en el concepto de la Weltliteratur, desarrollado por Goethe y expuesto en dichas conversaciones, que Jordi Llovet explicó más o menos así: "la idea según la cual el contacto cada vez más eficaz entre las diversas literaturas del mundo puede permitir una percepción desinteresada y más libre de los valores de una cierta literatura nacional cuando son estudiados o analizados por un estudioso de otra comunidad. Se trataría de la posibilidad de las literaturas de las naciones de 'corregirse' entre sí, es decir, de hacerse mejores gracias al ejemplo aportado por las excelencias de las otras"
De esta idea de literatura universal nace la literatura comparada. 
El 5 de octubre de 1959, dice Bioy que Borges dijo: "Las buenos libros han de venir al fin de la literatura: son la destilación de muchos libros anteriores, de muchas literaturas", frase que parece parafrasear el concepto de Weltliteratur.

Thomas Bernhard, Goethe se muere
(1982) (trad. Miguel Sáenz),
Madrid, Alianza (2012)
Naturalmente que pensé en estas conversaciones entre Bioy y Borges como uno de los mejores libros de la literatura argentina, aunque es difícil leer este sin recordar al otro y sobre todo el concepto de Weltliteratur. Confieso también que estoy leyéndolo al costado del cuento "Goethe se muere", de Thomas Bernhard, donde Goethe, moribundo, espera la visita de Wittgenstein antes de irse para siempre mientras conversa con su criado y Eckermann. Un cuento de ciencia ficción. Y Bernhard hace decir a Goethe: "Lo que yo escribí fue sin duda lo más grande, pero también algo con lo que paralicé la literatura alemana para siglos. Yo he sido, amigo mío, [...] el paralizador de la literatura alemana". 
Quizá Borges pudiera decir eso de sí mismo. Quizá Bioy pudiera tomar el papel de Eckermann, aunque su talento supere al de este considerablemente. Pero extrapolemos un poco a nuestro idioma: ¿quién será el Wittgenstein de quien Borges querría haberse despedido? ¿Quién será, además, el Bernhard del futuro que los sitúe codo a codo en el mismo escenario?





J. P. Eckermann,
Conversaciones con Goethe (1848)
(trad. de Rosa Sala Rose),
Barcelona, Acantilado (2006)

El domingo 8 de febrero de 1980, cuenta Bioy que Borges dijo: "Emerson se alegraba de que a su alrededor amigos y conocidos estuvieran escribiendo libros maravillosos. Según Wilde hay que ser muy generoso para alegrarse de que un amigo haya escrito algo que está bien". El jueves 11 de febrero de 1982 cuenta Bioy que Borges dijo: "Si recuperara la vista no saldría de casa. Me dedicaría a leer todos los libros que tengo". El martes 18 de febrero de 1964 había dicho a propósito de unos discos de jazz: "¿Estaremos equivocados dedicándonos a escribir?".




lunes, 12 de enero de 2015

Thomas Bernhard olvidó

Thomas Bernhard, El malogrado (1983), traducción de Miguel Sáenz, Madrid, Alfaguara (2006)
http://www.alfaguara.com/es/libro/el-malogrado/

El magnífico y eufónico Thomas Bernhard olvidó: en todo el libro El malogrado relegó, arrinconó, mutiló, calló y postergó a Sviatoslav Richter, a pesar de que repite Horowitz y Gould, y Horowitz y Gould son las palabras mágicas o también las palabras alrededor, las palabras afines. Incomprensible, pienso, salvo si la ausencia, el hueco, la carencia de eso innombrado en su letanía algo exagerada de pianista frustrado pretendiera tal vez... ¿evidenciarlo?, ¿materializarlo?..., porque ¿es acaso posible que no lo conociera?



"O penetramos como un todo en la música o no penetramos en absoluto, decía Glenn a menudo, también a Horowitz. Per solo él sabía lo que eso quería decir, pensé. Un Glenn tiene que encontrarse con un Horowitz, pensé, y de hecho en el único momento oportuno. Si ese momento no es oportuno, no se logra lo que se logró con Glenn y Horowitz."
 Repaso todo el libro, releo nerviosa, busco y... nada. Solo aquello que conceptualmente me pone un poco nerviosa: el músico patético, romántico, la encarnación del genio.
"Ni siquiera Horowitz hubiera sido aquel Horowitz si hubiese faltado Glenn, porque el uno condicionaba al otro, y a la inversa. Fue un curso de Horowitz para Glenn, pensé, de pie en el mesón, y nada más."

Aprovecho el despiste de Bernhard, pues, e invito a disfrutar de este documental del otro pianista, del eslabón, del primer "roquero". Enjoy!