rumiar la biblioteca: Balduque
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lunes, 6 de febrero de 2017

Diego Sánchez Aguilar o qué será el orgasmo femenino

Diego Sánchez Aguilar, Nuevas teorías sobre el orgasmo femenino, Cartagena, Balduque (2016)
http://www.balduque.es/nuevas-teor%C3%ADas-sobre-el-orgasmo-femenino/

[Publicado en Revista de Letras el 28/12/2016]

El libro ganador del premio Setenil 2016, Nuevas teorías sobre el orgasmo femenino, editado por Balduque, nos propone un paseo alrededor de las vidas anodinas de unos cuantos personajes que rondan la cuarentena, es decir, la edad límite, los viejos de los jóvenes o los jóvenes de los viejos, la edad bisagra, la edad determinante, pues como dice aquel dicho: “Lo que seas a los cuarenta lo serás toda la vida”.
Diego Sánchez Aguilar construye estos relatos usando a un narrador en tercera persona y tiempo presente, algo así como una cámara de seguridad con bisturí: preciso, frío, calculador, agrega notas al pie para explicar ciertas situaciones, utiliza las enumeraciones, como si estuviésemos observando un álbum de fotografías de personas totalmente cansadas de su vida cotidiana, como si estuviésemos leyendo un tratado sobre la sexualidad, o mejor, un tratado sobre el imaginario pornográfico propio del varón. Tanto se distancia de lo que cuenta que enseguida se activa la ironía y con ella la complicidad del lector. Porque qué personajes más banales y aburridos, madre mía, qué personajes tan corrientes y tan como nosotros. Y a pesar de que nada en ellos puede llamarnos la atención, leemos intrigados, divertidos, pasamos página tras página sin saber muy bien por qué. ¿Por el efecto espejo, tal vez? Bueno, coincidiremos en que gran parte de la incitación se la lleva el sexo, y sobre todo, el sexo de los demás: eso que también preocupa y a veces obsesiona a los que rondan los cuarenta, pues la juventud se viene abajo.

lunes, 4 de mayo de 2015

Alejandro Hermosilla y el campo magnético

Alejandro Hermosilla, Martillo, prólogo de Juan Francisco Ferré, Cartagena, Balduque (2014)
 http://editorialbalduque.blogspot.com.es/2014/06/martillo-alejandro-hermosilla_1547.html

Como carezco de conocimientos de física y geofísica enseguida relaciono la experiencia de lectura de esta ¿novela?, con el dibujito aquel con el que se ilustra la naturaleza del campo magnético de la Tierra: una onda que partiendo y llegando al mismo lugar, se va explayando cada vez un poco más. 

 "Pero de todas las historias que imagino, existe una en la que hallo auténtico sosiego, y por ello he vuelto a la misma una y otra vez recurrentemente."


Tampoco desestimo la pista del título del prólogo de J. F. Ferré a lo Magritte o David Markson (pues Martillo tiene un aire de familia con Esto no es una novela: su estructura y ritmo de lectura, su apariencia de anotación sin apenas hilo conductor). 

 "Creo, de hecho, que muchas de las rupturas del ritmo narrativo que caracterizan a gran parte de las grandes novelas del siglo XX proceden de la cultura árabe."

Tampoco podríamos definirla como un conjunto de aforismos o de historias dentro de otras, ni siquiera como oración vampírica o viaje iniciático o pesadilla-visión: ¿qué es Martillo?

Una estructura hipnótica de frases cortas que con la respiración adecuada quizá pueda pronunicarse en voz alta como recital poético o ritual chamánico (huelga decir que me abstuve: miedo al diablo al efrit al velo a la celosía a la violencia artaudiana y sobre todo a su invocación).

Un originalísimo compendio de ¿aforismos, reflexiones, diminutos eslabones narrativos, samplers de la literatura orientalizante?

Desde luego, pero: ¿se lee a gusto?  

Asombrosamente a gusto. Y escribo "asombro" porque este acompaña durante toda la travesía: callejuelas semánticas y narrativas de las que no podemos escapar, a la manera de un laberinto: siempre aparecemos en el mismo lugar.

Como el dibujo con el que se representa el campo magnético de la Tierra, y como no tengo conocimientos de física o de geofísica, enseguida lo relaciono con la lectura de esta ¿novela?

"Las cuales uno nunca sabe ni cuándo comienzan ni cuándo acaban, porque tienen la virtud de exterminar el tiempo, los minutos del ahorcado o la hora de los relojes, obligándonos a concentrarnos en su ritmo."

lunes, 20 de abril de 2015

Kapatov o el deseo: fragmento y banda sonora

Verónica Nieto, Kapatov o el deseo, Cartagena, Balduque (2015)
http://www.balduque.es/kapatov-o-el-deseo/


"Para entonces la sala estaba repleta de gente y el ambiente del todo festivo, y al cruzar la puerta se topó con aquel saxofonista de Sevilla, otro mayorcito como él aunque con pinta de gorila de discoteca, con el bigote perfilado encima de unos enormes y carnosos labios, y qué tal Sasha, y hace tiempo que no te veo y ¿tocamos «Bebop»?, claro, respondió Sasha, de modo que nada más oír los aplausos el saxo alto se subió al escenario, Sasha lo siguió y recuperó el contrabajo mientras el pianista se acomodaba en la butaca, y enseguida el andaluz comenzó a soplar la intro a una velocidad tal que la sección rítmica apenas si pudo apoyar los últimos compases para comenzar a «caminar» con un swing tremendo en cuanto al sevillano se le dio por poner esas caras de estar disfrutando, de mira cómo esculpo la melodía, y de inmediato la empalmó con su solo y comenzó a despilfarrar notas, escala arriba, escala abajo, soleando un coro y otro coro y otro y otro más, y se oían los yeah!, ¡así se hace!, de sus colegas de instrumento, los jóvenes que todavía no se veían capaces de seguir coro a coro con el solo, y el andaluz y su ego encuadraron el final al mismo tiempo que explotaban los aplausos, y entonces el pianista comenzó a teclear con precisión y menos notas, dejando más espacios porque aquello iba muy rápido, al principio rodeando la melodía, desmontándola o deconstruyéndola, y su solo, más matemático y de apenas dos coros, recibió otra enorme tanda de vivas y bravos; de modo que llegó el turno de Sasha, de quien dudaban que se atreviera con semejante tempo vertiginoso, pero no se quedó corto, enseguida desenfundó el arco y atacó aquel trasto de madera que ya resonaba en toda la sala y citó una melodía de otro standard y se oyeron las risitas de los entendidos, los que la habían reconocido, y siguió improvisando un coro más hasta que levantó la vista porque el egocéntrico de Sevilla gritaba ¡sí, Sasha, eso es!, loco como estaba de volver a soplar y hacer dibujos con su bigote, pero en eso se oyó una trompeta desde el público y un aluvión de yeeeeaaahhh!, al tiempo que se volvían para identificar al que estaba soplando, el típico caso del trompetista que sorprende y frasea de lo lindo mientras trepa por las escaleras, solea con estridencia citando a Dizzy durante cuatro coros porque a qué viento no le apetecía explayarse en semejante tema, y para cuando estaba por terminar, el saxofonista le echó una miradita al baterista y este asintió, se veía que le apetecía dar manteca con los ochos, de modo que imitó rítmica y melódicamente a los solistas en el intercambio, loco como iba de provocar esas sonrisitas de sus compañeros de escenario, y porque su oído funcionaba de maravilla y también conocía la tradición, había escuchado a Max Roach y Philly Joe Jones tocando ese temazo, y para cuando la sala explotó en aplausos y hurras y vítores, ya daban comienzo a la melodía otra vez, y para entonces todos estaban contentos, contentos y borrachos, borrachos de euforia y de jazz."