rumiar la biblioteca: abril 2018

lunes, 30 de abril de 2018

Thomas Pynchon o jamás te deshagas de la fantasía

Thomas Pynchon, La subasta del lote 49 (1965), traducción de Antonio-Prometeo Moya, Barcelona, Tusquets (1994)
https://www.planetadelibros.com/libro-la-subasta-del-lote-49/213814

Edipa Maas, una especie de Alicia en el País de la Paranoia y a quien su psicólogo le acaba de proponer una terapia con LSD, ha sido nombrada albacea de Pierce Inverarity, un antiguo amante de excelente posición y cuyos bienes son incontables. De modo que Edipa se va de viaje para encontrarse con el abogado que le ha enviado la carta, un viaje alocado como pocos, más cercano a una larga noche de pesadillas libidinosas y de señales paranoicas, sembrada de canciones como si se tratara de un musical, que la llevará por un periplo alocado y divertidísimo en el que descubre, cómo no, una conspiración.
"A estas alturas, Edipa reconocía los indicios de aquel jaez del mismo modo que, según dice, les pasa a los epilépticos: un olor, un color, una penetrante nota musical de adorno que anuncia el ataque. Después solo se recuerda el síntoma, horrura de realidad, la anunciación profana y nunca lo revelado durante el acceso. Edipa se preguntó si, al final de aquella aventura (en el caso de que tuviera final), se quedaría igualmente con una acumulación de recuerdos relativos a indicios, anunciaciones, insinuaciones, y no con la verdad misma, la verdad fundamental, que en cada ocasión parecía demasiado deslumbrante para que la memoria la retuviese; que parecía estallar siempre y destruir su propio mensaje de modo irreparable, no dejando tras de sí más que un vacío calcinado cuando volvía a imponerse la normalidad del mundo cotidiano."
En un momento, Edipa vuelve a ver a su "comecocos", como lo llama, de quien no ha aceptado el tratamiento con LSD. Le dice que ha venido "con la esperanza de que me desapareciese una fantasía hablando con usted". Y el psicólogo le contesta:
"¡No lo haga y trátela con amor! [...] ¿Qué otra cosa le queda? Sujétela bien por su minúsculo tentáculo, no permita que los freudianos se la arrebaten con zalamerías ni que los farmacéuticos se la eliminen a fuerza de pócimas. Sea cual fuere, cuídela con cariño, porque si la perdiese, por ese pequeño detalle sería usted como los demás. Y empezaría a dejar de existir." 

lunes, 23 de abril de 2018

Oliverio Girondo o la crítica también es humor (citas)

Oliverio Girondo, "Membretes", Obra. Poesía y prosa, Buenos Aires, Losada (1968)
http://www.editoriallosada.com/autor/girondo-oliverio

"Las frases, las ideas de Proust, se desarrollan y se enroscan, como las anguilas que nadan en los acuarios; a veces deformadas por un efecto de refracción, otras anudadas en acoplamientos viscosos, siempre envueltas en esa atmósfera que tan solo se encuentra en los acuarios y en el estilo de Proust." 

"No hay crítico comparable al cajón de nuestro escritorio."

"La prosa de Flaubert destila un sudor tan frío que nos obliga a cambiarnos de camiseta, si no podemos recurrir a su correspondencia."

"Llega un momento en que aspiramos a escribir algo peor."

"Un libro debe construirse como un reloj, y venderse como un salchichón."

"Aunque ellos mismos lo ignoren, ningún creador escribe para los otros, ni para sí mismo, ni mucho menos, para satisfacer un anhelo de creación, sino porque no puede dejar de escribir."




lunes, 16 de abril de 2018

La noche luminosa de Mathias Enard

Mathias Enard, Brújula (2015), traducción de Robert Juan-Cantavella, Barcelona, Literatura Random House (2016)
https://www.megustaleer.com/libro/brujula/ES0144748

Franz Ritter, musicólogo vienés, no puede dormir. Está enfermo y ha recibido una carta de la mujer de la que lleva toda la vida enamorado, Sarah. ¿Por qué en ese momento? Franz solo duerme durante un breve instante, un sueño inquietante que vuelve a despertarlo. Se levanta. Se prepara una infusión, se acerca a la biblioteca, hojea algún ejemplar, le escribe un correo a Sarah, se queda esperando su respuesta. Mientras espera, relee toda la correspondecia entre ellos, que guarda celosamente. He aquí toda la acción de esta novela, que transcurre en una luminosa noche de insomnio.
Pero convengamos que no es precisamente una novela de acción. Es una novela à la Proust, es decir, una novela de la memoria. Y no solo de la memoria, es una novela de la erudición, pues enseguida nos topamos con un impresionante despliegue enciclopédico: la historia completa del orientalismo, es decir, de la relación de amor-deseo de Oriente por parte de Occidente, un viaje humanístico y político notable, de lectura verdaderamente placentera, con esa prosa del placer de la que hablaba Roland Barthes. La erudición, la historia, las relaciones políticas entre Oriente y Occidente hace avanzar la novela, entreteje la trama. Ni siquiera olvida la guerra de Siria, o tal vez la novela es la respuesta melancólica a la postura de enfrentamiento que domina el presente.
"A veces tiendo a pensar que la noche ha caído, que las tinieblas occidentales se han cernido sobre el Oriente de las luces. Que el espíritu, el estudio, los placeres del espíritu y del estudio, del vino de Jayam o de Pessoa no han sobrevivido al siglo XX, que la construcción cosmopolita del mundo ya no se produce en el intercambio del amor y del pensamiento sino en el de la violencia y los objetos manufacturados. Los islamistas en lucha contra el islam. Estados Unidos, Europa, en guerra contra el otro yo."

 

lunes, 9 de abril de 2018

Marilynne Robinson: escribir la intuición (una cita)

Marilynne Robinson, Cuando era niña me gustaba leer, traducción de Vicente Campos, Barcelona, Galaxia Gutenberg (2017)
http://www.galaxiagutenberg.com/libros/cuando-era-nina-me-gustaba-leer/

"Amo todo esto por varias razones, y una de ellas es que, como escritora, intento continuamente hacer incursiones dentro del inmenso territorio de lo que no puede decirse o que, al menos, yo no sé decir. Parece que, por intuición, sé muchas cosas para las que no encuentro palabras, y cada vez que fracaso de nuevo en mi empeño por encontrar esas palabras se amplía ese espacio de la intuición." ("Imaginación y comunidad")

lunes, 2 de abril de 2018

Andrés Neuman o el deseo narrativo nunca descansa

Andrés Neuman, Fractura, Barcelona, Alfaguara (2018)
https://www.megustaleer.com/libro/fractura/ES0157295

El señor Watanabe, superviviente de Hiroshima, viaja al epicentro del terremoto de Fukushima, es decir, se dirige hacia el mar. ¿Qué encuentra en el centro? Un pueblo fantasma a lo Pedro Páramo, donde solo quedan viejecitos que no han querido marcharse de allí. No le temen a la muerte estos ancianos, tal vez ya habitan la muerte. La muerte es el vacío y en el vacío no hay nada. El centro está vacío; el sentido carece de sentido.
"Descubrió que tenía miedo al vacío. Y se quedó de lo más decepcionado, porque en su familia le habían enseñado que el vacío era el verdadero sentido de la vida. [...] el vacío debería ser una actividad en sí misma."
Pero también es un viaje en dirección a todo aquello que se fractura: la identidad, el lenguaje, la memoria, la destrucción del siglo XX, la catástrofe nuclear. Fractura es un recorrido por la memoria de la catástrofe en cinco países: Japón, Francia, Estados Unidos, Argentina y España. También una exposición de voces de esos cuatro países y sus respectivas traducciones. Las mujeres de Watanabe se prestan a ser entrevistadas por un periodista argentino, Pinedo, a propósito de Watanabe, ese superviviente. Los lectores conocemos a Watanabe a partir de esas cuatro voces (muy bien logradas, por cierto). Pero también conocemos a Watanabe por ese narrador poético que lleva a Watanabe hacia el vacío, el no-sentido, el delirio afantasmado. Watanabe, que es un puzle o "de varias partes en parte", funciona como la excusa para desplegar ese "deseo narrativo que nunca descansa".
"Tenía la ilusión de la mezcla, que quizá te lleva a la soledad por caminos distintos al exilio."

Pero todo esto se despliega en una estructura que avanza como ondas expansivas: el centro de la novela, la escena en que Watanabe está mirando un documental de Chernóbil y emborrachándose, va cubriéndose de capas, pero eso solo lo sabemos al final. Fractura es una de esas novelas que también "narran" con su estructura, es decir: la trama se refleja en la manera en que ha sido construida.
"Eso explicaría, especula Watanabe, la relativa fluidezmuy relativa que él ha alcanzado para narrar su experiencia. Las ondas expansivas del silencio, los mapas de los caídos por las bombas, las zonas de evacuación: un problema de círculos concéntricos."