rumiar la biblioteca: Lydia Davis
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lunes, 18 de noviembre de 2024

Lydia Davis: brevedad, ironía, repetición

Lydia Davis, Esa gente que no conocemos (2023), traducción de Eleonora González Capria, Buenos Aires, Eterna Cadencia (2024)

https://eternacadencia.com.ar/site/view-ec-book/271?srsltid=AfmBOoqkJmu8_iN84M0rT7t_R4BeL7XsKe0jrKm9h0SVy3fazAPnYK2E


Por lo general, creo que escribir un texto corto sobre libros de textos cortos es tremendamente difícil, porque raramente suele existir una unidad clara. De modo que me cuesta escribir un texto corto sobre el libro de Lydia Davis porque recopila textos cortos, algunos más largos, es cierto, pero generalmente cortos o muy cortos. Busco la unidad: tal vez está el asunto de mujeres de cierta edad; el asunto de escribir sobre reacciones vergonzosas; el asunto de irse a vivir a un pueblo pequeño cuando se lleva toda la vida en la ciudad; viajes a ciudades, viajes en trenes, restaurantes; naturaleza en miniatura porque suelen tratar de líquenes o insectos; la cosa aquella del lenguaje y de los juegos de lenguaje tan propios de la autora; la ironía naif, tan propia (también) de la autora; la cuestión de los detalles cuando el escritor observa a otras personas. ¿Esto es unidad? Difícilmente pueda considerarse unidad, salvo porque pertenecen a una misma autora. Algunos textos son magníficos, otros pasaron sin más. Algunos se desbordan con ese estilo entre absurdo y naif y con repeticiones que tanto disfruto, otros son neutros y anodinos. Tal vez estos últimos cobran sentido porque son muchos. Pero fui doblando la esquina de la página de los que me gustaron mucho, por lo general los que desbordan ese estilo que tanto disfruto, y cuento unas treinta esquinas dobladas.

"Claramente, en ciertas ocasiones resulta más difícil de aceptar que una se siente insignificante o poco importante. Es más difícil aceptar que una se siente insignificante en comparación con los integrantes de la propia familia que en comparación con el universo y la eternidad. / No es fácil sentirse insignificante y, al mismo tiempo, sentirse poderosa y bien. Hay que reconocer un largo camino y volver al punto de partida. Durante los primeros años de la vida a veces una se siente insignificante y mal. Después una aprende a sentirse más importante y bien. Y después una aprende a sentirse más insignificante de nuevo, pero bien."

lunes, 4 de octubre de 2021

Lydia Davis enseña a escribir

 

Lydia Davis, Ensayos I (2019), traducción de Eleonora González Capria, Buenos Aires, Eterna Cadencia (2021)

https://www.eternacadencia.com.ar/blog/editorial/catalogo/item/los-ensayos-de-lydia-davis.html

Pocos textos tan explícitos en relación a cómo se corrige la escritura que algunos de los que recopila este libro, además de influencias, homenajes a autores que tradujo y otras tantas reflexiones alrededor de lo que significa leer y escribir. Lydia Davis es una de las escritoras más interesantes de la literatura actual. Personalísima, con una apuesta arriesgada (y digo arriesgada porque su estilo, aparentemente sencillo, está atravesado por un naif/minimalismo impostado y sumamente cargado de ironía, con repeticiones que van engordando el sentido de lo que se repite), leer a Davis se parece a un viaje al interior de su mente, y al mismo tiempo, cómo no, al interior de la mente del lector.

"Además, corregir las entradas del cuaderno me sirve de práctica constante. Y quizás lo que resuelva en la versión final de una entrada inspire otra frase en un cuento nuevo sin que yo me dé cuenta. O tal vez el cuaderno sea un lugar para ejercitar no solo la escritura sino también el pensamiento. Al fin y al cabo, cuando se corrige una oración, no solo se corrigen las palabras sino también las ideas. Y, en general, cuando logro describir algo a la perfección, afino la agudeza de mis observaciones así como mi dominio de la lengua. Entonces, hay muchas formas de justificar el tiempo que le dedico a una única oración del cuaderno, una oración que quizás nunca use. Pero, ante todo, como dije, a la hora de escribir sigo mis impulsos (en el cuaderno) sin preguntarme si lo que hago es sensato, útil, incluso ético, etc. Lo hago porque me gusta o porque quiero, que debería ser el punto de partida siempre que se escribe. (En cuanto a la cuestión ética, me niego a publicar un texto si me parece poco ético, pero el acto de exploración que encierra la escritura es muy diferente del carácter definitivo y público de la publicación. La escritura no deja de ser privada hasta que se hace pública.)" ("Corregir una oración")

lunes, 15 de mayo de 2017

Lydia Davis: precisión y verdad

Lydia Davis, Cuentos completos (2009), traducción de Justo Navarro, Barcelona, Seix Barral (2011)
https://www.planetadelibros.com/libro-cuentos-completos/49564

"No se le puede decir siempre la verdad a todo el mundo y, por supuesto, a nadie se le puede decir toda la verdad, nunca, porque llevaría mucho tiempo." ("Nuestro viaje")
Una maestra de la precisión y la verdad, del análisis pormenorizado pero utilizando el mínimo de recursos, una prosa poética y analítica y humorística y absolutamente verdadera, sobre todo: en los cuentos sobre parejas, los metaliterarios, los reflexivos, un poco menos los de juegos de palabras (aunque aquí despliega toda su inteligencia). Ella escribe con sencillez, como si se lo explicara a un niño pero para que lo entienda en toda su complejidad, con todos los matices. 

¿Cómo se hace eso? Con un estilo de mínimos recursos, es decir, aprovechando todas las posibilidades semánticas de una sola palabra o de una sola idea. Aplicando diferentes puntos de vista a una sola cosa, acción o reflexión. Focalizando hasta lo absurdo:
"Yo estaba cansada de pensar demasiado, que era a lo que más me dedicaba en aquellos días. Hacía otras cosas, pero seguía pensando mientras las hacía. Algo sentía, pero al mismo tiempo seguía pensando en lo que estaba sintiendo. Incluso tenía que pensar en lo que estaba pensando y preguntarme por qué lo estaba pensando. Cuando se me ocurrió la idea de casarme con un cowboy, imaginé que quizá un cowboy pudiera ayudarme a dejar de pensar tanto." ("La profesora de universidad")

Es fácil entrar en el pensamiento Lydia Davis, en su estilo sin adornos, su humor irónico y sutil, en el estado poético-reflexivo (emoción y verdad) que provoca su lectura.
 "[...] por fin, a mitad del camino de la vida, ya eres lo bastante inteligente para advertir que todo equivale a nada; nada significa nada, incluido el éxito. Pero ¿cómo va a aprender una persona a verse a sí misma como si fuera nada cuando, antes, le ha costado lo indecible aprender a verse a sí misma como si fuera algo? Es algo muy complicado. Dedicas la mitad de tu vida a aprender que, a pesar de todo, eres algo, y ahora debes dedicarle la otra mitad a aprender a verte como si fueras nada." ("Propósito de Año Nuevo")
Sus cuentos son auténticos poemas en prosa o máximas minimales o refranes filosóficos de lo cotidiano o autoayuda de tono irónico-naif y tan filosa como un corte de papel en la yema de los dedos: te ríes, cierto, no le das importancia porque parece poca cosa, pero tampoco puedes olvidarlo porque molesta todo el tiempo.
"Lo que ahora ha cambiado es que tengo esta idea: tengo la idea de que muy pronto dejaré de creer que mis sentimientos son el centro de todo. Esto me produce un gran consuelo, porque si has perdido la esperanza de poder aguantar, pero al mismo tiempo te dices que quizá tu desesperación no tenga mucha importancia, entonces dejas de desesperarte o sigues desesperada pero al mismo tiempo empiezas a ver que también tu desesperación podría convertirse en algo marginal, una más entre tantas cosas." ("Lo que siento")


lunes, 22 de febrero de 2016

Davis, Peri Rossi, Mesa: tres citas

Lydia Davis,
El final de la historia (1995),
trad. Justo Navarro,
Barcelona, Alpha Decay (2014)
"Hay momentos en que tengo la impresión de que alguien escribe conmigo esta historia. Leo un pasaje que no miro desde hace semanas, y apenas lo reconozco, o lo recuerdo vagamente, y me digo: Bueno, no está mal, es una manera razonable de resolver el problema. Pero no termino de creerme que fui yo quien encontró la solución. No me acuerdo de haberla encontrado, y siento cierto alivio, como si hubiera esperado que el problema siguiera pendiente."







Cristina Peri Rossi,
Por fin solos, Barcelona,
Lumen (2004)

"A la vez, la pregunta esclerosa invita a la respuesta conocida. Como un nervio estimulado siempre en el mismo sentido, solo respondía con la repetición de las condiciones anteriores. Pensé que era más fácil introducir una modificación en la estructura de la frase que en la relación entre mi padre y mi madre. Quizás, mágicamente, el nuevo orden de las palabras o la incorporación de unas nuevas tuviera la facultad de resquebrajar la estructura total."






Sara Mesa, Cicatriz,
Barcelona, Anagrama (2015)

"También le reprocha el exceso de retórica. Cree que hay escritura innecesaria y vacía. Abuso de metáforas. Un mal enfocado estilo literario. Está copiando modelos, con el único resultado de ahogar su propia voz. Recuerda lo que decía Proust: cuando nos ponemos a escribir debemos sacrificar el estilo de las obras que más amamos en aras de esa verdad única que habita solo en nosotros."