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Este es un libro de crónicas entendidas como las entiende la particularísima voz de Basualdo: ironía constante, cierto desparpajo, precisión, valentía y poética-espejo de la calle. La parte de Buenos Aires (años setenta) está poblada de personajes curiosísimos: una cantante de tango que ha abandonado su carrera por la vía mística, una mujer que canta gospel imponiéndose a todas las críticas, un fanático arltiano de la logia Anael (un delirio fascinante), Perón y Evita por todos lados. También el cineasta Leonardo Favio, confiterías de Buenas Aires y la moda camp. En la parte de Barcelona (desde los ochenta en adelante), hay entrevistas a Julio Cortázar, Adolfo Bioy Casares, Antonio Di Benedetto, Enrique Lihn, un locutorio o el bar Salamat, entre otras crónicas. Las más notables: el mitin de Pablo Iglesias en Barcelona y la nota de Amy Winehouse, que en realidad es anticrónica, pues Amy ya no vive.
Una vez Ana Basualdo me dijo que de chica, en el Tigre, le gustaba subirse a los árboles para leer. Yo le dije que me parecía una imagen lindísima y que ojalá le hubieran sacado una foto, porque seguramente sería la portada de este libro. Ella se rió, como si lo que acaba de decir fuera un anacronismo absurdo.
"Me formé en un tipo de periodismo en que la primera persona era impracticable, y la columna de opinión sobre temas diversos no existía. No era un mal límite. En España, la crónica, el reporterismo de calle casi ha desaparecido, como forma habitual de registro social. Materiales, temas idóneos para la crónica periodística se han desplazado al cine documental a veces con extraordinario rigor y experimentación formal y, también (personalmente, lo lamento) a la novelización. Hemos perdido grandes cronistas, en España, que optaron por la producción de novelas temáticas de factura decimonónica. La crónica no es o no era la expresión de las emociones u opiniones del autor sino, en todo caso, por añadidura o subyacencia, un armado narrativo de información capaz de sostener la verosimilitud del punto de vista. El periodismo ha cambiado absolutamente, en lo empresarial, tecnológico, formativo, formal, gremial, social. Más o menos como todo. Y la reacomodación arrasó (acordémonos de las oleadas de despidos) también con el reporterismo callejero sistemático. Hay campos de la información que solo pueden roturarse a través de fuentes vinculadas al poder, pero no es la única realidad que necesita ser explorada. El panorama social suele resumirse en encuestas, estadísticas, atención suprema a los comentarios en redes, preguntas previsibles micrófono o cámara en mano, contagio de todos los medios en la explotación de lo escabroso o melodramático."
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