Lo proustiano: José Donoso y Alan Pauls : rumiar la biblioteca

lunes, 2 de diciembre de 2013

Lo proustiano: José Donoso y Alan Pauls



Marcel Proust, Sobre la lectura,
traducción de Manuel Arranz,
Valencia, Pre-textos (2002)
Dice Marcel Proust en Sobre la lectura que una de las grandes cualidades de los bellos libros es eso que el autor llamaría "conclusiones" pero que para el lector se transforman en "incitaciones". Y se explica: "Somos conscientes de que nuestra sabiduría empieza donde la del autor termina, y quisiéramos que nos dieran respuestas cuando todo lo que pueden hacer por nosotros es excitar nuestros deseos".

Acto seguido evocamos la lectura de En busca del tiempo perdido recordando cuál fue el deseo que nos produjo: revivimos el lugar, el tiempo que hacía fuera, el paisaje en la ventana, las interrupciones deliberadas o ajenas, algunos momentos-bostezo entremezclados con el deleite en recorrer esas frases tan largas y subordinadas, en las que el protagonismo de detalles insignificantes, gestos mínimos y elementos cotidianos (¡una madalena!) pueden desencadenar innumerables hilos narrativos y situacionales... 

Cada uno sabrá dar forma a eso que la madalena ha evocado en nosotros, o si vamos más lejos, si hemos sido capaces de encontrar una madalena para nosotros, si hemos extrapolado eso que en Proust es madalena y en nosotros vaya uno a saber qué, cómo y sobre todo cuándo, porque está por ver si eso que en Proust es madalena se materializará (o no) en nosotros como el objeto que ha despertado nuestra evocación, con la misma entidad que esa madalena cuando el tiempo haya pasado y tengamos una perspectiva que nos permita recuperar una vida entera, y entonces nos demos cuenta de que no hemos hecho más que perder el tiempo. ¡Cuánto tiempo perdido!, nos diremos si resulta que no hemos conseguido dar con algo parecido a esa madalena. 

Pero no quiero hablar o sobre todo especular sobre el deseo que la lectura de la serie completa ha incitado en mí, de mi suerte al leer la serie completa (no voy a fanfarronear de haber cobrado por espacios), sino de dos lecturas que extrajeron de allí digno impulso creativo y del todo deseoso:


José Donoso, Mascarada,
México, FCE (2006)
José Donoso construye un homenaje y a la vez una parodia en "El tiempo perdido", una novela corta en la que se nos cuenta la última noche de un joven que está a punto de viajar a París con una beca. Donoso acierta al narrarnos las peripecias con una voz à la Proust, donde los personajes se identifican con cada uno de los personajes de la celebrada novela, pero sobre todo da en la diana cuando intercala los diálogos entre los personajes, porque las palabras que ellos dicen no están teñidas del estilo del narrador. Todo aquello tan proustiano se cae de un plumazo y se evidencia el hechizo. Es novela irónica y estimulante, y por lo demás aborda con humor el tema de la mitomanía de lo que significa Europa para los sudamericanos y su consiguiente sensación de decepción: el París que el joven se encuentra no se parece en nada al leído.


Alan Pauls, Historia del dinero,
Barcelona, Anagrama (2013)
Otro caso, aunque diferente, es el de Alan Pauls: impecable reformulación de la proustinfluencia en su prosa, deseo de madalena que es deseo de escribir, y no hablo de deseo exclusivamente porque justo (ay, casualidad) se trate de uno de esos escritores que se deja desear, sino porque aborda desde el placer y el gozo el oficio de juntar palabras. Historia del dinero es la última parte de una trilogía que busca indagar y contarnos los años setenta en Argentina a partir de aquello cotidiano y por ello transparente (si es que se puede decir del dinero que es transparente), aquello que se ha dejado de lado al narrar la década donde lo político se inmiscuye en cada hueco. Trilogía que es, de un modo diría que explícito, una recherche de todo aquello perdido: los setenta vistos desde tres ángulos poco habituales y sumamente cotidianos.

Vidas de clase media en las que el dinero importa: el dinero es madalena para muchos de nosotros; un billete perdido puede hacernos desfallecer de búsqueda: tener algo de dinero, ni mucho ni poco, nos alerta de que podemos perderlo.

Dice el mismo Pauls (con ese aire un poco histérico y refinado) que no es más que una novela porno sobre el dinero: el billete obsceno, explícito, en todas partes, en cada escena, en todas las relaciones.
Detengámonos un momento: casi un espejo de la realidad.

Aquí dejo un vídeo donde explica, con su humor característico, en qué consiste Historia del dinero:


 
 

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