Antonin Artaud o la sabiduría del músculo : rumiar la biblioteca

lunes, 9 de septiembre de 2013

Antonin Artaud o la sabiduría del músculo

Antonin Artaud, Œuvres, París, Gallimard (2004)
http://www.gallimard.fr/Catalogue/GALLIMARD/Quarto/OEuvres9



Había una vez un hombre llamado Antonin Artaud. A veces caminaba con un báculo por las calles de Londres y otras tomaba peyote con los indígenas mexicanos. Construyó una obra polifacética que no muchos se hubieran atrevido a escribir por descabellada, por impracticable. Y por lo mismo, se obsesionó con la pesadez de la materia y con las banales esclavitudes del hombre: el descanso, la comida, la evacuación (Ce qui importe ce n'est pas de savoir comment être, mais comment bien faire caca). 

La culpa de ello la tienen los órganos: esos tiranos cronometran las horas, mientras las fascinantes posibilidades de un cuerpo vacío y unitario quedan fuera del alcance humano.

Artaud se creía Jesucristo: él había venido al mundo para sublimar su cuerpo, para entregarlo en sacrificio y convertirlo en un signo. (Su cuerpo purificado.) 
A la tradicional superioridad de la mente sobre el cuerpo, Artaud contesta con el lema de "los músculos en libertad".

Ce n'est qu'à force de purification et d'oublie que nous pourrons retrouver la pureté de nos réactions initiales et apprendre à redonner à chaque geste de théâtre son indispensable sens humain. 


Hete aquí el Antonin Artaud de los órganos, de la crueldad (entendida como aquella violencia que uno ejerce sobre sí mismo, como por ejemplo —y esto se me ocurre ahora—, el caso de Keith Jarrett —recordemos que debido al esfuerzo y a la aplicación sistemática de la crueldad hacia sí mismo, es decir, la autoexigencia, sufrió un colapso o síndrome de fatiga crónica; además de que su performance tan orgánica puede relacionarse directamente con el teatro del cuerpo, con los fluidos de la improvisación acompañados por el cuerpo, como si tocara con el cuerpo entero, como si el lenguaje musical que traducen sus dedos vinieran directamente del músculo).



Hete aquí el Artaud que practica una poética del cuerpo, entendida como los impulsos del cuerpo, sus razones, su lenguaje (pero no como gestualidad sino como la capacidad del cuerpo en cuanto a sabiduría y en cuanto a la memoria del músculo y a su necesidad).

Asimismo, podríamos hablar de una poética de los órganos o del lenguaje muscular (posiblemente esas glosolalias del final de su vida no son otra cosa que la traducción a palabras de ese lenguaje músculo-emocional), que nace de la sabiduría de la carne, de los fluidos del cuerpo (y aquí la conexión con una posible poética de los fluidos en la escritura de la mujer, ya desarrollado en Hélène Cixous).

Eschuchad un rato, al menos, la conocidísima grabación del año 1947 Pour finir avec le jugement de Dieu:





Antonin Artaud estaba loco. Aquí un parte:
Certificat de transfert pour Ville-Évrard du 22 février 1939
Syndrome délirant de structure paranoïde. Idées actives de persécution, d'empoisonnement, de dédoublement de la personnalité. Revendications multiples, graphorrée. Excitation psychique par intervalles. Toxicomanie ancienne. Puet être transféré.
(Interesante lo de graforrea: Compulsión a escribir continuamente relatos, episodios o poesías de forma incoherente, inconexa y desorganizada.)

Desde su juventud sentía que su mente se diluía y le enloquecía no poder controlar sus pensamientos. Por ello decidió desjerarquizar la dualidad mente/cuerpo y privilegiar la carne, por ello terminó por recorrer el camino inverso: el cuerpo dicta el lenguaje (Quand nous disons quelque chose, c'est elles que nous disons).

Quizá a través del cuerpo podría sentirse dueño de sí mismo.

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