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Emma Reyes (1919-2003), la artista plástica, la trotamundos, la que escribe unas memorias del infierno con mirada de niña, la que escribe-juega con particularísimo estilo entre ingenuo e irónico su propia y macabra infancia, dejó este conjunto de cartas para explicar su origen, y no sabemos si miente o se distancia tanto de lo acontecido para conseguir un efecto entre hipnótico y compasivo, donde abunda lo escatológico y la crueldad y la incomprensión y la denuncia social, pero sobre todo la injusticia para con los más débiles, los niños.
"Regularmente imaginaba que hablaba con el Niño o con Eduardo, a veces con los dos, con Helena jugábamos a que ella era la señora María y yo Betzabé. Jugábamos a la mazamorra y doña Inés que caía encima de la olla. Un día quisimos jugar al incendio de Guateque, pero llegó Betzabé y nos quitó los fósforos y nos pegó."
Hija natural, vivió encerrada prácticamente toda su vida, tiranizada por una madre a la que llama señora María y más tarde abandonada junto a su hermana y recogida después en un convento de monjas, donde adquiere una llamativa destreza en el arte de bordar, según nos dice. Esto que acabo de escribir suena terriblemente a drama, pero Reyes se sirve de la ironía ante el espanto.
Leo a Emma Reyes y enseguida recuerdo a Aurora Venturini.
"Y no me regañes, porque si tú crees que basta tener las ideas, yo te digo que si uno no sabe cómo escribirlas para que sean comprensibles es igual que si uno no tuviera ideas."
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