Rodrigo Fresán y el amor fractal : rumiar la biblioteca

lunes, 3 de junio de 2013

Rodrigo Fresán y el amor fractal



Rodrigo Fresán, El fondo del cielo, Barcelona, Mondadori (2009)

http://www.megustaleer.com/ficha/GM21444/el-fondo-del-cielo

Siete aproximaciones a El fondo del cielo desde El fondo del cielo (ni exclusivas ni excluyentes, seguramente equivocadas e imprecisas como su lectura, extraídas de su propio universo, porque todo está allí): 


1
En El fondo del cielo (a saber dónde queda eso) habita un ser dentro de una placenta o rodeado de la viscosidad de la nada (siempre tan pegajosa) que al parecer ha nacido y permanecido y simultáneamente pretende desintegrarse en esa emblemática fecha de 2001. Desde allí lo ve todo. Se trata del mismo ser que escribe Evasión, la novela que aparentemente se atribuye a Ella, la Sin Nombre, a quien Isaac y Ezra como también el afortunado Darlingskill que se casa con ella canalizan su amor (al menos pueden materializarlo y nombrarlo al señalarla a Ella, como en toda novela de amor).

2
El fondo del cielo es un desierto parecido a la Zona tarkovsquiana aunque sin agua ni stalker ni tiempo (el tiempo es tan maleable como la eternidad). Pero no se trata de vacío: existe el deseo, el amor. Al fin y al cabo no es más que una clásica historia de amor. O El fondo del cielo es un cuadro de Rothko sin rótulo de descripción.
2001: La odisea terráquea comienza en Irak y acaba en Irak o más bien se ha detenido allí como símbolo de la eternidad de lo mismo repetido. El fin del mundo y el comienzo de la historia (la memoria) coinciden en el jardín del Edén.

3
El fondo del cielo es un humorístico homenaje a la ciencia ficción, en el que el pasado (o la memoria) es tan otro planeta como el futuro, y en el que existen tantos planetas como personas y sus correspondientes planetas.
Su estructura en tres partes representa un tránsito de un planeta a otro y nos inserta simbólicamente en la consistencia del tiempo (porque la ejecución de la lectura es esclava de la diacronía, de una palabra después de otra).

4
El fondo del cielo es una novela sobre el amor fractal: el amor es la nieve, ese muñeco de nieve que Isaac y Ezra construyen para Ella ("Este planeta"); los seres de nieve que el soldado destruye y poco después se come en medio del desierto de Irak en el tránsito del comienzo/final del mundo ("El espacio entre este planeta y el otro planeta"), y también el mismo muñeco que ahora la Sin Nombre observa (detrás de la membrana-ventana), en ese fin del mundo en donde está instalada, en ese lugar-placenta desde donde puede verlo todo (como un aleph) un instante antes de nacer-permanecer-desaparecer (junto a la novela) en el "Otro planeta". 


La nieve: cuya estructura fractal es quizá la imagen fractal por antonomasia o al menos la que solemos imaginar cuando pensamos en fractalidad: un copo de nieve.

5
El amor es un copo de nieve. Una estructura geométrica que al poco es un remolino que comienza y se enreda y continúa enmarañándose como variación prácticamente similar a la anterior, aunque provista de un leve desplazamiento que la transforma y deviene copia. Una huella de la huella de la huella. Como la vida (absolutamente fractal). Una explosión.

La voz se desliza paralelamente al copo de nieve, a su costado, sin alejarse y deviene fractal, avanza fractal: comienza en pequeñito y sigue caracol agrandándose (como también hace la bola de nieve al rodar sobre más nieve), y se acalla y renace y vuelve a ocuparlo todo. Una voz apremiada porque el fin se acerca, porque la memoria se agota, a horcajadas sobre la velocidad. 

7
El fondo del cielo es una explosión intergaláctica y fractal, un montón de tangentes escapándose de nuestras neuronas o volviendo segundos más tarde hacia nosotros en forma de flashes inseguros y afilados y contradictorios, de reflejos de la tradición (tierra-ficción) y de la ciencia ficción, de nociones imposibles sobre el tiempo y el espacio y los multiuniversos y la simultaneidad, una experiencia de lectura inquietante y ansiosa y divertida y estimulante y extraterrestre, al fin, como el amor (aunque nos deja la opción de que, de no soportar la invasión, se pueda cerrar el libro).

Una lectura que ocurre más allá de la página y más allá del entendimiento en algún otro planeta con el que nos cuesta comunicarnos.


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