rumiar la biblioteca: Nosotros caminamos en sueños
Mostrando entradas con la etiqueta Nosotros caminamos en sueños. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Nosotros caminamos en sueños. Mostrar todas las entradas

lunes, 18 de mayo de 2015

Pron o la cleptomanía como una de las bellas artes

Patricio Pron, Nosotros caminamos en sueños, Barcelona, Literatura Random House (2014)
http://www.megustaleer.com/ficha/RH28221/nosotros-caminamos-en-suenos

Fantástica sátira sobre la guerra de las Malvinas naturalmente extrapolable a cualquiera de las guerras, donde abunda el sinsentido, la estupidez y los negocios de todo tipo. Además, en ella se celebra y se cita buena parte de la tradición de la literatura bélica, sobre todo de aquella que comprende la guerra como desquicio, absurdo y disparate (pienso en Hasek, Bulgákov, Voinóvich, Pynchon y hasta en Groucho Marx, entre otros).

"Verás, no podemos ganar la guerra tan rápidamente; tampoco podemos perderla, por supuesto, pero lo más importante es no ganarla rápidamente porque su prolongación fortalece nuestra economía, pone límite al exceso de población y disminuye el desempleo, además de ofrecer una oportunidad de llevar a la práctica proyectos innovadores como el de la cooperativa o el de la oficina de Afrentas y Cuestiones de Honor."

Pero sobre todo me recordó a aquel cuento de J. L. Borges, "El milagro secreto". Hagamos memoria: en él se narra la historia de un escritor a punto de ser fusilado que pide a su dios que le conceda el tiempo suficiente para terminar su obra Los enemigos. Por fortuna, el todopoderoso accede a su petición y lo detiene: la bala queda suspendida a la espera de que Hladik termine su trabajo. Permítanme citar aquí la descripción que hace el narrador de la obra en cuestión, concretamente del tercer acto, y que podría utilizarse (con imperceptibles variaciones) para describir Nosotros caminamos en sueños:

"Crecen gradualmente las incoherencias: vuelven actores que parecían descartados ya de la trama; vuelve, por un instante, el hombre matado por Roemerstadt. Alguien hace notar que no ha atardecido: el reloj da las siete, en los altos cristales reverbera el sol occidental, el aire trae la arrebatada música húngara. Aparece el primer interlocutor y repite las palabras que pronunció en la primera escena del primer acto. Roemerstadt le habla sin asombro; el espectador entiende que Roemerstadt es el miserable Jaroslav Kubin. El drama no ha ocurrido: es el delirio circular que interminablemente vive y revive Kubin. 


Con respecto a la letanía repetida a lo largo de toda la novela ("¡Deja de robar!"), me serviré de esta imagen:




Aquí les dejo un vídeo del ladrón, no se lo pierdan: