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"Mira, Sam, si este libro es tan corto, confuso y discutible, es porque no hay nada inteligente que decir sobre una matanza. Después de una carnicería solo queda gente muerta que nada dice ni nada desea; todo queda silencioso para siempre. Solamente los pájaros cantan."
Tragicómica y bien encontrada la manera de narrar el horror, quizá la salida a aquella idea tan citada y hasta manoseada de Adorno, aquella de que ya no se puede escribir después de Auschwitz.
Aquí la imagen:
Famosa foto de Richard Peter (Wikipedia) |
Pero acaso el bombardeo más impresionante y devastador de la Segunda Guerra Mundial, del que Vonnegut fue testigo y superviviente, el de la ciudad de Dresde, no haya significado demasiado, salvo desolación para las personas de a pie y frotarse las manos para la casta y sus negociados. Y todo se repite. Y así sucesivamente.
Por ejemplo, conozco la historia de dos ucranianos que viven en España desde hace más de veinte años, amigos íntimos que se han retirado la palabra. También conozco la frase esa tan de moda: "hay que posicionarse".
"Por entonces enseñaban que no había diferencia alguna entre unas personas y otras. Deberían enseñarlo todavía."
Y deberíamos apagar la tele y leer a Vonnegut. Deberíamos tener al menos un par de amigos de otros lados.