Francisco Hermoso de Mendoza, Los días del devenir, Madrid, Ápeiron Ediciones (2024)
Estamos dentro de una residencia geriátrica, la narradora se llama Loreto. Es amiga de Julio, otro de los internos que siempre anda amenazando con que se va a suicidar. Resulta que entre las nuevas actividades hay un taller de escritura impartido por Sandra, y ambos se apuntan. Así, lo que leemos es la historia de cómo Sandra (más tarde un sustituto) va corrigiendo los textos que tanto Loreto como Julio le entregan. El de Loreto cuenta un viaje por Italia; Julio escribe textos autobiográficos, donde siempre habla de un tal Julián. La novela, pues, se va construyendo como cajas chinas: historias dentro de historias, donde abunda el sentido del humor y una prosa afilada y precisa.
"Ver reír a Sandra me sorprende. ¿Se ríe de mi escritura? ¿Se ríe de mí? ¿Lo hace de ambas? Por lo general mantiene en el curso un semblante de seriedad inalterable. Por eso la risa franca de hoy me ha descolocado durante mi lectura teatralizada. [...] Y todos deberíamos saber ya que no hay mejor purgante que el humor."