rumiar la biblioteca

lunes, 12 de abril de 2021

Eva Illouz y el amor posmoderno

 

Eva Illouz, El fin del amor (2018), traducción de Lilia Mosconi, Buenos Aires/Madrid, Katz (2020)

http://www.katzeditores.com/fichaLibro.asp?IDL=207

El amor es un invento de la premodernidad, nos dice Illouz. Los códigos de cortejo, cómo la familia tenía un papel determinante a la hora de animarlo o reprobarlo, eran cuestiones pactadas, ritualizadas. Porque el amor romántico de entonces tenía como meta el matrimonio, un acuerdo económico-social que permitía la perviviencia del orden y garantizaba la continuidad de la riqueza. Un poco más acá, en la modernidad, y con el nacimiento del "individuo" y la subjetividad, comenzó a defenderse que el matrimonio debía basarse en el amor, algo que hasta entonces no se tenía demasiado en cuenta. 

Todo eso cambió de forma gradual pero sin duda para siempre con el movimiento feminista y la invención de la píldora, cuando las mujeres accedieron a la independencia económica y el divorcio empezó a estar a la orden del día. Lo importante a partir de los años sesenta del siglo pasado no era tanto si el matrimonio era conveniente sino más bien el hecho de que satisfaciera a los implicados emocionalmente, por supuesto, pero sobre todo sexualmente. 

Porque la sexualidad se convirtió en un valor. La industria escópica (cine, publicidad, televisión), convirtió los cuerpos (sobre todo los de las mujeres) en valor. Había que ser deseable, había que poseer experiencias sexuales con personas deseables. La sexualidad se transformó en una mercancía emocional y terminó por escindir el cuerpo de las emociones. De valor, la sexualidad pasó a convertirse en mercancía. Los cuerpos aparecen en el catálogo de la aplicación de citas, y en un vistazo, tenemos que decidir si sí o no. Mecanismos del capitalismo de consumo, nos recuerda Illouz. Pero hay tanta oferta, tanto cuerpo deseable disponible, que la tendencia es la de no-elección, el no comienzo de una relación, la huida hacia delante. Irse a la francesa, decíamos, desaparecer sin dar explicaciones, pues todo es desechable y todo el mundo lo entiende perfectamente. Las relaciones entonces entran en una dinámica de incertidumbre, cosa propia de la posmodernidad, donde las fronteras son difusas, líquidas. El problema es que el relato del amor romántico sigue vigente, de modo que encadenamos desencanto tras desencanto, y la psicología tiene en esto un papel fundamental como asistencia emocional en los tiempos posmodernos.  

La libertad nos empodera y nos inquieta al mismo tiempo.

"Este libro indaga las condiciones sociales y culturales que explican lo que ha pasado a ser una característica común y corriente de las relaciones sexuales y románticas: el acto de abandonarlas. El 'desamor' es un terreno privilegiado para entender de qué manera la intersección entre el capitalismo, la sexualidad, las relaciones de género y la tecnología produce una nueva forma de (no) sociabilidad."

 

lunes, 5 de abril de 2021

Nietzsche y el yoga: romper el velo de Maya o el poder creativo de leer mal (citas)


Mircea Eliade, Patañjali y el yoga (1962),
Barcelona, Paidós (2019)

"La miseria de la vida humana no se debe a un castigo divino ni a un pecado original, sino a la ignorancia. No a cualquier ignorancia, sino precisamente a la ignorancia de la verdadera índole del espíritu, ignorancia que nos hace confundir el espíritu con la experiencia psicomental, y atribuir 'cualidades' y predicamentos a ese principio eterno y autónomo; en suma, una ignorancia de orden metafísico. [...] el hombre, en efecto, cree que su vida psicomental -actividad sensorial, sentimientos, pensamientos, voliciones- es idéntica al Espíritu, al Sí-mismo. Confunde así dos realidades enteramente autónomas y opuestas, entre las cuales no existe ninguna verdadera conexión sino solo reacciones ilusorias, pues la experiencia psicomental no pertenece al Espíritu: pertenece a la Naturaleza [...]; los estados de conciencia son los productos refinados de la misma sustancia que está en la base del mundo físico y del mundo de la vida. Entre los estados psíquicos y los objetos inanimados o los seres vivientes no hay diferencias sino de grado. Pero entre los estados psíquicos y el Espíritu hay una diferencia ontológica: pertenecen a dos modos distintos del ser. La 'liberación' sobreviene cuando se ha comprendido esta verdad, recobrando entonces el espíritu su libertad originaria."

 

Friedrich Nietzsche, Sobre verdad
y mentira
, Madrid, Tecnos (2000)
"Solo mediante el olvido de este mundo primitivo de metáforas, solo mediante el endurecimiento y petrificación de un fogoso torrente primordial compuesto por una masa de imágenes que surgen de la capacidad originaria de la fantasía humana, solo mediante la invencible creencia en que este sol, esta ventana, esta mesa son una verdad en sí, en resumen: gracias solamente al hecho de que el hombre se olvida de sí mismo como sujeto y, por cierto, como sujeto artísiticamente creador, vive con cierta calma, seguridad y consecuencia; si pudiera salir, aunque solo fuese un instante, fuera de los muros de esa creencia que lo tiene prisionero, se terminaría en el acto su 'conciencia de sí mismo'. Le cuesta trabajo reconocer ante sí mismo que el insecto o el pájaro perciben otro mundo completamente diferente al del hombre y que la cuestión de cuál de las dos percepciones del mundo es la correcta carece totalmente de sentido, ya que para decidir sobre ello tendríamos que medir con la medida de la percepción correcta, es decir, con una medida de la que no se dispone. Pero, por lo demás, la 'perceción correcta' -es decir, la expresión adecuada de un objeto en el sujeto- me parece un absurdo lleno de contradicciones, puesto que entre dos esferas absolutamente distintas, como lo son el sujeto y el objeto, no hay ninguna causalidad, ninguna exactitud, ninguna expresión, sino, a lo sumo, una conducta estética, quiero decir: un extrapolar alusivo, un traducir balbucente a un lenguaje completamente extraño, para lo que en todo caso se necesita una esfera intermedia y una fuerza mediadora, libres ambas para poetizar e inventar."


lunes, 29 de marzo de 2021

Cristina Rivera Garza o la novela como enigma

 

Cristina Rivera Garza, La cresta de Ilión (2002), Madrid, Tránsito (2020)

https://editorialtransito.es/producto/la-cresta-de-ilion/

Pocas novelas tan enigmáticas y adictivas como esta de Cristina Rivera Garza, escrita en primera persona por un narrador de esos que son de poco fiar. Arranca contándonos que trabaja en un hospital de moribundos en la frontera, y que una noche se le aparece una mujer en la casa chorreando agua y que se le instala sin muchas explicaciones. Ella va diciendo que es una desaparecida y él sabe que la desaparición es una enfermedad contagiosa. Enseguida uno piensa que la novela irá de inmigración o feminicidios, pero la cosa se va tornando sumamente inquietante porque el narrador también tiene una amante y las dos se complotan contra él (o al menos así nos lo cuenta). Después pareciera que el tipo está loco, o al menos que tiene serios problemas de identidad. Todo esto viene contado con una precisión y ritmo fascinante, como si las palabras estuvieran vivas.

"Soy un hombre al que se le malentiende con frecuencia. Supongo que eso se debe a mi desorden verbal, a la manera casi patológica en que se me olvida mencionar algo fundamental al inicio de mis relatos. Muy seguido cuento cosas asumiendo que el interlocutor conoce algo que, con el tiempo, me doy cuenta de que desconoce por completo. No he dicho, por ejemplo, que esa noche de tormenta yo esperaba a otra mujer en casa. Y que esa espera, por lo demás nerviosa, fue en realidad la razón por la cual dejé el libro sobre la mesa y me incorporé con desgano hacia la puerta. Se me olvidó mencionar que la sorpresa de enfrentar el rostro que no esperaba fue tanta que me impidió cualquier razonamiento habitual. Sin esta explicación, ustedes podrían creer que estaba aburrido pero, a la vez y precisamente por esa causa, listo para algo nuevo. En realidad sí estaba aburrido, pero de la vida en general y, más particularmente, del invierno, y a esas alturas solo estaba listo para recibir, y eso con suma dubitación, a la Traicionada."

 



lunes, 22 de marzo de 2021

Rita Indiana y el misterioso Argenis

 

Rita Indiana, Hecho en Saturno, Cáceres, Periférica (2018)

http://www.editorialperiferica.com/?s=catalogo&l=213

Argenis es un pintor adicto a la heroína que viaja a Cuba para desintoxicarse en una clínica privada. Es hijo de un revolucionario dominicano muy conocido, lo que le provoca sentimientos encontrados, como a todo hijo de alguien. Evidentemente que este es un viaje hacia el infierno, pues luchar contra el deseo no es cosa fácil.

"Su adicción era un eterno perseguir aquella momentánea abolición de la culpa, la necesidad, la responsabilidad y la introspección." 

Todo esto contado con la exuberante prosa de Indiana, poética y rítmica a partes iguales.

 




lunes, 15 de marzo de 2021

Ginés S. Cutillas: jardín, biblioteca, diablo


Ginés S. Cutillas, El diablo tras el jardín, Valencia, Pre-textos (2021)

https://www.pre-textos.com/escaparate/product_info.php?products_id=2052

Tito ha montado un club de lectura con su hermano Ximo y unos cuantos amigos después de que su abuelo les dejara en herencia un juego de pistas en su llamativamente borgiana biblioteca. En cada uno de los libros hay fotos, dinero y una pista para encontrar la siguiente lectura que finalmente les llevará a descubrir si realmente era cierto aquello de que se batía a duelo con el diablo tras el jardín. Entre lectura y lectura, el niño va haciéndose mayor con aquella educación sentimental hecha de libros y de primeras experiencias eróticas, pero sobre todo de darse de lleno con la crudeza de la vida. La vida está repleta de mentiras, de secretos, y Tito se pasa toda la novela intentando comprenderlos.

"Lo que más nos llamaba la atención a mi hermano y a mí era que, después de tanto trabajo, no se hubiera molestado en disponer las estanterías de una manera lógica. De hecho, no conseguimos deducir el criterio con el que estaban ordenados los libros, menos aún la disposición de los pasillos que convertían aquella biblioteca en una suerte de laberinto en el que quizás hubiera quedado atrapado algún minotauro. La falta de planificación era tal que ni siquiera podíamos asegurar que hubiéramos transitado todos los corredores. A lo mejor era la manera que había encontrado de ocultar los secretos a la abuela, o a su hija, o a nosotros; o quizás aquel extraño diseño respondiera a un objetivo mayor: impedir que el monstruo encerrado en él fuera capaz de encontrar la salida. Descubrí entonces el significado de 'ingeniero de caminos', tantas veces escuchado en casa, aunque no quise compartir mis deducciones con Ximo. Pensé que aquella profesión dedicada a construir laberintos con simples estanterías era la más bonita que podía existir."

Novela de iniciación, pícara, fresca, pop, de prosa ágil y mucho sentido del humor, nos adentra en ese mundo de la infancia, tierno, lleno de deducciones apabullantemente lógicas, pero con esa lógica de los niños.

lunes, 8 de marzo de 2021

Ursula K. Le Guin: la mujer es una invención muy reciente (una cita)

 

Ursula K. Le Guin, Contar es escuchar, traducción de Martín Schifino, Barcelona, Círculo de tiza (2018)
https://circulodetiza.es/autores/ursula-k-le-guin/

"Soy un hombre. pensarán que he cometido un error de género sin querer, o quizá que intento engañarlos, porque mi nombre de pila acaba en a, y soy dueña de tres sujetadores, y he estado embarazada cinco veces, y otras cosas por el estilo que sin duda habrán notado, pequeños detalles. Pero los detalles no importan. Soy un hombre, y quiero que me crean y lo acepten como un hecho, tal y como lo acepté yo misma durante muchos años.

[...] Las mujeres son una invención muy reciente. Precedo en varias décadas a la invención de las mujeres. De acuerdo, si son ustedes muy quisquillosos en cuanto a la precisión, las mujeres fueron inventadas varias veces en sitios sumamente distintos, pero lo cierto es que los inventores no supieron poner a la venta el producto. Emplearon técnicas de distribución rudimentarias y no hiciceron ninguna investigación de mercado, de manera que por supuesto el concepto no cundió. Incluso con el respaldo de un genio un invento tiene que hallar su mercado, y al parecer durante mucho tiempo la idea de las mujeres no entró en el balance final. Los modelos como el Austen y el Brontë eran demasiado complicados, y la gente se reía del Sufragista, y el Woolf estaba demasiado adelantado a su tiempo.

De modo que cuando nací, en realidad solo había hombres. La gente se componía de hombres. Toda respondía al mismo pronombre, el masculino; he ahí quién soy, pues. Soy el masculino genérico, como cuando se dice: 'Si un ciudadano necesita un aborto, tendrá que ir a otro estado', o: 'El escritor sabe dónde aprieta el zapato'. Ese soy yo, el escritor, él. Soy un hombre.

Tal vez no soy un hombre de primera categoría. Acepto de buen grado que quizá soy una especie de hombre de segunda o de imitación, un Él análogo. Como tal, soy al varón genuino lo que el palito de pescado cocido en horno microondas es al salmón real asado a la parrilla. Porque, vamos a ver: ¿puedo inseminar? ¿Puedo ser miembro del Bohemian Club? ¿Puedo dirigir la General Motors? En teoría puedo, pero ya saben adónde nos conduce la teoría. No a la cima de General Motors, y cuando una licenciada de Radcliffe sea presidenta de la Universidad de Harvard me despiertan y me lo cuentan, ¿vale? Aunque ya no será necesario, porque ya no quedan licenciadas de Radcliffe; fueron abolidas por considerarse innecesarias. [...] Nos han dicho que solo hay una clase de gente, y que son hombres. Y creo que es muy importante que nos lo creamos. Sin duda es importante para los hombres.

[...] Y eso viene a cuento de la verdadera chapuza que he hecho con el asunto de ser un hombre: ni siquiera soy joven. Justo cuando por fin estaban inventando a las mujeres, empecé a envejecer. Y seguí haciéndolo. Descaradamente. Me he permitido envejecer y no he tomado medidas al respecto, con una escopeta ni nada.

[...] Nací antes de que inventaran a las mujeres, y he vivido los pasados decenios tratando de ser un buen hombre y me he olvidado de seguir joven, así que envejecí. 

[...] Si no se me da bien lo de fingir ser un hombre ni se me da bien lo de ser joven, acaso podría empezar a fingir que soy una mujer mayor. No estoy segura de que ya se hayan inventado las mujeres mayores, pero merece la pena intentarlo."

El texto completo, aquí.