rumiar la biblioteca

lunes, 29 de junio de 2020

Tatiana Goransky o cómo amarte menos

Tatiana Goransky, Quisiera amarte menos, Barcelona, Ril Editores (2020)

https://www.rileditores.com/rilespana

Seis personajes en busca de sexo nos cuentan, cada uno con su propia voz, su personal versión de los hechos. Se trata de un doble asesinato, un crimen pasional, del que nos vamos enterando a medida que avanzamos, monólogo a monólogo. Estas voces, muy bien conseguidas, nos van desentrañando el hilo argumental. Goransky maneja la musicalidad de la prosa con mucha soltura, y la estructura desmembrada mantiene el suspense hasta el último momento. Pensamos que estamos leyendo confesiones de la vida privada de estos personajes y en realidad lo que esas voces nos cuentan es que todas son víctimas de algún tipo de violencia. Pero a pesar de lo serio del asunto, la cosa transcurre con cierta liviandad y mucho sentido del humor, narrado con una prosa ocurrente y bastante poética.

No se pierdan a Tatiana Goransky leyendo el primer monólogo, vale la pena:

 

lunes, 22 de junio de 2020

Armonía Somers o la libertad desnuda




Armonía Somers, La mujer desnuda (1950), Barcelona, Trampa ediciones (2020)

Rebeca Linke cumple treinta años, se corta la cabeza y se la vuelve a poner. Después se saca toda la ropa y se echa a andar desnuda por el bosque. Así comienza esta nouvelle surrealista publicada en 1950 por la uruguaya Armonía Somers recuperada hoy por Trampa ediciones. Con una prosa irónica y bellamente rara, con imágenes poéticas realmente originales que se cortan con exquisito desparpajo, acompañamos a esta mujer que se convierte en deseo puro. Es la libertad absoluta y nadie quiere ver con tanta claridad la poca libertad que se tiene. Es la libertad de la Mujer.

"Volvería a ocurrir lo de siempre, los bienes compartidos con miedo, el mundo del engaño y del robo, otra vez las inmundas ropas cubriéndola. No lo pensó más de un minuto. Echó rápidamente pie a tierra, atravesó la habitación derribando algo y se lanzó de nuevo hacia la noche que acababa de descerrejar su locura."

Por supuesto que lo trastoca todo a su paso. Llega a un pueblo y todos quieren acabar con ella porque no pueden dejar de pensar en ella, de fantasear con ella. La mujer desnuda se ha convertido en una obsesión. Esa mujer tan obscenamente libre y sin ropa.

"Yo afronto mi libertad –añadió aún en otro tono de voz, semejante, según lo advirtió, a la de cierta mujer vestida llamada Rebeca Linke–. Mas nadie debe ser obligado a sufrir por la liberación de otro, Juan, sino uno mismo."
Novela deliciosamente rara y poderosa. Novela de empoderamiento para leer con o sin ropa.

martes, 16 de junio de 2020

Poema del pdf

Ya no puedo, no, leer en pdf,

me llegan los colegas con ¿te envío el pdf?

Y hasta yo misma he sugerido que me envíen pdfs,

porque leer es poder, lo sé,

estoy convencida,

cosas que predico y que practico:

hay que leer a los contemporáneos.

Es una advertencia, colegas queridos,

lo siento, lo intento pero no puedo.

Ya no, oh, no, no,

pdfs desbordando,

pdfs olvidados en la carpeta aquella:

"Pdf libros colegas".

Pero pdfs por todos lados,

por trabajo, por placer:

tengo nostalgia del papel.

lunes, 1 de junio de 2020

Cíborgs, zombis y quimeras: cibercultura



Federico Fernández Giordano (ed.), Cíborgs, zombis y quimeras: la cibercultura y las cibervanguardias, Barcelona, Holobionte Ediciones (2020)

El siglo XXI será feminista y ecologista o no será, decimos muchos. A eso habría que añadir la inevitabilidad de la cibercultura. A estas alturas, uno no puede escaparse de hablar del influjo de El manifiesto cíborg (1983) de Donna Haraway. Un manifiesto que defiende la mezcla, lo cíborg, la bastardización, el ruido (idea de la que deriva el notable Mafiesto Glicht de Rosa Menkman incluido en este volumen), la construcción de uno mismo con ironía y antojo, las uniones caprichosas entre biología y máquina o, tal vez entrados ya en el presente, entre biología y tecnología. Todos somos cíborg, queramos o no. Uno piensa en cíborg y enseguida imagina androides o brazos biónicos, pero todos usamos las prótesis: un smartphone no es más que una ayudamemoria, una sala de reuniones, una puerta a la construcción de nuestra ciberpersonalidad.
En Cíborgs, zombis y quimeras encontramos las bases de toda esta filosofía. Se trata de un recopilatorio de textos fundamentales que viene a completar el volumen Ciberfeminismo y ampliarlo más allá de la estela de El manifiesto cíborg. De modo que se tratan temas tan fascinantes como adicciones, conciencias deslizantes, ciberpunk, la clase virtual como una nueva clase social, cuyo poder está diseminado y resulta invisible. Aceleracionismo:
"Bill Gates promete negocios a la velocidad del pensamiento, pero lo que entrega el capitalismo es pensamiento a la velocidad de los negocios." (Mark Fisher, "Terminator contra Avatar")
Ciberpersonalidad, identidades fluidas, selfies, la imaginación como verdadero refugio, el poder de lo nómada y del disturbio en la red, conceptos como la "autoexperiencia alienada (la pérdida de lo social)". Hay también una historia del net.art, del activismo en la red, una reflexión sobre la falsa inmaterialidad de la red, pues evidentemente todo eso que parece inmaterial está sostenido por cables y servidores y materiales como el coltán de costosísima extracción a nivel ecológico. En todo esto existe una inevitable huella ecológica.
Hay también un notable texto de la no menos notable Katherine Hayles sobre la novela Patchwork Girl de Shelley Jackson, un experimento de literatura digital mediante el hipertexto. El hipertexto, por cierto, eso tan femenino. Hay reflexiones sobre lo cíborg en relación con el surrealismo, lo cíborg y el ruido, lo cíborg y el psicoanálisis. Sobre el artista y téorico José Luis Brea. Sobre Bowie y Lovecraft. Sobre Afrofuturismo (música hip-hop, electrónica) y Gulf futurism (futurismo del Golfo Pérsico).
"Ya no tenemos raíces, sino antenas." (McKenzie Wark, "Aceleracionismo negro")
También incluye dos textos de la grandísima Ursula K. Le Guin sobre ciencia ficción y futuro:
"Cuando miramos lo que no podemos ver, lo que vemos es lo que está en nuestras cabezas, nuestros pensamientos y nuestros sueños, los buenos y los malos. Me parece que cuando la ciencia ficción está haciendo su trabajo de verdad es a eso a lo que se enfrenta. No 'al futuro'." (Ursula K. Le Guin, "La ciencia ficción y el futuro")
En definitiva, un compendio imprescindible si uno quiere vivir en el presente, aunque para muchos eso signifique dar un paso hacia el futuro.

Con textos de:

STELARC _ SADIE PLANT _ MARK FISHER _ LYNN HERSHMAN LEESON _ CRITICAL ART ENSEMBLE _ CCRU _ DOUGLAS RUSHKOFF _ ARTHUR KROKER _ N. KATHERINE HAYLES _ MARK DERY _ NICK LAND _ V2 ORGANISATION _ HAKIM BEY _ SUBREAL _ LAURA BAIGORRI _ ROSA MENKMAN _ McKENZIE WARK _ NAIEF YEHYA _ CRISTINA JURADO _ URSULA K. LE GUIN _ OLD BOYS NETWORK _ VIRGINIA BARRATT _ THYRZA NICHOLS GOODEVE _ YVONNE VOLKART _ MARTÍN DAVID DE MOURA _ MIGUEL ÁNGEL HERNÁNDEZ NAVARRO _ RAMIRO SANCHIZ _ FRANCISCO TIRADO _ ALEJANDRA LÓPEZ GABRIELIDIS




lunes, 25 de mayo de 2020

Volver a Borges como se vuelve a casa



[Publicado en Pliego Suelto, el 19/05/2020]
En el marco de la serie Apuntes sobre la Coronacrisis, la escritora Verónica Nieto (Córdoba, Argentina, 1978) pone de relieve el acto de leer y el sentido de la biblioteca personal en la construcción del individuo y la conexión con el mundo. La lectura y la biblioteca como hogar, refugio y oráculo, en medio del confinamiento y la pandemia.

Uno recorre su propia biblioteca como si recorriera su propia casa.

Si uno piensa en “casa” se puede pensar en la primera casa, en volver al principio de eso que significa “casa”. Entonces uno se esfuerza por encontrar el arranque, el chasquido. Cuál fue ese primer libro. Imposible saberlo, por supuesto. Imposible de recordar.

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lunes, 18 de mayo de 2020

Robert Coover o el carnaval del Tío Sam


Robert Coover, La hoguera pública (1977), traducción de José Luis Amores, Málaga, Pálido fuego (2014)

Abrumadora en todos los sentidos, magnífica hasta el punto en que uno siente la felicidad de lector puro, aquella idea de Fresán, la de menos mal que no tengo que escribir algo así y sobre todo menos mal que alguien ya lo ha hecho y podemos disfrutarlo, La hoguera pública se centra en la condena de Ethel y Julius Rosenberg, acusados de vender el secreto de la bomba atómica a los rusos. Estamos en plena Guerra Fría, claro. De modo que leemos capítulos de narrador en tercera persona que muestran un fresco bastante carnavalesco de Estados Unidos en esa época, con el Tío Sam en lucha contra el Fantasma (ese espectro que se cierne sobre Europa, según la primera frase del Manifiesto comunista), y otros capítulos donde es la voz de un Nixon por entonces vicepresidente avanzando entre diálogos consigo mismo, rememoraciones, deseos de Ethel Rosenberg y conversaciones con el propio Tío Sam, que parece encarnarse en todos los presidentes del país una vez que han sido elegidos. Nixon sabe que está listo para la Encarnación, aunque aún no le ha llegado el momento. Además, hay intermezzos con poemas de Eisenhower (el presidente por entonces), una obra de teatro entre Ethel y Eisenhower y un libreto de ópera como variaciones sobre el mismo tema, es decir, la condena a muerte del matrimonio.
"¿Qué era realidad, qué intencionado, qué era entramado, qué era esencia? Extraño, el impacto de la Historia, cómo nos aferraba, aun no siendo más que palabras. Acumulación accidental en su mayoría, que dejaba fuera la mayor parte de la historia. Aún no hemos empezado a explorar el verdadero valor de la palabra, pensé. ¿Y si quebrantáramos todas las reglas, jugábamos con las pruebas, manipulábamos el lenguaje, convertíamos a la Historia en una aliada guerrillera? Por supuesto, el Fantasma ya estaba en ello, ¿o no? De nuevo nos llevaba la delantera. ¿Qué eran sus maquinaciones dialécticas sino la disolución de los límites naturales del lenguaje, la invención consciente de un espacio, una siniestra tierra de nadie, entre alternativas lógicas? Me encantaba debatir ambas posturas de cada asunto, pero pensar en aquel extraño espacio intermedio me provocó sudores. La paradoja era lo que más odiaba aparte de los psiquiatras y los periodistas."