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lunes, 27 de enero de 2014

Jorge Ibargüengoitia y el asunto del poder

Jorge Ibargüengoitia, Los relámpagos de agosto (1965), Barcelona, RBA (2013)
http://www.sellorba.com/los-relampagos-de-agosto_jorge-ibarguengoitia_libro-OAFI869-es.html

Emparentada con la tradición de la novela de dictador, Los relámpagos de agosto es el resultado de la confesión y justificación de José Guadalupe Arroyo, un militar retirado, escrita a modo de sátira o parodia del género de las confesiones de los hombres del poder, cuando el poder es caudillismo y totalitario. 
Quizá podría pensarse que aquello de la profusión de autobiografías de los políticos de hoy en día sigue la misma senda, y raro es que no se novele parodiando estos discursos del poder en la era de la democracia.

"Entonces se nos presentó la solución del problema con gran claridad: si hay una aplanadora, más vale estar encima que abajo de ella."

Las novelas de dictador latinoamericanas, o las novelas sobre el poder y sus entresijos, sobre todo cuando se retratan con ironía y hasta con cinismo, no suelen envejecer nunca. Muchas veces, incluso, el tener o no tener poder parece un perverso juego de niños. Piénsese en Yo, el Supremo de Augusto Roa Bastos o en El señor Presidente de Miguel Ángel Asturias, mis dos preferidas, o piénsese incluso en Pedro Páramo de Juan Rulfo, aunque la mirada del poder aparece aquí levemente desplazada (y en ello radica su acierto dentro del género). El poder y sus excesos tienden a repetirse como se repite el hombre en cada nacimiento, y derrocarlo desestabiliza y revierte y remueve, pero ojo con la desestabilización porque si no se estabiliza en breve, enseguida se instala de nuevo el mismo derroche de autoridad. Ejemplos sobran, y no solo literarios. Algunos muy actuales... primaveras, primaveras, aunque el verano no llega. 

"Las personas a quienes he relatado este episodio, siempre me dicen que por qué nos asustamos tanto en ese momento, sin darse cuenta de que el que se mete en política debe estar preparado para lo peor."

Pero señores, oigan, ¿saben cómo se hace una revolución? Escuchen, pues, son reglas bien sencillas:

"Quiero hacer un paréntesis para justificar esta actitud que me valió tantos vituperios: la primera consideración que tenemos que hacer es la Patria; la Patria estaba en manos de un torvo asesino: Vidal Sánchez, y de un vulgar ratero, Pérez H.; había que liberarla. Para liberarla se necesita un ejército y todos sabemos que un ejército en campaña es algo que cuesta muy caro. Ahora bien, en México las clases populares siempre se han mostrado muy generosas con su sangre, cuando se trata de la defensa de una causa justa. Pero nunca se ha sabido de un ejército que se mueva con donativos populares. El dinero tiene que venir, o de las arcas de caudales de los ricos, o bien de las del Gobierno de los Estados Unidos. Como no contábamos ni con el apoyo, ni con las simpatías de este último, nos fuimos sobre los primeros."

Aquí os dejo un link de un fragmento de Vida y milagros de Jorge Ibargüengoitia de Rodrigo Castaño:

http://www.youtube.com/watch?v=-E0CELawIZc