Antonio Orejudo o el adolescente está soñando : rumiar la biblioteca

lunes, 7 de julio de 2014

Antonio Orejudo o el adolescente está soñando

Anronio Orejudo,
Ventajas de viajar en tren (2000),

Barcelona, Tusquets, 2011
Sueños de adolescentes españoles chanantes y delirantes, sueño también del profesor universitario de literatura, o más que sueño, pesadilla y todo eso que te cuento sin venir a cuento, porque no hay sino sorpresas de una prosa ligera y al tiempo rítmica y sofisticada.

Cercano a Copi, Aira, Guebel y hasta a Laiseca y Levrero, de narrativa onírica y osada, en búsqueda constante de provocar al lector: asco, miedo, indignación, risa, desorientación, excitación. Tampoco pierde tanto el hilo de la narración, y eso es celebrable. Hilarante, pues, y al tiempo metaficcional: nunca olvida desnudar el pacto de ficción, y de paso algunos artefactos del varón.   

La narrativa de Antonio Orejudo puede resumirse con una cita de Ventajas de viajar en tren:
"Y todo eso, que en el tren le había parecido extraordinario, pero posible, verosímil y hasta divertido, sintió que se iba convirtiendo conforme ella lo relataba en una cómica sucesión de disparates, como esos sucesos perturbadores, como esas ideas geniales que se nos ocurren en sueños, y que al verbalizarlas se diluyen en el aire o dejan al descubierto su condición de gilipollez."

Antonio Orejudo,
Un momento de descanso,

Barcelona, Tusquets, 2011
Pero es denuncia también, porque el delirio no deja de cumplir una función social (y por eso enredo a Laiseca y su realismo delirante) que le da la vuelta a la realidad como un guante de látex, de látex o, bueno, ya me entienden, con tanta pornografía me obsesiono, pero este otro libro además de sexo habla de la universidad y de la corrupción y de las injusticias aunque con impecable sentido del humor, cosa que no deja de ser valiente, por otro lado, por el lado de la honestidad. Y también de la imaginación y la mentira, herramientas de todo escritor:

"Aunque eso me atormentó durante algún tiempo, al final comprendí que obsesionarse con distinguir nítidamente entre realidad e imaginación era un error operativo y conceptual que además conducía a la neurosis. Entendí que era más razonable -y también más exacto- considerar que la imaginación es un sexto sentido, tan fidedigno o engañoso como los demás. Al fin y al cabo, la vista también nos juega a veces malas pasadas. Hasta la razón nos resulta en ocasiones poco fiable, sin que por ello desconfiemos por principio de nuestros análisis o nos arrepintamos de tener circunvoluciones cerebrales."
Os dejo un vídeo (cortesía de Librerías Gandhi) con una breve entrevista:

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