Roser Amills, Asja, Barcelona, Comanegra (2017) http://comanegra.com/esp/ficcion/446-roser-amills-asja.html Ya decía Ricardo Piglia que alguien tenía que escribir la historia de Asja Lacis, amante de Walter Benjamin, la mujer que, además, le presentó a Bertold Brecht. Roser Amills se puso a ello y el resultado es esta novela, Asja. Amor de dirección única, que narra, en tono intimista y en clave de novela romántica, las peripecias de un amor bastante difícil, muy libre y entorpercido por las circunstancias de la contienda mundial. De
hecho, podría decirse que Amills construyó aquí una reflexión sobre el
amor no monógamo, eso que hoy en día llamamos poliamor, relaciones donde
hay sexo pero apenas intimidad emocional o compromiso afectivo.
"El
amor libre es como la caída libre de los cuerpos, se dijo: el ejercicio
de un derecho excluyente y solitario, insoportable si, por lo que sea,
te entretienes a mirar a los lados, arriba, abajo. Porque entonces te
das cuenta. Entonces sabes que no es más que eso: otra manera de
comprobar la fragilidad humana."
Enseguida comprendemos que es Asja la narradora de la novela que tenemos entre manos. La escribe mientras viaja en tren desde Berlín a Moscú, después de enterarse por Brecht de la muerte de su amante. Por eso la novela es al mismo tiempo una biografía de Walter Benjamin, a quien conoció en Capri durante el verano de 1924. Juntos escribieron un artículo, "Nápoles", para el Frankfurter Zeitung, pero la cosa no quedó ahí. Al parecer vivieron un amor con incontables separaciones, compartiéndose con otros amantes, con dificultades enormes para comprometerse el uno con el otro. Y sin embargo, ese amor no se diluía. Se dice que los amigos de Benjamin la despreciaban y que se encargaron de borrarla de la historia. Pero es a ella a quien Benjamin dedica Calle de dirección única, ese librito que la protagonista manosea durante todo el viaje.
"La memoria crea una ficción y aquello que somos o creemos ser está gobernado por lo que los demás recuerdan de nosotros."
Asja
Lacis fue una actriz y directora de teatro que gozó de cierto prestigio
durante los primeros años de la Unión Soviética. Nacida en Letonia,
estudió con Mayakovski, dio clases de teatro a niños huérfanos en una
pequeña ciudad ucraniana (1918), se mudó a Berlín en 1922, colaboró con
Brecht, cuya obra se encargó de difundir, fue directora del Departamento
de Cine de la sección comercial de la embajada soviética en Berlín y, en
1933, fue directora del teatro letón Skatuve. La KGB la detuvo y la deportó a un campo de
trabajo soviético en Kazajistán entre 1938 y 1948. Liberada, se dedicó a la crítica teatral hasta su jubilación.
Después del amor aparece lo más
parecido al amor. Avanza en un intento de acoplarse perfectamente a la matriz,
como disimulando. Además, sucede que, con el tiempo, lo más parecido al amor se
va tornando amor, porque el amor es cosa caprichosa y errática, y jamás se
parece al amor anterior. Este nuevo amor se pretende más utilitario, más sabio,
más cínico. Quiere mostrarse como un amor con sentido del humor, como un
amor-réplica con sus calculadas variaciones. Quiere aparentar que aunque no
pueda convencernos, es muy capaz de confundirnos.
[De la exposición El corazón es una tabla de cortar, que puede verse del 18 al 24 de mayo en Fabra i coats. Fábrica de Creació, Más info]
Karla Suárez, Habana año cero, Barcelona, Comba (2019) https://www.editorialcomba.com/catalogo/libros/narrativa/habana-ano-cero/ La voz de una mujer matemática nos narra la historia de la persecusión de unos papeles del inventor italiano Antonio Meucci, originario de Florencia, que llegó
a La Habana en el siglo XIX como responsable técnico del teatro más importante de la
ciudad. Este tal Meucci, presunto inventor del teléfono, viene a juntar a unos cuantos personajes que van en su búsqueda y que conforman el entramado de la novela, cuyo telón de fondo es la crisis de 1993 en Cuba: apagones, falta de alimentos, etcétera, y sobre todo la absoluta certeza de un país que se ha quedado apenas sin aliados una vez caído el Muro de Berlín y desaparecida la Unión Soviética. La prosa de Suárez se muestra aquí veloz, coloquial, con reminiscencias bolañescas y un toque irónico que se va deslizando con mucha frescura.
"Un escritor, afirmó, es un ser complejo que percibe cosas que para los demás son transparentes y es capaz de encontrar belleza donde los demás ven porquería, por eso el escritor necesita mezclarse con el mundo pero sin permitir que el mundo lo engulla."
"Los relatos son siempre más generosos, más espaciosos que las ideologías; por ello constituyen una de mis esperanzas más firmes. Quiero saber cómo habitar en las historias y en los relatos, en lugar de renegar de ellos. Quiero saber cómo vivir críticamente tanto en los nuevos parentescos como en los heredados, de un modo que no sea condenatorio ni celebratorio. Quiero saber cómo ayudar a construir relatos en marcha antes que historias cerradas. En este sentido, mis reflexiones sobre el parentesco versan sobre cómo mantener en marcha los linajes, incluso a pesar de que sus miembros se desfamiliaricen y las líneas se conviertan en redes, los árboles en explanadas, las genealogías en grupos de afinidad. Mis parentescos están formados por floridas entidades maquínicas, orgánicas y textuales con las que compartimos la tierra y nuestra carne. Dichas entidades están rebosantes de vida, y sería un grave error considerarlas desde una perspectiva principalmente antropomórfica o antropocéntrica. No todas las intervenciones y no todos los actores son humanos. De hecho, [...] creo firmemente que nunca hemos sido humanos, y mucho menos hombres. Esta es una de las razones por las que me gusta explorar las representaciones que no se resuelven en los rasgos específicos del hombre, incluso cuando parecen haber nacido para ello."
"Estos artículos están plagados de tropos. Lo cual seguramente se deba a que guardo un amor perverso hacia las palabras, que siempre he tenido por suculentos seres físicos. Pero los tropos hacen algo más que complacer el paladar del amaneramiento del siglo XXI. Los tropos constituyen un desvío: aplazan lo literal (para siempre, si somos afortunados) y dejan claro que, si queremos dar con el sentido, debemos estar siempre preparados para el viaje. [...] El metaplasmo es en estos momentos mi tropo preferido. Significa remodelado o remodelación. Pretendo que mis escritos sean leídos como una práctica ortopédica para aprender a remodelar los vínculos familiares y así contribuir a la creación de un mundo más amable e insólito."