Bolaño o el escritor persistente : rumiar la biblioteca

lunes, 6 de mayo de 2013

Bolaño o el escritor persistente

Archivo Bolaño, CCCB, Barcelona:

Letra pequeñita, prolija, en devenir continuo de cuaderno en cuaderno, de dibujito a mapa, de carta a confesión; letra desnudo-íntima de ese escritor que se sabe auténtico, extasiado e insobornable, encaprichado por ese ininterrumpido discurrir de un bolígrafo que seca la tinta mientras repasa las páginas como único lector.
Fetichismo ordenado y catalogado para la avidez de este otro lector voyeur, el mismo que recorre y husmea de vitrina en vitrina un material que en su momento apenas si interesaba. 

Salgo del museo y en eso pienso, en que entonces a nadie interesaba ese estoico héroe mítico de nuestro tiempo. El escritor persistente. El escritor obcecado y testaruro, fanático de sí mismo, ciego ante la belleza de su propia palabra.

A punto de bajar al metro me pregunto cuántos críticos y editores y escritores merodearon al Bolaño de entonces, mal-leyeron al Bolaño considerado mediocre-escritorucho de entonces sin adivinar en esos textos al Bolaño futuro. Sin descubirlo o menospreciándolo o acallándolo o robándolo. Desciendo las escaleras todavía preguntándome si el crítico o el editor es lo suficientemente valiente para descubrir. Si existe eso llamado criterio, la lectura generosa que advierte el talento en el texto mecanografiado. Si no es quizá este fantasma el terror del editor.
Si no es más bien el escritor obstinado quien deja bien claro que no tiene intenciones de pasar inadvertido.

Se abren las puertas del vagón; me hago sitio como puedo. Recuerdo una frase dicha por el talentoso falsificador Elmyr de Hory (posiblemente de Duchamp) en la película Fraude de Welles: si se cuelga un cuadro en un museo y se lo deja el suficiente tiempo, termina por convertirse en una auténtica obra de arte. En un objeto tan valioso que origina peleas de gallos. Gallos-marchantes, polluelos-editores, huevecitos-críticos a punto de romper el cascarón.

Desde luego que esos cuadernos apretados solo nos importan después de Bolaño.


2 comentarios:

  1. Muchas cosas me llamaron la atención de esa impresionante exposición del CCCB, deberían hacerla itinerante para que pudieran disfrutarla en otras ciudades, pero especialmente ese conjunto de cuadernos personales de Bolaño donde metódicamente compilaba todas y cada una de las semillas de su futura obra. Todavía me queda un mundo por descubrirle (mi intención es acabar con '2666') pero confieso mi devoción total por "Los detectives salvajes" en prosa y "La universidad desconocida" en poesía. Muy interesante también "El Tercer Reich" y menos afortunada, en mi opinión, "Amberes" y los relatos de "Putas asesinas". Seguiremos la búsqueda del universo Bolaño...
    Por cierto, para muy fans, el otro día leí en prensa la iniciativa del ayuntamiento de Blanes (no se si de sus herederos también) de montar una Ruta Bolaño permanente, un paseo cultural por los rincones de esa localidad de la Costa Brava, donde se movió durante dos décadas, y que sirvieron de inspiración a mucho de sus escritos: 'El Tercer Reich" sin ir más lejos...

    Saludos.-

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    1. Cierto, la exposición debería itinerar, porque desde luego que impresiona su capacidad de producción y la confianza en su propia obra, una confianza y un entusiasmo que llegan a públicos amplios y diversos, lo mismo que su obra, públicos jóvenes que se ven reflejados en ese entusiasmo. Tal vez se trate de una exposición que interese a escritores, sobre todo a escritores desencantados...
      Ahora bien, quizá sea cierto lo que algunos comienzan a hacer notar con respecto a cierta exageración del mito Bolaño, que a veces contenta, por el cariño y aprecio de su obra, por lo que significa que un hijo de las clases medias haya conseguido encandilar a todos (de ahí su entronización, quizá, como algún tipo de sueño americano donde todos tienen las mismas oportunidades), pero a veces apena, también, como todo lo que se infla para comerciar con ello, en fin, sentimientos contradictorios...
      Sobre la ruta Blanes supongo que apenas si sorprende: todo lector de Bolaño se acerca a Blanes o al menos piensa en Bolaño cuando está por allí.

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