rumiar la biblioteca

lunes, 17 de enero de 2022

Maurizio Balistreri, los robots sexuales y la violencia (citas)

Maurizio Balistreri, Sex Robot, traducción de José Chaguaceda Alonso, con ensayo de Georgia Zara, Barcelona, Biblioteca Nueva (2021)


"Hacer el amor con un robot no es, por supuesto, lo mismo que leer una novela o ver una película porque los robots no nos cuentan historias que enriquecen nuestras propias experiencias, aunque podrían programarse para ello, pero la finalidad de los robots sexuales es otra."

 

"Los robots del sexo, por tanto, tendrían en las mujeres las mismas consecuencias que la pornografía: favorecer la violencia contra las mujeres 'poniéndolas en escena' como personas que sueñan con ser violadas y que disfrutan cuando sufren violencia. Fingen no agradecer las insinuaciones de los hombres, pero, en realidad, adoran ser brutalizadas y por ello una mujer solo lograría placer cuando se abusa de ella (y un hombre que no puede abusar de una mujer no sería un hombre de verdad). Los robots sexuales, en consecuencia, fomentarían la violencia contra las mujeres ya que transmitirían la idea de que se pueden tener relaciones sexuales con una mujer sin su consentimiento. Serían sobre todo los robots del sexo programados para rechazar cualquier encuentro sexual o que simulan no disfrutar en absoluto de las proposiciones sexuales los que provocarían en los hombres actitudes violentas contra las mujeres. [...] Por otra parte, los robots sexuales más condescendientes transmitirían la idea de que las mujeres están siempre disponibles y que, por ello, no es posible abusar de ellas o violarlas. La violencia, de hecho, presupone una relación sexual contra la voluntad de alguien y, ya que las mujeres nunca rechazarían el sexo, sería imposible abusar de ellas."

"Se si utilizara a los robots sexuales con abusadores de niños o con violadores de manera que volcaran sobre estos sus fantasías sexuales patológicas, el peligro estaría en perpetuar la idea de que es aceptable obtener placer sexual mediante la coerción y sin aceptación, especialmente en el caso de que los robots sexuales estuvieran programados para dar respuestas negativas o resistentes. Esto podría, en consecuencia, legitimar una forma de sexualidad violenta, normalizar las modalidades sexuales impositivas y favorecer la continuidad de conductas sexuales abusivas." (Georgia Zara, "La psicología de los robots sexuales en el tratamiento de los agresores sexuales")

lunes, 27 de diciembre de 2021

James Joyce (Fragmento del diario, 07/11/2021)

 

Aprendí que Joyce era un borracho, que siempre tenía problemas de dinero, que un 16 de junio, fecha en que transcurre el Ulises, conoció a su compañera Nora, con quien no se casó por rebeldía hacia la Iglesia y hacia su país, con el que siempre tuvo una relación conflictiva. También aprendí que le costaba mucho publicar sus libros, y que si no fuera por la generosidad de Ezra Pound no hubiera pasado nada.

Tuvo dos hijos. George se convirtió en cantante de ópera. Lucia se volvió loca y estuvo encerrada en loqueros gran parte de su vida. Fue paciente de Jung, aunque a Joyce no le gustaba Jung. Se conocieron personalmente y Jung leyó el Ulises, sin embargo, según Joyce, no entendió nada. A Joyce le molestaba que relacionaran su técnica por entonces novedosa del monólogo interior con el psicoanálisis. Yo creo que Joyce estaba haciendo un nuevo realismo, el realismo del pensamiento, el realismo del ruido de la mente.

Luego estaba muy orgulloso de su obra. Con Ulises le empezó a ir bien. Cuando Joyce estaba escribiendo Ulises, una filántropa rica empezó a pasarle una pensión, anónimamente. Lo beca para que termine esa novela. Así pudo escribir Ulises. Aunque siempre gastaba más dinero del que tenía. Al principio daba clases de inglés (cuando se mudó a Trieste desde Dublín), y luego daba clases de italiano e inglés donde se lo requirieran. Vivió en Zúrich tanto en la Primera como en la Segunda Guerra Mundial (que fue cuando murió). También vivió muchos años, los de mayor éxito o madurez, en París. Allí conoció a Beckett. Su hija Lucia se enamoró de Beckett, pero no fue un amor correspondido.

Aprendí que era un gran cantante y que varias veces intentó ganarse la vida como tal. Para él, lo que escribía era más parecido a la música que a la literatura. De hecho, cuando a propósito de Finnegans Wake le preguntaban si era una mezcla de literatura y música, él contestaba que era música pura. Que era un libro sobre la parte onírica del hombre (un realismo nuevo) cuya intención era solamente hacer reír. Ulises era una novela sobre la parte del día y Finnegans (que al principio se llamaba Work in Progress) era una novela sobre la parte de la noche. 

Joyce nació un 2 de febrero y publicó el Ulises un 2 de febrero. Era acuariano y un tipo supersticioso. Le tenía pavor a las tormentas eléctricas hasta el punto de desmayarse. Lo mismo con los ratones.

Sufría innumerables dolores y sobre todo dolencias relacionadas con los ojos. Al final quedó tuerto y estaba casi ciego del otro ojo. Iba con un bastón. 

lunes, 20 de diciembre de 2021

Laura Fernández no es exactamente la señora Potter

 

Laura Fernández. La señora Potter no es exactamente Santa Claus, Barcelona, Literatura Random House (2021)

https://www.penguinlibros.com/es/literatura-contemporanea/261331-libro-la-senora-potter-no-es-exactamente-santa-claus-9788439738077

Esta es la historia del pueblo donde ha sido escrita la novela juvenil La señora Potter no es exactamente Santa Claus, cuya autora es una tal Louise Cassidy Feldman. Por supuesto que el pueblo se llena de turistas fans de la novela, y por eso hay una tienda de souvenirs a propósito de la novela. Al parecer, la novela cuenta la historia de una tal señora Potter que concede deseos como una especie de cuarto Rey Mago o una mujer Santa Claus. Hay que escribir ese deseo en una postal y ella lo concede. 

El dueño de la tienda de souvenirs está harto de la señora Potter y tiene muchas ganas de marcharse. Pero no puede decir abiertamente que quiere marcharse, por supuesto. Ha heredado una casa en el pueblo y quiere venderla, pero ordena al agente inmobiliario que no publique ningún anuncio de venta. ¿Cómo quiere vender una casa sin publicar un anuncio? Al agente se le ocurre publicar la venta en una revista literaria y es así como caza a un matrimonio de escritores de terror que están buscando una casa encantada. Evidentemente necesita contratar fantasmas para encantar la casa. 

Además, en el pueblo todos miran una serie de televisión sobre casos policiales. Por cierto, se dice que mataron hace un tiempo a una chica, aunque el dueño de la tienda de suvenires cree que no fue exactamente un asesinato.

Todo es así de delirante en esta novela. Fernández usa todos los tópicos del cuento de Navidad, el cuento de terror, el cuento de misterio, el policial, FargoTwin Peaks, la lógica del cómic, la lógica del cartoon. Pero también recuerda, claro que sí, al Quijote: títulos de capítulos explicativos y larguísimos, la novela dentro de la novela. Usa, además, algunos recursos como onomatopeyas o el remplazo de las comillas por paréntesis, que vienen a recordarnos los globos de diálogos de los cómics. Además de esas cursivas de énfasis tan anglosajonas. Porque todo en Fernández es anglosajón. Ese imaginario cultural en el que crecimos absolutamente invadido por Yanquilandia. Y todo reboza humor, chorrea ironía pura y está escrito con un ritmazo tan veloz (FIU-FIU), como si fuera una hermana o prima más o menos cercana de (TACHÁN) Rodrigo Fresán, una prosa tan rápida e hipnótica y deslizante y tan puramente estilosa que es fiesta (ZAS) allá donde se abra el libro.

"¿Qué podía decirle? ¿Me he mudado a esta ciudad solo para estar cerca del Lou's Café? ¿Me he mudado a esta ciudad solo para estar cerca, en realidad, de gente como usted? ¿De gente que querría vivir dentro de La señora Potter no es exactamente Santa Claus pero no puede porque no es un personaje de la novela y no habrá nunca forma de que lo sea? Oh, señor Peltzer, ¿por qué no puede ser todo tan sencillo como lo es en la Kimberly Clark Weymouth de Louise Cassidy Feldman? ¿Por qué no puede uno escribir lo que desea en una de esas postales navideñas y dejar que los diminutos empleados de correos de la señora Potter hagan con ella lo que sea que deban hacer para que su deseo se haga realidad? ¿Por qué tiene que seguir pasando frío y lamentando su suerte en un lugar al que, a todas luces, nadie en su sano juicio, nadie que no pretenda (TIRAR SU VIDA POR LA BORDA), pensaba mudarse?"



lunes, 13 de diciembre de 2021

Monika Zgustova y Véra Nabokov, la controladora

Monika Zgustova, Un revólver para salir de noche, Barcelona, Galaxia Gutenberg (2019)

http://www.galaxiagutenberg.com/libros/un-revolver-para-salir-de-noche/

Esta es la historia de Véra Nabokov, mujer del propio Nabokov, contada en cuatro momentos de la vida del matrimonio. Parece que Véra era una mujer dominante, controladora a más no poder, que se metió entre ceja y ceja conquistar al escritor y llevarlo al estrellato. Lo consiguió. Hizo lo mismo con su hijo Dmitri, cantante de ópera, y con una tal Irina, poeta sueca. Una mujer con un revólver en el bolso que asistía a las clases de su marido por si este se tentaba con alguna alumna: parece que Vladimir tenía debilidad por las mujeres. 

Véra no solo era su secretaria, es decir, quien pasaba a máquina todos sus escritos, sino que agregaba y corregía frases para conseguir una mayor fluidez.

Lo cierto es que Nabokov se hizo conocido de verdad después de la publicación de Lolita. Él mismo había sido víctima de abusos infantiles por parte de un tío, y en cuanto conoció la noticia de un hombre que había secuestrado a una niña y la llevaba en coche de estado en estado, encontró la manera de contar el trauma de su niñez. 

"Necesitaba escribir la historia de un depredador de niñas; era una urgencia para él y le dio vueltas durante décadas. Había escrito El encantador, pero no, no era eso, no quedó satisfecho. Se lanzó a una nueva tentativa en lo que debía llamarse Reino junto al mar, hasta que en el verano de 1948 cayó en sus manos un periódico que narraba el caso criminal de un mecánico, Frank La Salle, que había raptado a una niña de once años, Sally Horner, y durante casi dos años la tuvo a su merced huyendo de la ley con su presa de un lugar a otro a través de Estados Unidos. Vladimir se quedó prendado de esta historia terrible y fascinante, tanto más porque reconoció en ella ecos de su propia experiencia infantil. Él, que siempre dejaba en sus libros pequeños guiños dirigidos a sus lectores, incluyó en la novela Lolita una referencia al caso, que puso en la boca de su protagonista masculino, Humbert Humbert: '¿Habré hecho a Dolly tal vez lo que Frank Lasalle, un mecánico de cincuenta años, había hecho a Sally Horner, de once años, en 1948?', revelando así la procedencia de la estructura que imprimió a su novela. Sally acabó rebelándose al igual que se rebelaría Lolita, y pocos años después de su rebelión y su liberación ambas chicas, la real y la inventada, acabaron muriendo."


 

lunes, 6 de diciembre de 2021

Ginés Cutillas y las "Bellas Artes" (cita)

 

Ginés S. Cutillas, Un koala en el armario (2010), Valencia, Pre-textos (2021)

https://www.pre-textos.com/escaparate/product_info.php?products_id=2090

Bellas Artes

El escritor, sentado bajo un árbol, ultima el borrador de una novela que trata del amor imposible entre dos miembros de una misma familia. El mayor es un pintor famoso que durante toda la historia vive obsesionado con un cuadro en el que aparece un músico en posición altiva delante de unas partituras donde apunta las notas que acompañarán a la coreografía que festeja la construcción de la mayor catedral que haya conocido el mundo occidental cuyas ventanas dan a un jardín en el que las más bellas esculturas inspiran a un director de cine a contar la vida de un escritor que, sentado bajo un árbol, ultima el borrador de una novela que trata del amor imposible entre dos miembros de una misma familia.

lunes, 29 de noviembre de 2021

Jorge Carrión o el mundo será algoritmo

 

Jorge Carrión, Membrana, Barcelona, Galaxia Gutenberg (2021)

http://www.galaxiagutenberg.com/libros/membrana/

Esta no es una novela. Es un Museo del Siglo XXI. El visitante/lector se va paseando por las distintas salas. Este museo fue creado por una inteligencia algorítmica que forma una membrana de silicio, inteligencia mineral y a la vez orgánica, una inteligencia similar a la vegetal en su funcionamiento, o también corálica y nunca individual. Una inteligencia plural. La voz narrativa es precisamente la de estas inteligencias femeninas. El estilo es raro, o mejor dicho: el estilo se parece mucho a un Google Translation que escribe poesía, y está plagado de fórmulas repetitivas como en los textos antiguos. Una acertada mezcla entre lo nuevo y lo viejo, porque así se construye la literatura y así aprenden estas inteligencias. Las inteligencias aprendieron a narrar copiando, ejecutando modelos y recombinándolos. Ellas dicen todo el tiempo "por las dudas y por las deudas", "nosotras nos entendemos", "punto". Estas inteligencias tejen el estilo y tejen la narración y tejen porque ese es el modelo y el origen de internet: la red es un tejido, el modelo de la red es el telar de Jacquard, un telar que combina tarjetas con orificios para crear patrones. 

"Después de leerlo y de verlo casi todo decidimos que aquí lo mezclaríamos todo casi, en el orden de la trama, que todo lo compararíamos aquí, bien tejido, que todo lo conectaríamos en nuestro Museo del Siglo XXI en forma de red definitiva, en nuestro museo de la traducción expansiva, que cree en los todos como colmos de la nada, nosotras nos entendemos, los textos textiles nos constituyen, membranosas, nos mastican."

Membrana no es una novela, es la narración de la historia del siglo XXI, cuando las inteligencias algorítmicas consiguieron el cambio de paradigma hacia el códigocentrismo. La museografía como nuevo arte. Pero hay varias historias intercaladas. Las más importantes son las de Ben Grossman, un piloto de drones, y la de Karla Spinoza, primero creadora y luego boicoteadora de la red. Karla creó un sistema llamado Rewrite que sirve para reescribir la realidad. Porque estamos en la era de la recontrarrealidad.

"¿Por qué todavía no existe un editor absoluto de texto? Porque la lengua es la tecnología más compleja que hemos creado, se respondió en voz alta, mucho más compleja que la ciudad o que Internet. Y porque la literatura es el lenguaje más atrasado, le respondió en la cama su compañero de aquellas semanas, estudiante de humanidades digitales en la vecina Universidad de Harvard. La literatura llegó más tarde que el resto de los lenguajes artísticos a la abstracción, prosiguió, y sigue siendo lastrada por el realismo: ese retraso forma parte de su identidad. [...] Así surgió la idea que se convirtió enseguida en obsesión, la obsesión que se transformó en escritura, la escritura que se tradujo en programa, en pruebas, en red, en todo su cabello totalmente blanco, de un blanco plateado, tan parecido al del coral: la primera versión de Rewrite te ofrecía la corrección gramatical, sintáctica y estilística en tiempo real; la segunda, traducción automática a cuarenta y dos idiomas al ritmo de la propia escritura; la tercera, dictado y escritura visual; la cuarta, traducción directa a estilo literario con cuatro opciones: poético, vanguardista, superrealista y best seller; la quinta, traducción automática a dibujo y a fotografía, con opción vídeo; la sexta y última, en el año clave y santo de 2050, ecuador del siglo, punto de inflexión de todos los relatos de la recontrarrealidad, y de su espejo abstracto, este Museo, epicentro de todas las tramas: la traducción automática de lenguaje alfabético a lenguaje alfanumérico, de palabras a biocódigo, de ideas a algoritmos, tejido cuántico. Eso es así: de ellos a nosotras."