Rodrigo Fresán o visitar el palacio de la memoria : rumiar la biblioteca

lunes, 27 de enero de 2020

Rodrigo Fresán o visitar el palacio de la memoria

Rodrigo Fresán, La parte recordada, Barcelona, Literatura Random House (2019)
https://www.megustaleer.com/libros/la-parte-recordada/MES-107002

"Y esa es la única certeza: uno empieza a escribir para bien o para mal de verdad y como uno cuando por fin comprende que jamás podrá escribir como otro. [...] El Estilo. El Estilo Propio a partir de fragmentos ajenos."
La última parte de la trilogía de Rodrigo Fresán empieza con ese (el mismo) escritor (que ya es excritor) en un avión, porque parece que en el aire se activa la memoria, los viajes propician la introspección. Así, este libro que es mucho más estilo que "historia", que se presta mejor a escuchar (ejecutar) que a resumir su trama, despliega sus temáticas habituales (obsesiones fresanianas) pero lo hace desde el análisis de qué es la memoria para un escritor. ¿Qué es recordar para un escritor? Primero, como algo que más o menos se acerca a la parte teórica del asunto, y luego, siguiendo lo que hace poco Enrique Vila-Matas denominó como la "dinámica del me acuerdo" de Georges Perec: me acuerdo de eso y de lo otro y de lo de más allá, suponemos que muy cerca de la biografía de Fresán (y cuando digo Fresán piénsese en el escritor), esos episodios de toda una vida de escritor que fueron importantes para ese escritor. La educación sentimental de ese escritor. La visita a su palacio de la memoria, esas habitaciones en las que uno guarda cosas y se encuentra con cosas y a veces hasta crecen cosas que en principio no deberían estar allí.

Todo esto usando enumeraciones, citas intercaladas, diferentes tipografías, sus obsesiones: 2001 (la película), The Beatles, Nabokov, Proust, Bellow, el escritor IKEA, Ella, sus diatribas contra la autoficción y las costumbres a las que nos someten las nuevas tecnologías, ¿contar la historia de sus padres?, Vonnegut, su inexistente país de origen, un tal Nebel (¿Fogwill?), su hermana Penélope, el hijo de esta, su tío Hey Walrus, Pertusato, Nicolasito, Dylan, Glenn Gould, Philip Dick, la novela Drácula, Blade Runner, Barcelona y los escritores latinoamericanos, Barcelona y el independentismo (la anécdota de cómo la vicepresidenta regaló uno de sus libros), y mucho más, todo eso contado por nuestro superhéroe favorito: Bildungsro-Man. Un final a la de Fellini. Muchas risas, por supuesto.
"Había cada vez más narradores y cada vez menos escritores, pensaba él. Y estaba claro que unos y otros no eran lo mismo: no era lo mismo un gran escritor que un gran narrador (un gran narrador era suplantado por otro gran narrador sin gran dificultad y eran numerosos; mientras que los contados grandes escritores eran insustituibles y se iban acumulando para siempre y siempre dispuestos si se los llamaba). Los libros de los grandes escritores hablaban un idioma único y propio y muy difícil de aprender y de dominar por otros. Los libros de los narradores de diverso tamaño, en cambio, parloteaban todos con la misma lengua y emitían frases como redactadas por funcionales pero desapasionados autómatas."   

No hay comentarios:

Publicar un comentario