rumiar la biblioteca

lunes, 14 de noviembre de 2022

Romain Slocombe o un policía despreciable

 

Romain Slocombe, El caso Léon Sadorski, traducción de Julia Escobar, Barcelona, Malpaso (2020)

https://malpasoycia.es/libreria/el-caso-de-leon-sadorski/

Francia ocupada por los nazis, una comisaría llena de colaboracionistas del régimen de Vichy que cuenta con un "Departamento judío". En París hay escasez de todo, al menos el aire está limpio por la falta de combustible. La gente se mueve en bicicleta. 

Léon Sadorski es un policía despreciable, de moralidad horrenda y un cazajudíos despiadado. A eso se dedica, y está convencido de que es lo que toca. No tanto porque crea todo ese discurso anticomunista y antijudío, sino porque le conviene: así conseguirá el ascenso y una buena jubilación. 

"En estos días, cuanta más gente con un apellido como el suyo llevemos más nos felicitarán los jefes; cuando no llevamos suficientes, nos echan una bronca. Lo único que no ha cambiado en la policía es que el pequeño funcionario está mal pagado."

Y claro que todo está lleno de espías. La policía se sirve constantemente de ellos. Sadorski tenía tratos con un tal Osnitski, un polaco que se las daba de aristócrata. Y un buen día llegan unos oficiales alemanes y le dicen que tiene que acompañarlos a Berlín, pues han de interrogarlo a propósito del caso Osnitski. Solo estará allí quince días... Pero esas dos semanas son un verdadero infierno.

Lo bueno de esta novela es que odias al protagonista pero al tiempo no puedes abandonarlo. Y para colmo, gran parte de lo que se cuenta está basado en hechos reales. Ritmo ágil, guiños del género, giros sorprendentes, muchísima violencia, excelente ambientación y documentación histórica exhaustiva. Cuesta recordar que aquellas atrocidades se cometían a diario, que existía un sistema nefasto de imposición del poder con una lógica implacable y arbitraria.

"Como puede ver, los guardias dijeron a los demás que el judío que había violado a una hitleriana estaba en el calabozo. Como tenían la llave, al parecer lo han estado visitando toda la noche. Cada guardia que entraba preguntaba al que salía: '¿Sigue vivo el pequeño Arschloch, el capullo?'. ¿Verdad que usted lo comprende, señor Sadorski? Lo han destrozado con sus pollas nacionalsocialistas."

lunes, 31 de octubre de 2022

Cynthia A. Matayoshi y el deseo como rareza

 

Cynthia A. Matayoshi, La sombra de las ballenas, Barcelona, Trampa (2020)

https://trampaediciones.com/catalogo/la-sombra-de-las-ballenas/

Un mundo raro el que se nos presenta aquí. Las personas se conectan a fantasías y comen deseo pasándoselo con un beso como si fuera un chicle. El deseo puede permanecer en el cuerpo durante seis minutos; si sobrepasa ese límite de tiempo, el humano puede enfermar y hasta morir de asfixia. Porque el deseo crece adentro como un pez globo, pero siempre termina por explotar. Además, se convierte en sumamente contagioso, por eso al enfermo hay que aislarlo. 

En este mundo hay humanos y hay fantasías; también hay fantasmas, que son fantasías olvidadas que viven en las alcantarillas. Para conectarse con fantasías, los humanos necesitan unas monedas que venden en ciertos lugares. 

Tenemos a Fran, fotógrafo de fantasías, a Nina, una rusa que vive en un teatro con un tal Guéna, que está preparando una obra que consiste en un monólogo relacionado con las ballenas. La tal Nina trabaja como cuidadora de estas personas enfermas de deseo, y resulta que una de las pacientes, Marian, es hermana de Fran. Marian ha sobrevivido a la ingesta de deseo. 

Fran quiere entender cómo ha sobrevivido su hermana y así conoce a Rinko, una fantasía. Llegó a ella porque en la biblioteca le dieron su nombre. Parece que la tal Rinko sabe cómo se hace para sobrevivir al deseo. Y que para eso tienen que pasar al otro lado, el lado de las sombras, de las fantasías.

"Los humanos no tienen deseo puro. Solo pueden obtenerlo de algunas fantasías. Y para que eso pase deben pagarlo con monedas. No con cualquier tipo de moneda. El deseo se puede obtener a cambio de monedas agujereadas. Son monedas antiguas que se venden en tiendas del barrio chino, en mercados de pulgas, e incluso, en el peligroso mercado negro. Y solo se las venden a los humanos. [...] Los seres humanos están acostumbrados a vivir con un deseo efímero. El deseo en estado de pureza se gesta como un feto en una bolsa, en la boca de las fantasías. Un feto acuático. Puede compartirse con un beso, igual que un chicle. Se intercambia de un cuerpo a otro a través de algún orificio. Es un animal que activa su veneno adentro del cuerpo humano produciendo violentos cambios químicos."

La prosa es helada, grado cero. El imaginario, anime japonés, juvenil. No sabemos quién narra, pero tal vez se trate de una inteligencia artificial. 

lunes, 10 de octubre de 2022

Beatriz García Guirado o el narrador perturbado

 

Beatriz García Guirado, Los pies fríos, Palma, Sloper (2022)

https://www.editorialsloper.es/Inicio/

Descoloca al principio el imaginario marcadamente norteamericano, pero una vez dentro no hay más que sorpresas: qué bien ese fraseo veloz, impecables los diálogos, notables y asombrosas imágenes ("Arrugó tanto la cara que casi le cabía en un puño"), humor, mucho humor. Se trata de un noir donde pasan infinidad de cosas narrado a dos voces: un periodista, Gabe Benson, que escribió un libro llamado La noche del Alacrán y, por otro lado, la voz del tal Alacrán, cuyo nombre es Harry Butterfly, el asesino.

El asesino, un hombre perturbado, espera la muerte en la cárcel con los pies fríos. Nació en un pueblo llamado El Paso del Escorpión, cuya principal característica es que tienen más farmacias que iglesias. Y es que por allí el negocio de los medicamentos es oro puro y su principal representante, Ron Grinner, no se anda con chiquitas para despojarse de enemigos. Lo que pasa es que su hija apareció muerta y ese es el detonante con el que comienza el libro. Pero para llegar a este punto, Harry Buttlerfly se recorrió el lado oscuro como alumno aplicado. Y de eso se acuerda mientras espera que la muerte venga a liberarlo de su álter ego, Azazel, el tipo que se pone el pasamontañas y le dice lo que tiene que hacer, casi siempre cosas malas.

"Lo que ocurrió a continuación lo recuerdo en forma de diapositivas. Vagas impresiones. Cortes de una película mal ensamblada: la carretera oscura, mi hija gimoteando en mi regazo muerta de sueño; Willy sin darme respiro, hablándome una y otra vez de aquellos manipuladores de serpientes e instruyéndome sobre el cuidado de las pitones, a las que creía que drogaban porque cómo iban a estar tan mansas en medio de la multitud. / Azazel cabecea sentado en el asiento del copiloto, sus bostezos hacen titilar las estrellas, que se encienden dibujando en el cielo una flecha, un neón luminoso, la madeja de autopistas que habría de tomar de vuelta a casa. No a Paradise, al hogar. Al lugar donde empezó todo y debía terminar todo."

Los pies fríos es una novela sumamente entretenida, de estructura salteada y prosa impecable: velocidad, ironía y notables imágenes. 

lunes, 3 de octubre de 2022

Enrique Vila-Matas o qué pasa en la habitación de al lado

 

Enrique Vila-Matas, Montevideo, Barcelona, Seix Barral (2022)

https://www.planetadelibros.com/libro-montevideo/355599

Montevideo es una novela que habla de la imaginación, de los mecanismos que se activan cuando se escribe, siempre enigmáticos, de cómo de ambiguas y caprichosas son las conexiones que hace la mente cuando relaciona ideas, muchas veces descabelladas. 

El narrador es un escritor que está en un punto muerto, parece que se ha quedado sin ideas. Sufre el síndrome de Rimbaud, mejor conocido como el síndrome de Bartebly. Preferiría no hacerlo. 

Viaja a Montevideo y se hospeda en un hotel que es protagonista de dos cuentos: uno de Cortázar y otro de Bioy Casares. Ambos escritores cuentan que, en ese hotel, sus protagonistas escuchan lo que pasa en la habitación de al lado. El narrador se empeña en visitar la habitación que describe Cortázar en el cuento, pero el conserje no está dispuesto. Por la noche, el narrador comienza a tener experiencias inquietantes: hay puertas que están y luego desaparecen, hay arañas del otro lado del umbral.

Las arañas aparecen constantemente. Lo bueno de esta novela es que es tan ambigua que uno puede interpretarla como le dé la gana. Por ejemplo, yo creo que las arañas representan la capacidad de narrar, pues sabemos que un texto es un tejido y las arañas son expertas tejedoras. Pero la araña puede ser miedo, o cómo no, aquello que solo tienen las mujeres.

El narrador sigue visitando distintas ciudades, si no físicamente, al menos en su mente. En su mente o a través de ciertas experiencias relacionadas con el arte moderno: dos artistas plásticas le construyen una habitación única (a la manera del cuarto propio de Virginia Woolf) para que tenga allí ciertas experiencias, para que su narración vuelva a desplegarse. Y sin duda que tiene experiencias. Hay puertas, esas puertas dan a distintos lugares, él las abre y allí pasan cosas, pero puede ir a otra puerta y estar en otro lugar. 

Las puertas son los vasos comunicantes que construye la imaginación. Allá está la araña que teje, o el soplo divino, la inspiración. Las cosas siempre pasan al otro lado de la puerta, en la habitación contigua. Y a veces pareciera que quien narra está detrás de la puerta y nosotros somos la novela.

"Si te fijas, le dije, no hay un solo escritor, por mucho que recurra al psicoanálisis, que sepa verdaderamente por qué escribe. Algunos sí lo saben, dijo Cuadrelli, pero son los más pelotudos. Y no conozco, dije yo, a un solo escritor que haya podido explicarse por qué, por ejemplo, al encontrar un problema en lo que estaba escribiendo en aquel momento, saliera a dar un paseo y, al volver a casa, viera que la dificultad se había solucionado. Antes, dijo, lo llamaban 'inspiración', y mucho antes, 'soplo divino', pero no hay un solo escritor que sepa lo que realmente pasa ahí. Bueno, solo lo saben aquellos que son muy malos escritores, dije. Sí, es cierto, esos explican muy detalladamente todo lo que han hecho, dijo, y delatan con su boludez que no son escritores ni nada, creen que explicar el libro es explicar la historia que puede leerse en él. Y los peores, dije, son los que aseguran no poder explicar lo más interesante de la historia porque la arruinarían contándola. Reímos juntos. Sobre una buena novela, dijo, no hay nada para contar, o no debería haberlo si el escritor ha hecho bien su trabajo, y que así sea siempre se debe a que la misma escritura de la novela ya es una explicación de algo que sucedió en la vida o en la mente del narrador; algo que exigía ser puesto en palabras y que terminó dando forma al libro. / Me mostré plenamente de acuerdo. Después de todo, dije, proponer una explicación no deja de ser algo muy complicado, y tal vez se trate de una tarea sin esperanza y condenada a la redundancia. Y, un poco más tarde, volvimos al tema de la inspiración, y al antes llamado 'soplo divino'. Sí, dijo, los escritores en realidad solo creen en ese soplo; mira a Coleridge, sin ir más lejos; a él, por lo visto, le dictaron un poema entero. Y seguramente toda su obra, añadí tratando de ver qué tal me sentaba ser un tanto malévolo. Sí, claro, dijo. Basta con leer las entrevistas que dan cuando publican un nuevo libro, dije, y verás que no hay ninguno que sepa explicar lo que ha hecho. Sí, dijo Cuadrelli, es como si todos escribieran al dictado del habitante contiguo. Le pregunté cómo creía que se llamaba ese habitante. El Soplo, dijo Cuadrelli. ¿Cómo tomarme aquello? Lo dejé pasar como un soplo."


lunes, 19 de septiembre de 2022

Juan Vico o narrar con fotogramas

 

Juan Vico, El teatro de la luz, Madrid, Gadir (2013)

http://www.gadireditorial.com/titulos/teatro-de-la-luz.html

Estamos en Barcelona a principios del siglo XX, el cine acaba de inventarse. Mauricio queda fascinado con la magia de la pantalla. Pasan los años y conoce a un cineasta de verdad: lo admira y aprende a construir películas, aprende que la fascinación no es más que puro artilugio. Emilio Ciret, el cineasta, se convierte en su amigo. Al poco Mauricio colabora como guionista. Están haciendo juntos una película que muestra el lado más marginal de la ciudad: ladrones, mujerzuelas, pobreza y violencia. De pronto, Emilio es asesinado. 

"Pasa muy poco tiempo desde su primera aparición por el café de las Ramblas hasta el día en que Emilio lleva a Mauricio a uno de sus rodajes. Mauricio se decepciona con la misma rapidez al comprobar lo laborioso del trabajo cinematográfico. Los cálculos de luz. La complejidad de los aparatos tomavistas. El delicado proceso de revelado. Toda esa parafernalia no se parece en nada a la inmediatez que él imaginaba. A la supuesta traslación automática del ojo a la pantalla y de la pantalla al ojo."

La novela viene a contarnos que la vida empieza muy arriba, que transitarla casi siempre es un camino hacia la desilusión. Hay que ceder para sobrevivir, no queda otra que traicionarse un poco.

Tal vez esta historia no nos diga mucho, pero sabemos que la literatura está construida con técnica. El qué importa, puede ser, pero sobre todo deberíamos fijarnos en el cómo. Un lector exigente sin duda se fija en el cómo y es aquí donde esta novela brilla. El narrador despliega la historia con frases cortas, poéticas, muy precisas, como fotogramas. Un narrador primero omnisciente (o plano general), luego en segunda persona (plano medio), para rematar el libro con una carta de Mauricio al difunto Emilio (primer plano). Las frases se van alargando poco a poco.

"Alguien nos narraba desde arriba, al principio, observaba nuestras nucas, empujaba con su aliento nuestros movimientos inseguros, nos dibujaba el futuro como un vacío excitante. Más tarde esa misma voz comenzaba a susurrarte a ras de oído, aprendías a imitarla, y un día te sorprendías hablándote a ti mismo, vociferando a los espejos, contemplándote en el movimiento convulso de tantas otras bocas mudas. La voz venía por fin desde dentro de cada uno, pero a esas alturas ya estaba todo dicho. Una monodia gris recorría tu cerebro, se perdía en ese laberinto de falsos recuerdos, se convertía en un discurso sin sentido, en un legajo olvidado en el fondo de un archivo. En una fatigosa carta para un fantasma."

lunes, 12 de septiembre de 2022

Eduardo Ruiz Sosa: monstruo el lenguaje

 

Eduardo Ruiz Sosa, El libro de nuestras ausencias, Avinyonet del Penedés, Candaya (2022)

https://www.candaya.com/libro/el-libro-de-nuestras-ausencias/

El lenguaje es monstruo porque habla de lo ausente, puede traer de nuevo, mantener vivo, lo que no está. Orsina es una actriz de teatro que desaparece. Tenía cáncer, había perdido el pelo, interpretaba a Julia Pastrana (una mujer barbuda tomada como mono de feria) y un buen día no la vieron más. Posiblemente sea una de las tantas mujeres desaparecidas en México, en la sierra. Allá en la sierra hay una casa donde vive un tuerto que es capaz de quitarse el ojo de vidrio y que sabe de las fosas comunes. Pero hay muchos otros que saben de los desaparecidos, de las tumbas escondidas por la sierra: las rastreadoras, las que visitan la morgue una y otra vez a ver si apareció si no la vida al menos el cuerpo. Y como el cuerpo de Orsina tampoco aparece, le hacen una copia de tela, un muñeco, y le escenifican una ceremonia fúnebre. Ellos son todos actores, forman una compañía de teatro que actúa en una vieja cárcel y que también tienen su ausencia propia. Entre ellos hay dos hermanos que tienen un imprenta que deviene templo para las personas con ausentes en su familia. El ausente aparece en el lenguaje.

"la intuición de la Inga, o el golpe de verla a Orsina otra vez, luego de tantos meses de vida trastornada y de evasiones y de hablar de ella en presente como si siguiera entre nosotros y luego corregirse y cambiar a las conjugaciones en pasado porque acaso hay mayor precisión ahí pero al mismo tiempo padecer porque el habla la menciona como un vestigio que nada podrá recuperarnos, y mírala ahora, pálida y despedazada, de trapo y con peluca como si hubiera regresado a nuestra cercanía"

El lenguaje es ausencia y se convierte en monstruo. Lo monstruoso es lo que está construido por cosas distintas, contrarias, ilógicas. "Un desaparecido es una voz sin cuerpo, decía la primera rastreadora." Y hay zonas de este libro donde el lenguaje se deforma para hablar de ausencias, haciendo desparecer los espacios entre las palabras para que nos demos cuenta de ese espacio desaparecido. El lenguaje no es solo vehículo, el lenguaje se hace carne.

El libro de nuestras ausencias nos obliga a transitar la desaparición de la que escuchamos voces sin carne. Un libro es acaso lo mismo, algo que habla de una cosa que no está y que sin embargo la hace revivir. La memoria es monstruosa también en ese sentido. Y el estilo de Ruiz Sosa, fraseo en cascada, hipnótico y orgánico: ni carne ni ausencia de carne.