rumiar la biblioteca: Aurora Echevarría Pérez
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lunes, 13 de enero de 2020

Siri Hustvedt o cómo trabaja la ficción

Siri Hustvedt, Recuerdos del futuro, traducción de Aurora Echevarría Pérez, Barcelona, Seix Barral (2019)
https://www.planetadelibros.com/libro-recuerdos-del-futuro/292284


"Cuanto más lee uno, más promiscuo es el viaje de un libro a otro."
Uno de los aspectos más notables de esta ya de por sí notable novela es la exposición de ese misterio inexplicable: me refiero al asunto de cómo trabaja la ficción. 

Recuerdos del futuro es una novela a medio camino entre la autoficción, la novela de iniciación y el ensayo. El argumento es sencillo: la autora visita a su madre y encuentra un diario suyo de juventud. El diario corresponde al momento en que la autora decide instalarse en Nueva York y dedicarse por completo a la escritura. Así conocemos sus paseos por la ciudad, sus dificultades económicas, sus amistades y fiestas, sus amantes, sus lecturas y sobre todo a su vecina, a quien escucha a través de la pared y que parece estar bastante loca. Además, durante ese año le sucede un acontecimiento algo traumático. Lo curioso es comprobar cómo algunas de esas peripecias de la vida cotidiana se cuelan en la novela que está escribiendo por entonces, pero siempre de modo caprichoso, pues es así como trabaja la ficción.

De manera que tenemos tres tipos/registros de texto: el diario en sí mismo, la novela que estaba escribiendo por entonces y este plano del presente donde todo eso se interpreta o reescribe. Evidentemente, hay un profundo análisis de la memoria y de cuánto hay en ella de imaginación, así como también de todo lo relacionado con la escritura. Una amalgama entre memoria y escritura y cuánto hay en ambas de biografía e imaginación.
"Siempre he creído que la memoria y la imaginación son una sola facultad."
"Si el pasado no es un lugar que se puede visitar, entonces arrancar verdades de él es como sacar nada de la nada. Y el pasado no es un lugar. Y si el pasado no existe más que en las maquinaciones de la física teórica y la ciencia ficción, ¿qué nos queda entonces? ¿Debo creer que todo lo que queda son fluctuantes imágenes mentales en la mente de las personas que desaparecerán con ellas cuando mueran, y los registros históricos, volumen tras volumen de palabras y números?"

lunes, 23 de enero de 2017

La novela deejay VI

Si imaginamos un destino de la literatura similar al destino de la música, en el sentido en el que hoy aplaudimos y celebramos y adoramos al deejay como si de una estrella de rock o de un concertista virtuoso o de un afamado compositor se tratara, y celebramos su trabajo, es decir, el de poner discos, como arte, o mejor dicho, celebramos su collage y su mixtura y su capacidad de navegar por el tiempo y la tradición, de hacer tremolar el tiempo sobre diferentes bases, y extrapolamos el fenómeno al libro, o mejor, al libro electrónico, y pensamos que el escritor dejará de ser ese juntapalabras o el que busca estilo y construye una escritura, y que su función se habrá desplazado hacia un diseñador-maquetador con talento, con conocimientos de programador, que fabrique collages y corta-pegas y links de navegación por las grandes obras de todos los tiempos y aplaudamos su trabajo, lo celebremos como gran hacedor de los tiempos por venir, y colaboremos para que pueda ganarse la vida con mucha mayor soltura que un escritor, porque tal y como dicen algunos, y no sin razón, con semejante tradición para qué escribir o reescribir, o contestar y dialogar con esa tradición, quizá sea suficiente con manipularla y fragmentarla y servirnos de ella para contar la historia que queramos, para seguir ejecutando el hecho literario.
Por ejemplo, yo podría continuar con el montaje de una autobiografía in progress, que ya comenzara con el post La novela deejay, La novela deejay II, La novela deejay III, La novela deejay IV y La novela deejay V utilizando un framento de M Train de Patti Smith (aunque por lo general tanta levedad no me convenza por insoportable) como fotografía de este momento de cambios bruscos: nado en la liviandad, en la banalidad incluso, me acosa la confusión de sueños, el insomnio como un jet lag permanente, el alcohol y el tarot como remedios, y sobre todo, el deseo del cowboy por contraposición al vampirismo del que escapamos: