http://www.acantilado.es/catalogo/all-lejos-y-tiempo-atrs-84.htm
A propósito de las construcciones literarias e identitarias de un país, en general, y de Argentina, en concreto, cito aquí un párrafo de este delicioso libro de memorias del ornitólogo y escritor Guillermo Enrique Hudson, nacido en Argentina en 1841, quien se consideró a sí mismo inglés sin atisbo de duda en ningún momento de su existencia y que llama "nativas" a las muchachas nacidas en ese mismo territorio que lo vio nacer a él (con independencia de su origen español, indígena o negro).
"Los primeros colonos que construyeron sus casas en aquel inmenso espacio vacío que llamamos la pampa procedían de un país en el que la gente tiene la costumbre de sentarse a la sombra de los árboles, el cereal, el vino y el aceite se consideran imprescindibles y se cultivan hortalizas en el jardín. Era natural que plantaran árboles y jardines, tanto por la sombra como por su frutos, allí donde construían sus casas en la pampa, y no hay duda de que, durante dos o tres generaciones, trataron de vivir igual que en las zonas rurales de España. Pero ahora su principal preocupación era la cría de ganado y, como los animales pastaban libres por las interminables llanuras y parecían más bien bestias salvajes que domésticas, su vida transcurría a lomos de un caballo. Ya no podían cavar o arar la tierra, ni proteger sus cosechas de los insectos y los pájaros o incluso de sus propios animales, así que dejaron a un lado el pan, el vino y el aceite y comenzaron a alimentarse solo de carne. Se sentaban a la sombra de los árboles plantados por sus padres o bisabuelos y comían sus frutos hasta que los árboles morían de viejos o los derribaba el viento o el ganado, y entonces acabaron la sombra y la fruta. / De este modo, los colonos españoles de la pampa se fueron transformando de un pueblo agrícola en uno exclusivamente pastoril y cazador. Más tarde, cuando se sacudieron de encima lo que llamaban el 'yugo hispánico', las continuas guerras y degollinas entre las diversas facciones, que fueron como las guerras entre los cuervos y las urracas salvo que se emplearon cuchillos en lugar de picos, los reafirmaron y hundieron aún más en su modo de vida bárbaro y salvaje."
¡Pero si esos son los gauchos! ¡Ex españoles vagos, carnívoros y salvajes! ¡Bárbaros de los que Sarmiento se encargará en cuanto pueda!
En fin, el libro es maravilloso y feliz, y al leerlo recordé la misma sensación de libertad y simpatía que me produjo la Grecia de Gerald Durrell en Mi familia y otros animales.
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