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La historia de un director de cine que se ve envuelto en un entramado de contrabando de joyas y que estudia minuciosamente a Isaak Bábel, pues está preparando un guión de Caballería roja... La novela podría resumirse así, pero contada con un ritmo veloz, descuidado (su prosa es socarrona, directa, a veces cruel y siempre humorística) y trepidante, intercalando tramas sin demasiadas explicaciones y llevándonos desde el policial al ensayo político sobre la URSS hasta la crítica literaria con la literatura rusa en primer plano, con viaje a Berlín y espionaje incluido.
“Bábel se había convertido en una idea fija. Yo sabía que solo un admirador obcecado, lo que ciertamente no era, se quedaría pegado con un escritor como me ocurría a mí con Bábel. O si no un loco. Cuando filmé La guerra santa me interesé profundamente por Euclides da Cunha, pero de una manera lúcida, que me permitía percibir las grietas del escritor, del pensador. Sin embargo Bábel me parecía perfecto. La idea de la perfección, tanto como su búsqueda, es una utopía de soñadores. Sí, yo era un soñador que soñaba de una manera extraordinaria, pero seguramente no era un loco, en el sentido psiquiátrico convencional. Yo era singular (todas las personas son singulares), tal vez raro, pero no loco.”
Leída después de la socarrona y revanchista historia de “El cobrador”, lo único que había leído de Rubem Fonseca y que entendí como la manifestación exagerada pero manifestación al fin (¡y por fin!) del deseo de todo latinoamericano harto de la bota en la cara, diré que simpatizo y hasta recomiendo echarle un ojo a este brasilero que trabaja quizá a la par y con los mismos intereses de Ricardo Piglia pero, por supuesto, de otra manera. ¿Cuál? Más directa, menos meditativa o sofisticada, más violenta, con más rasgos noir, o al menos con esas señales expuestas de forma más explícita. Trabaja con tramas intercaladas, pinceladas de erudición, algo de pensamientos o vastas emociones con surrealismo, y siempre el suspense, la intriga como hilo conductor.
“—En el caso de Caballería roja el estilo de la película será lo más importante. Bábel, en una conversación con su biógrafo, Paustovski, dijo que una historia podía hacerse solo de estilo, sin contenido, trama o suspense. Claro que exageraba, sus historias tienen trama y suspense, cualquiera de ellas puede contarla oralmente, sin perder la fascinación, un contador de cuentos en una plaza pública. Pero sobre todo los cuentos de Bábel tienen estilo. Este es un desafío que tengo que enfrentar.
—Pero ¿qué es estilo? —preguntó Veronika de manera hostil.”