rumiar la biblioteca: Ojalá nos perdonen
Mostrando entradas con la etiqueta Ojalá nos perdonen. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Ojalá nos perdonen. Mostrar todas las entradas

lunes, 24 de agosto de 2015

A. M. Homes o Kafka se despierta en América

A. M. Homes, Ojalá nos perdonen (2012), trad. de Jaime Zulaika, Barcelona, Anagrama (2014)
http://www.anagrama-ed.es/titulo/PN_869

Aunque disfrutada más la primera mitad de la novela que el resto (lo que me lleva a pensar en que no sé hasta qué punto nos dejamos atrapar hoy -lectores perezosos o tal vez ansiosos- más allá de las trescientas páginas), pues es entonces cuando abunda un poco la blandengue emocionalidad de lo familiar y de lo que podría ser aunque todo sea un verdadero desastre, no hay más que sacarse el sombrero ante la precisión y el humor (sobre todo el irónico, cínico, elegante e inteligente sentido del humor) de una historia que no sabemos (eso al principio y eso es lo que me gustaba) si se trata de una pesadilla aterradoramente nítida, el sueño americano convertido en película de terror:
"¿Mejora, desaparece esta sensación de vivir un sueño debajo del agua?"
Una pincelada sobre la peripecia: hay aquí dos hermanos y una mujer, un adulterio y un asesinato. Hay aquí una crítica a la sociedad consumista, a la obsesión por la comida sana y la automedicación, a la mercantilización de la salud, los geriátricos y hospitales psiquiátricos, a la violencia y las cárceles, a la comunidad judía, a la publicidad en general. Alguien diría que la novela empieza por el final o que se trata de una segunda parte cuya primera está eludida. Pues apenas se nos informa de las acciones y se detiene en sus consecuencias, lo que ocurre después. Cómo se construye esta nueva familia donde los niños son más adultos que los adultos, y no hablemos de los ancianos, los más vulnerables.
"'Me pasa algo', escribo con grandes letras temblorosas. Sucumbo al esfuerzo, me desplomo en el suelo, cuan largo soy. Oigo que alguien dice: 'Podemos echarle agua', y me pregunto si me he convertido en una planta."
¿Una novela kafkiana en América? Eso quise y eso presentí durante la primera mitad: el aire de lo rancio y la lógica onírica, las desternillantes conversaciones absurdas (aunque la realidad, nuestra sociedad, a poco que se la mire de costado es tan absurda como una pesadilla), la facilidad de los encuentros sexuales, las percepciones paranoicas, la presencia constante del Doppelgänger y el persistente murmullo de la televisión, los paparazzi y el espectáculo, me indujeron a leer con esos parámetros. 
"No quiero que piense que George y yo somos Doppelgängers lunáticos, no quiero darle pistas sobre lo que se me pasa por la cabeza."
Pericia la de Homes, sin duda, y la de su traductor, que nos lleva a leer como impelidos por la curiosidad y la ansiedad y la velocidad de una prosa sencilla y afilada y sarcástica que construye una divertidísima parodia de la sociedad americana que cada vez es más la de todos nosotros.
"Es como si hubiera estado esperando a que mi vida cobrase aceleración y que tuviera cuerda para años. A veces pensaba que hacía progresos, que me acercaba más; otras veces me limitaba a esperar a que me descubrieran: ¿quién? Al mirarme a mí mismo, mi vida consumida a medias, me resulta insoportable haber acabado así. ¿Mi vida se ha terminado? ¿Alguna vez comenzó?"