"Jueves 29 de enero El escritor como crítico. La crítica no ha incorpordo el trabajo de los escritores (sobre todo a partir del siglo XIX). La crítica literaria está atada a los saberes externos (por eso envejece). [...] Terreno inexplorado (en el muy agotado campo de la investigación literaria): el aporte de los escritores a la teoría y la reflexión sobre la literatura. Un escritor no tiene nada que decir sobra su propia obra, pero tiene mucho que decir sobre la literatura. [...] La escritura cambia el modo de leer. ¿Qué clase de lectura es esta? Forma de intervención. El tipo de intervención define la forma. Muchas veces es personal (diarios, cuadernos, conferencias, prólogos). Muchas veces es pedagógica, las clases de Nabokov, el curso de poética de Valéry, los manuales de Pound. Muchas veces es polémica, discusiones, manifiestos, debates, cartas. Muchas veces está en los textos de ficción, basta pensar desde luego en Don Quijote y podríamos dedicar una conferencia solo al análisis de esa novela. Rasgos: la lectura técnica (constructivista, como la llama Pound). La lectura ficcional. La lectura estratégica."
¿Y si lo mejor que yo he escrito, y si lo mejor que yo escribiré en mi vida, fueran estas notas, estos fragmentos, en los que registro que nunca alcanzo a escribir como quisiera? (octubre de 1968)
En la introducción de título "En el bar" al segundo tomo de Los diarios de Emilio Renzi, Piglia nos advertía que a punto estuvo de organizar las anotaciones de sus famosos cuadernos según ciertas series, pero que finalmente abandonó la idea pues, de hacerlo, se perdía la sensación de caos propia de un diario de escritor. Afortunadamente no eliminó las categorías, de modo que podemos leer el diario de varias maneras. (Un diario Rayuela.) Aquí me parece que una lectura posible es la llamada Serie E, compuesta por reflexiones sobre el género del diario, y también: sobre su propio diario, una obra en marcha.
¿Qué es un diario para Emilio Renzi? Rescato las ideas más llamativas (y no se pierda de vista que van apareciendo "al tiempo" que la escritura, al menos así lo suponemos):
1. El diario como una máquina registradora de la microscopía de la vida privada. Ni la novela ni el ensayo histórico son capaces de hacer esto. "Lo mejor del género son los borradores", dice. 2. El diario como collage. No hay "una retórica común", ni desarrollo de temas. 3. El diario como un registro de la educación sentimental. 4. No escribir "construyendo" (como la literatura), sino con rapidez, con una escritura "instantánea". El problema del diario es la oposición forma/sinceridad. (Más adelante, y buscando una "forma" para el género, dice: "narrar como si no supiera cómo van a terminar las historias (que he vivido). Una escritura ausente, sin memoria".) 5. El diario como una "poética del pensamiento". 6. Leer un diario como se "lee" un sueño: todo es verdadero, pero tan cargado de sobreentendidos que solo puede entenderlo su autor. 7. El diario como "género psicótico"; es decir, y a pesar de aparentar lo contrario, el diario pierde el contacto con la realidad. 8. El diario como espejo. Estilo descriptivo, no interpretativo. 9. El diario como "laboratorio de la escritura". 10. Nunca "escribir textos extensos": "el diario es una cadena de eslabones finos".
"Intentar en estos cuadernos tres registros. Irónico, con los hechos narrados sin elaboración, directamente. Introspección, es decir, verse a sí mismo como si uno fuera otro que está en el pasado del que se observa. Conceptual, para unos pensamientos todavía no pensados."
"No pensar para poder escribir, o mejor, escribir para lograr pensamientos no del todo pensados que definen siempre el estilo de un escritor. Al menos esa es la tradición del Río de la Plata, Macedonio, Felisberto, Borges, el escritor vacila, no entiende bien lo que narra y es la contraparte de la figura despótica del escritor latinoamericano clásico que tiene todo claro antes de empezar a escribir."
Hay aquí entretejida una meditación sobre el tiempo y el narrar (que viene a ser la manifestación del tiempo en el texto), como si su formación de historiador estuviese siempre presente en esta narración medio real, medio ficticia (como toda pronunciación del yo). O mejor: como si su formación de historiador le hubiese ayudado a comprender con nitidez lo que significa narrar. Y también: este diario se lee como una novela.
"Releer mis 'cuadernos' es una experiencia novedosa, quizá se puede extraer, de esa lectura, un relato. Todo el tiempo me asombro, como si yo fuera otro (y es lo que soy)."
Además leemos la escenificación y lectura de Renzi-Piglia por otros Renzi-Piglia, con incontables injertos de diversos textos e intervenciones constantes (como bien explicó Patricio Pron) y también injertos emocionales para el lector (según terminología de Ignacio Echevarría), que me indujo a un estado de feliz meditación.
"Como siempre, me espera algo parecido a un mandato (de nadie), un mandato que yo mismo he construido para mí (escribir y ser un escritor). Tampoco sé si eso tiene sentido. Pero, igual, siempre, vuelve a insistir."
(Nótese en esa última frase la versión "positiva" de aquella de Beckett que decía algo parecido a "Fracasa otra vez, fracasa mejor".)
Bello y por momentos poco pigliano el estilo del último cuento, el que cierra el libro, "Canto rodado", que es a la vez la historia de su abuelo, la historia de la técnica narrativa de su madre (y tal vez la que Renzi utiliza), la historia de cómo han sido ordenados y transcritos estos textos que leemos y una invitación a continuar con los siguientes tomos, que esperamos cómplices de su felicidad.
En el fondo, ahora que acaba el año, envidio algo de la construcción de esta sofisticadísima prótesis de la memoria, pues como el mismo Renzi confiesa: "[...] mis cuadernos son para mí la máquina del tiempo".