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lunes, 4 de mayo de 2020

Valeria Luiselli en clave elegíaca

Valeria Luiselli, Desierto sonoro, traducción de Daniel Saldaña París y Valeria Luiselli, Madrid, Sexto Piso (2019)
http://sextopiso.es/esp/item/444/desierto-sonoro

Bellísima novela, Desierto sonoro. Contada a tres voces: la mamá, el hijo y la narración en tercera persona de otra novela dentro de la novela. Con juegos metaliterarios, imágenes, listados y bibliografía real e inventada.
"Supongo que todas las historias comienzan y terminan con un desplazamiento [...]." 
Una pareja con sus dos hijos sale de viaje para visitar la apachería histórica y a la vez encontrar el camino de los niños que cruzan la frontera desde México a Estados Unidos. Pareciera que apaches y niños inmigrantes sufren desventuras similares en épocas distintas, como si el depredador WASP siguiera dando los mismos zarpazos. Por si fuera poco, esta pareja está transitando ese momento en que está a punto de separarse, no porque hayan dejado de quererse del todo, sino porque sus intereses los llevan por caminos distintos. De modo que el tono elegíaco es constante en la novela. Y no solo porque durante el viaje van leyendo otro libro llamado Elegías para los niños perdidos, esos niños que se pierden al cruzar la frontera, sino porque sabemos que cuando termine el viaje, todo lo que conocían hasta entonces habrá cambiado de forma, y de sentido.

Confieso que leí Desierto sonoro durante la cuarentena. Y sí, la novela despliega paisajes de horizontes infinitos, un viaje de días y días, toda esa libertad tan cotidiana en el mundo de ayer. Difícil no agregar una capa de nostalgia a la lectura. Pero eso no influye para salir de esta novela con la certeza de que Luiselli es una de las mejores escritoras jóvenes contemporáneas, y que la novela emociona, enerva y divierte a partes iguales.
"Ya no estoy segura, sin embargo, de lo que ese 'después' significa. Algo cambió en el mundo. Hace no mucho tiempo, algo cambió, y lo sabemos. No sabemos cómo explicarlo todavía, pero creo que todos podemos sentirlo, en algún lugar hondo de nuestras vísceras o en nuestros circuitos neuronales. Experimentamos el tiempo de manera distinta. Nadie ha logrado captar realmente lo que sucede ni por qué. Tal vez es solo que sentimos la ausencia de futuro, porque el presente se ha vuelto demasiado abrumador y por tanto se nos ha hecho imposible imaginar un futuro. Y sin futuro, el tiempo se percibe nada más como una acumulación. Una acumulación de meses, días, desastres naturales, series de televisión, atentados terroristas, divorcios, migraciones masivas, cumpleaños, fotografías, amaneceres. No hemos entendido la forma exacta en la que ahora se experimenta el tiempo."