http://www.megustaleer.com/libro/cuestion-de-enfasis/ES0084700
Encontramos aquí una intersante colección de artículos que versan sobre literatura, cine, pintura, artes escénicas, compromiso político y tarea de escritores, "esos profesionales de la insatisfacción". Pero de entre todos ellos atiendo al titulado "La escritura en sí misma: acerca de Roland Barthes" del año 1982: ¿cómo lee Susan Sontag a Roland Barthes?
A continuación, dos citas (las cuales no escatiman cierta ironía):
"Aunque todas las obras, cualesquiera que sean su forma y su capacidad, merecen la ciudadanía en la gran democracia de los 'textos', el crítico tenderá a evitar las que todo el mundo ha manejado, aquellas cuyo significado todo el mundo conoce. El giro formalista de la crítica moderna —desde su fase prístina, de la idea de desfamiliarización de Shklovski en adelante— dicta justamente eso. Encomienda al crítico la tarea de sustituir significados gastados por otros nuevos. Es el mandato de buscar nuevos significados. Étonne-moi."
"El formalismo de Barthes en su mayor consistencia, su resolución de que el crítico no está llamado a reconstruir el 'mensaje' de una obra sino solo su 'sistema' —su forma, su estructura—, es quizá mejor comprendido, en este sentido, como la liberadora eclosión de lo obvio, como un inmenso gesto de buen gusto."
Enseguida pienso en varias cosas:
- Cómo leen los filólogos hispanistas: biografía (contexto histórico, social, psicológico, crítica genética o lectura à la marxista y sus diferentes ramas), temática, motivos (oh, Bachelard), etcétera.
- Cómo leen los reseñistas: biografía, bibliografía, mensaje que transmite el texto, tal vez temática y sobre todo opinión del tipo me gusta/no me gusta.
- Los críticos formalistas atienden a la estructura, a la trama (cómo se exponen los elementos narrativos), son creativos como lectores en el sentido de que otorgan carta libre al lector (el lector construye la otra mitad del libro).
- Los escritores leen como les da la gana, saltan de párrafos, páginas, de autores y reflexiones durante el proceso, observan cómo se ha construido el libro, se equivocan continuamente, se justifican y crean sus propios predecesores por puro interés: en definitiva, leen mal. Pero son los únicos que mantienen en la palestra a los autores de todos los tiempos, dialogan con ellos, practican todas las lecturas anteriormente señaladas con eclecticismo y absoluta libertad en beneficio de la literatura.