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¿Sabemos cómo estallar un género? ¿Cómo alterarlo, emularlo, homenajearlo, trastocarlo, ironizarlo? ¿Cómo aprovecharse de sus tópicos y dejarlos a la intemperie, desnudos y explícitos? El detective - un gay; la femme fatale - un jovencísimo elfo; su ex mujer - la señora Watson (confidente, comentarista, complemento). No digo más porque tampoco soy asidua a la novela negra, pero sospecho que Marta Sanz ha conseguido el crimen perfecto.
Me refiero sobre todo, para que nos entendamos, al desdoblamiento de narradores, sus contrapuntos, la glosa de sus comentarios, la sensación de que todo puede ser visto de otra manera: pruebas falsas, dudosas deducciones.
Un juego divertidísimo, metaficcional, de prosa sencilla y certera, afilada a veces, delirante otras, y cuanto más delirante, más surfera.
"Por cierto, como parece que la escritura es para usted una actividad sospechosa, no me gustaría que creyese que yo soy la única que escribe en esta casa. No sabe cuánto me arrepiento de haberme metido ayer el dedo dentro del ombligo y de no haber pensado en nadie más que en mí."Novela ágil, inteligente, bien estructurada.
"Escribo muchas mierdas. Pero nunca soy culpable de mis ficciones.
[...] ¿Y mataría para poder escribir?"
Allá cada uno con sus obsesiones.