Andrés Ibáñez, Nunca preguntes su nombre a un pájaro, Barcelona, Galaxia Gutenberg (2020)
Horst, un escritor de terror, decide pasar una temporada en una casa en medio de un bosque para encontrar la inspiración. La casa pertenecía a otro escritor ya fallecido, Winslow Patrick, a quien el protagonista admira. Patrick le dijo una vez que "escribir es matar". Por suerte, los jueves viene a visitarlo su cuñada Eva, de quien está secretamente enamorado. Además, está por allí el viejo Willard, un pescador experimentado que conoce bien la zona. De modo que Horst está muy entusiasmado, hasta que empiezan a pasarle cosas cada vez más raras.
"A menudo tenía la sensación de encontrarse atrapado dentro de una novela de Stephen King, pero a pesar de todo la casa le gustaba y se sentía feliz dentro de ella."
La novela se va convirtiendo en una novela de terror. El escritor de terror se ve atrapado, cual Quijote, en una realidad que cada vez es más parecida a una de esas tramas terroríficas. Es novela de género, novela homenaje al género y novela que cuestiona al género. Con esa prosa tan propia de Ibáñez, llena de acción, de movimiento, de sorpresa, de exageración, de humor.
"Oh, ya basta, se dice a sí mismo, deja de jugar con las palabras, deja de ser tan inteligente. No se escribe con la inteligencia, sino con las entrañas. No se escribe con el ingenio, sino con la fuerza. Fuerza, se dice a sí mismo, fuerza. ¿Acaso tenía Kafka fuerza? ¿Tenían fuerza T. S. Eliot o Wallace Stevens, honrados funcionarios? No, yo no tengo fuerza alguna, se dice, pero tengo terror, y eso es quizá lo que une a todos los escritores."
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