Kafka puede leerse siempre con asombro y a menudo como espejo de la realidad. Un espejo deformado y brumoso que, de atrevesarlo, enseguida comenzaremos a sentirnos perseguidos, no importa por qué o por quién.
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Dice Arendt en "Franz Kafka, revalorado" (texto de 1944 que en este tomo funciona de prólogo), que "la singuralidad de Kafka consiste en el modo en que logra que el lector se deje llevar por una fascinación incierta y vaga, asociada con el recuerdo meridianamente claro de ciertas imágenes y hechos aparentemente absurdos a primera vista, y que esa fascinación sea tan duradera y penetre tan hondo en la vida del lector, que algún día una experiencia cualquiera le revele de improviso el verdadero significado de la historia a la luz deslumbrante de la evidencia." (La cursiva es mía.)
Por ejemplo, tome usted otra vez aquella primera novela América y note que a ratos podría confundir lo que allí lee con alguno de los titulares de actualidad:
"¿Dónde hubiera tenido que vivir de haber llegado al país como un inmigrante pobre e insignificante? Quizá, como consideraba muy probablemente su tío, buen conocedor de las leyes de inmigración, no le habrían permitido siquiera entrar en Estados Unidos, sino que lo habrían devuelto a su país, sin preocuparse por el hecho de que no tuviera ya un hogar."
O, por ejemplo, tome usted la novela El castillo:
[...] el sacrificio que hice al marcharme de casa, el viaje largo y difícil, las fundadas esperanzas que me hice al haber sido aceptado, mi completa carencia de recursos, la imposibilidad de volver a encontrar ahora un trabajo de la misma naturaleza en mi tierra, y finalmente, aunque no menos importante, mi novia, que es de aquí."
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Después pensé que la historia tiene manía persecutoria de sí misma y que aquello real o la sospecha de la pesadilla que se avecinaba (que llevó a Kafka a escribir sobre extranjeros y documentación y escasez de trabajo a principios del siglo pasado) parece repetirse (aunque con sus correspondientes variaciones).
Lástima que las variaciones Kafka no sean precisamente alentadoras.
Después pensé en lo poco que se acentúa en Kafka el asunto de lo extranjero siendo que sus textos abundan en ello tanto como en lo así llamado jurídico.
Ojo con las variaciones Kafka que suelen hilar fino. Ojo porque la realidad se asemeja a la ficción.
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