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El libro que tenemos entre manos es un compendio de artículos publicados por Blanchot en la N.R.F. entre 1953 y 1959, y tratan sobre asuntos literarios. Lectura obligada y disfrutada allá por los años de universidad. Una segunda lectura ahora pone de manifiesto la relevancia del subrayado como autobigrafía, y al poco caigo en la cuenta de la necesidad de apuntar la fecha de los sucesivos subrayados en el supuesto caso de que algún día quisiéramos reconstruir una historia personal de la lectura de ciertos ejemplares. Podríamos servirnos de diferentes colores y alguna nota aclaratoria, por ejemplo. Aunque sé que, a pesar de mi obstinación por el orden y mis tics de memoriosa, reservo para el placer el arte de la despreocupación y la improvisación y la invención. Huelga decir que ni hice ni haré tal distinción. Pero sí copiaré aquí un subrayado de entonces que sigue inquietándome:
"¿Qué puede un hombre?, preguntaba Monsieur Teste. Eso es preguntarse acerca del hombre moderno. El lenguaje, en el mundo, es por excelencia poder. El que habla es el poderoso y el violento. Nombrar es esa violencia que separa lo que es nombrado para tenerlo bajo la forma cómoda de un nombre. Solamente nombrar convierte al hombre en esa extrañeza inquietante y perturbadora que debe trastornar a los demás seres vivos e incluso a los dioses solitarios que llamamos mudos."
Blanchot dice que hay zonas en toda biblioteca que se asemejan peligrosamente al infierno y que debemos eivtarlas si no queremos quemarnos. Lo mismo podría decirse de un libro, aunque todavía dudaba si este escondía un infierno. De modo que, temeraria, me paseé por aquí y por allá y me detuve a releer artículos enteros. Por ejemplo, aquellos dedicados a la literatura del futuro, sobre todo para comprobar si lo que apuntaba Blanchot, en conversación permanente con Barthes, ha llegado a manifestarse en terrenos literarios o si por el contrario señalaba entonces una trayectoria que aún no ha sido practicada. Atención, escritores:
"La novela es con frecuencia tildada de monstruosa, aunque salvo algunas excepciones es un monstruo bien educado y muy domesticado. [...] La predominancia de la novela, con sus aparentes libertades, sus audacias que no ponen el género en peligro, la seguridad discreta de sus convenciones, la riqueza de su contenido humanista, es, como antaño la predominancia de la poesía reglada, la expresión de esa necesidad que experimentamos de protegernos contra lo que hace a la literatura peligrosa: como si al mismo tiempo que el veneno, aquella se apresurara a segregar para nuestro uso el único antídoto que permite su tranquilo, su duradero consumo. Pero quizá la literatura muere por aquello que la hace inofensiva."La literatura será peligrosa o no será.
"[...] la literatura nunca está ahí ya, siempre está por encontrar o por reinventar."La literatura será búsqueda o no será; será la no-literatura durante el trayecto.
Advertencia: No lea a Maurice Blanchot si no está dispuesto a salir chamuscado.
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